¿Alguna vez has escuchado palabras como aldea global, planetalización, acceso libre y en tiempo real a la información, un mundo geopolítico, geoeconómico y geocultural, Internet, igualdad de derechos para el individuo aquí y en China, libre mercado, mundialización…? ¿Ya sabes a qué me refiero? La globalización suele representarse como un proceso que consiste, dicho de manera simple, en la eliminación de fronteras para dar paso a la interpenetración de mercados y comunicaciones dentro de los países, con el objetivo de formar una igualdad mundial donde “todos” los ciudadanos de esta aldea global tengan igualdad de oportunidades.
Sin duda alguna, el discurso anterior sonaría prometedor y acogedor sino fuera por la gran desigualdad que generan componentes tecnológicos y comunicacionales “integrativos” como la Internet, que provocan la disociación y desorganización que afectan a los sectores más desprotegidos de la sociedad, los indígenas y campesinos.
De acuerdo con Garretón (2003:22), dichas desigualdades se ejemplifican con la importancia de la información y el estar informado en la actualidad, aspecto que pasa de una necesidad a un bien de consumo donde el acceso a la información se vuelve privilegiado y no igualitario. La información es un arma de dos filos, porque puede utilizarse para elevar la calidad de vida de la sociedad, o puede utilizarse para convertirse en un mecanismo de control y regulación del individuo por parte del poder, un hecho característico en las sociedades modernas
Así mismo, en esta dinámica de explicitar un libre acceso a la información, las estructuras dominantes de poder suelen hablar de una cultura de tolerancia y democracia, lo que determina la socialización de valores como la igualdad, la libertad, el pluralismo y la solidaridad, enmarcados en un discurso de apoyo social y compromiso comunitario por parte de las grandes corporaciones, incluidos los medios de información y comunicación.
Según Garretón (2003:34), al contrario de la globalización, Latinoamérica ha establecido un bloque geocultural en oposición al proceso mundial de la globalización; es decir, es un espacio cultural donde los países que comparten una cultura, lengua, patrimonios históricos y culturales, políticas, tecnologías, industrias culturales, historia, entre otras características, se unen para formar un bloque de resistencia ante el gran interés que esta región ha despertado en países como Estados Unidos, Inglaterra y Francia, lugares donde registran su origen tanto la idea de los derechos universales del hombre como la de la aldea global, entre otros conceptos basados en la universalidad y el individualismo.
Dicho bloque creciente latinoamericano ante la globalización y la lucha en contra de la igualdad global, tiene sus orígenes en la crisis que se ha venido suscitando, de acuerdo con Garretón (2003:43), en un modelo de la actualidad relacionado con la modernización occidental y las cultura de masas norteamericana que poco a poco van ganando terreno en la sociedad de América Latina, ejemplificado con el incremento de las empresas transnacionales en esta región, que suelen imponer una cultura organizacional y económica alterna, la socialización de nuevas políticas culturales y prácticas de consumo y acuerdos y tratados internacionales entre países. Los hechos de que un niño sepa más sobre Mickey Mouse que de los personajes ilustres de la historia de su país, el creciente individualismo como parámetro de comportamiento a seguir, el establecimiento de un idioma mundial que permita un estándar dentro de la comunicación internacional (¿ya adivinaste cuál?, exacto, el idioma inglés), son algunos ejemplos de esta tendencia a la globalización.
¿Acaso no se ve una constante lucha para obtener una “igualdad mundial” a costa de perder la identidad cultural y de acrecentar las desigualdades étnicas y de oportunidad? El discurso de la globalización no acostumbra contemplar la idea de grupos étnicos porque implica dividir drásticamente su atención en las diferencias sociales y los grupos frecuentemente excluidos. Con lo que sí cuentan los países que promueven este discurso es con el poder suficiente para controlar a las demás naciones a través de la tecnología y la lógica económica en la información y el conocimiento. Puesto que son estos países quienes producen tal “progreso” (más allá de la maquinación tercermundista), también regulan el consecuente acceso a estas tecnologías a niveles masivos y transversales a la sociedad. Se suma entonces una desigualdad digital que parte del diferente y mejor acceso a la información y a la comunicación por una minoría: aquellos que cuentan con los recursos para obtenerlas. Esto contribuye a que se incremente la disociación democrática y las disparidades sociales y de hábitos de consumo en los países subordinados a esta lógica económica, en especial, en América Latina.
Te preguntarás, ¿pero qué con el bloque latinoamericano?, ¿qué es lo que defiende? Garretón (2003:45) menciona que este bloque busca redefinir el concepto de ciudadanía para poder superar las nuevas formas de exclusión y desigualdades que atacan los orígenes y existencia de los países que lo conforman. Es un bloque que intenta fortalecer la sociedad civil y sus actores sociales, instaurar economías nacionales integradas para desempeñar un gran puesto dentro del proceso de globalización, establecer modelos propios de modernidad en cada región que contengan elementos tales como independencia cultural e identitaria, tomando en cuenta la historia colectiva que comparten todas las regiones latinoamericanas.
¿Pero en realidad se logrará establecer lo anterior viviendo en una era de información caracterizada por los constantes cambios y el incremento del individualismo? Ortega y Gasset (1997:3) escribió hace años que el comportamiento del hombre-masa podría caracterizarse por su atención en su sentimiento de superioridad e individualismo, que no le permite ver más allá de sus intereses y progresos personales y que no toma en cuenta la participación y presencia de los demás que forman parte de su sociedad; ¿cuántas veces alguno de nosotros ha establecido en su plan de vida un proyecto destinado a la participación activa con su comunidad?, ¿está dentro de nuestros intereses económicos, profesionales y sociales el sector olvidado de la mayoría de los países, los indígenas y los campesinos?
“Masas mimadas” es el nombre que Ortega y Gasset (1997:3) le ha otorgado a este individuo que surge de una serie de modelos económicos, culturales, políticos y sociales dentro del proceso de constante “progreso” y cambios tecnológicos, un individuo poco participativo, que exige comodidades y que no se compromete con la suma de esfuerzos. Frente a estos modelos, el bloque latinoamericano, con gran cantidad de elementos y potenciales singulares, busca resistirse ante la idea de la homogenización cultural, geográfica, histórica, política, lingüística y económica; busca el reconocimiento del espacio donde se vive, su historia, su cultura, su literatura, su estilo de vida, su tipo de sociedad y su composición por diversa que sea; busca la conciencia del individuo como parte de un todo, pero que basa y establece su igualdad a partir de sus diferencias.
¿En realidad el hombre está capacitado para establecer las igualdades a partir de sus diferencias?, ¿qué se aplica más en nuestra vida cotidiana, el altruismo o el individualismo?, ¿son las premisas anteriores factores claves para lograr lo que se ha venido planteando en el transcurso del presente ensayo? ¿O acaso es la globalización una epidemia que se expande sin curación alguna? ¿Es la solución perfecta que el mundo necesitaba para alcanzar su calidad de vida en todos los
Sin duda alguna, el discurso anterior sonaría prometedor y acogedor sino fuera por la gran desigualdad que generan componentes tecnológicos y comunicacionales “integrativos” como la Internet, que provocan la disociación y desorganización que afectan a los sectores más desprotegidos de la sociedad, los indígenas y campesinos.
De acuerdo con Garretón (2003:22), dichas desigualdades se ejemplifican con la importancia de la información y el estar informado en la actualidad, aspecto que pasa de una necesidad a un bien de consumo donde el acceso a la información se vuelve privilegiado y no igualitario. La información es un arma de dos filos, porque puede utilizarse para elevar la calidad de vida de la sociedad, o puede utilizarse para convertirse en un mecanismo de control y regulación del individuo por parte del poder, un hecho característico en las sociedades modernas
Así mismo, en esta dinámica de explicitar un libre acceso a la información, las estructuras dominantes de poder suelen hablar de una cultura de tolerancia y democracia, lo que determina la socialización de valores como la igualdad, la libertad, el pluralismo y la solidaridad, enmarcados en un discurso de apoyo social y compromiso comunitario por parte de las grandes corporaciones, incluidos los medios de información y comunicación.
Según Garretón (2003:34), al contrario de la globalización, Latinoamérica ha establecido un bloque geocultural en oposición al proceso mundial de la globalización; es decir, es un espacio cultural donde los países que comparten una cultura, lengua, patrimonios históricos y culturales, políticas, tecnologías, industrias culturales, historia, entre otras características, se unen para formar un bloque de resistencia ante el gran interés que esta región ha despertado en países como Estados Unidos, Inglaterra y Francia, lugares donde registran su origen tanto la idea de los derechos universales del hombre como la de la aldea global, entre otros conceptos basados en la universalidad y el individualismo.
Dicho bloque creciente latinoamericano ante la globalización y la lucha en contra de la igualdad global, tiene sus orígenes en la crisis que se ha venido suscitando, de acuerdo con Garretón (2003:43), en un modelo de la actualidad relacionado con la modernización occidental y las cultura de masas norteamericana que poco a poco van ganando terreno en la sociedad de América Latina, ejemplificado con el incremento de las empresas transnacionales en esta región, que suelen imponer una cultura organizacional y económica alterna, la socialización de nuevas políticas culturales y prácticas de consumo y acuerdos y tratados internacionales entre países. Los hechos de que un niño sepa más sobre Mickey Mouse que de los personajes ilustres de la historia de su país, el creciente individualismo como parámetro de comportamiento a seguir, el establecimiento de un idioma mundial que permita un estándar dentro de la comunicación internacional (¿ya adivinaste cuál?, exacto, el idioma inglés), son algunos ejemplos de esta tendencia a la globalización.
¿Acaso no se ve una constante lucha para obtener una “igualdad mundial” a costa de perder la identidad cultural y de acrecentar las desigualdades étnicas y de oportunidad? El discurso de la globalización no acostumbra contemplar la idea de grupos étnicos porque implica dividir drásticamente su atención en las diferencias sociales y los grupos frecuentemente excluidos. Con lo que sí cuentan los países que promueven este discurso es con el poder suficiente para controlar a las demás naciones a través de la tecnología y la lógica económica en la información y el conocimiento. Puesto que son estos países quienes producen tal “progreso” (más allá de la maquinación tercermundista), también regulan el consecuente acceso a estas tecnologías a niveles masivos y transversales a la sociedad. Se suma entonces una desigualdad digital que parte del diferente y mejor acceso a la información y a la comunicación por una minoría: aquellos que cuentan con los recursos para obtenerlas. Esto contribuye a que se incremente la disociación democrática y las disparidades sociales y de hábitos de consumo en los países subordinados a esta lógica económica, en especial, en América Latina.
Te preguntarás, ¿pero qué con el bloque latinoamericano?, ¿qué es lo que defiende? Garretón (2003:45) menciona que este bloque busca redefinir el concepto de ciudadanía para poder superar las nuevas formas de exclusión y desigualdades que atacan los orígenes y existencia de los países que lo conforman. Es un bloque que intenta fortalecer la sociedad civil y sus actores sociales, instaurar economías nacionales integradas para desempeñar un gran puesto dentro del proceso de globalización, establecer modelos propios de modernidad en cada región que contengan elementos tales como independencia cultural e identitaria, tomando en cuenta la historia colectiva que comparten todas las regiones latinoamericanas.
¿Pero en realidad se logrará establecer lo anterior viviendo en una era de información caracterizada por los constantes cambios y el incremento del individualismo? Ortega y Gasset (1997:3) escribió hace años que el comportamiento del hombre-masa podría caracterizarse por su atención en su sentimiento de superioridad e individualismo, que no le permite ver más allá de sus intereses y progresos personales y que no toma en cuenta la participación y presencia de los demás que forman parte de su sociedad; ¿cuántas veces alguno de nosotros ha establecido en su plan de vida un proyecto destinado a la participación activa con su comunidad?, ¿está dentro de nuestros intereses económicos, profesionales y sociales el sector olvidado de la mayoría de los países, los indígenas y los campesinos?
“Masas mimadas” es el nombre que Ortega y Gasset (1997:3) le ha otorgado a este individuo que surge de una serie de modelos económicos, culturales, políticos y sociales dentro del proceso de constante “progreso” y cambios tecnológicos, un individuo poco participativo, que exige comodidades y que no se compromete con la suma de esfuerzos. Frente a estos modelos, el bloque latinoamericano, con gran cantidad de elementos y potenciales singulares, busca resistirse ante la idea de la homogenización cultural, geográfica, histórica, política, lingüística y económica; busca el reconocimiento del espacio donde se vive, su historia, su cultura, su literatura, su estilo de vida, su tipo de sociedad y su composición por diversa que sea; busca la conciencia del individuo como parte de un todo, pero que basa y establece su igualdad a partir de sus diferencias.
¿En realidad el hombre está capacitado para establecer las igualdades a partir de sus diferencias?, ¿qué se aplica más en nuestra vida cotidiana, el altruismo o el individualismo?, ¿son las premisas anteriores factores claves para lograr lo que se ha venido planteando en el transcurso del presente ensayo? ¿O acaso es la globalización una epidemia que se expande sin curación alguna? ¿Es la solución perfecta que el mundo necesitaba para alcanzar su calidad de vida en todos los
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