Son muchas y variadas las causas que llevan a los niños a desobedecer: - Necesidad de más afecto. Muchas veces nos encontramos con que los niños desobedecen para llamar la atención. Esto no quiere decir que no se le esté atendiendo correctamente, sino que tal vez tenga más necesidad de afecto que otros niños. Muchos padres no entienden que uno de sus hijos tenga más necesidad de afecto que otro cuando son tratados y educados de la misma forma. Sin embargo, conviene aclarar que las necesidades afectivas son diferentes en cada persona. - La falta de autoridad en los padres o una autoridad mal entendida. A veces es producto del mal ejemplo y de la falta de coherencia en las actuaciones de los mayores. - Falta de paciencia y persistencia por parte de los padres. En ocasiones los padres se impacientan y no esperan a que los hijos terminen de hacer lo que se les había ordenado y acaban terminándolo o haciéndolo los propios padres. De esta forma los hijos van aprendiendo que las tareas que no terminen, acabaran terminándolas los padres. - Expectativas irreales y desproporcionadas con respecto a los hijos. A veces se les pide ciertas responsabilidades cuando no tienen la suficiente madurez. |
2. Cómo lograr que los niños obedezcan |
Esto quiere decir que lo que puede ser eficaz en un caso, en otro no produce efecto. Pero en cualquier caso lo que sí hay es una serie de pautas generales:
- Enseñarles a comportarse. Es importante enseñar al niño la forma correcta de comportarse y explicarles exactamente qué es lo que queremos que hagan. A veces los niños no se comportan adecuadamente porque no se les ha enseñado, no conocen las normas y no distinguen lo correcto de lo que no lo es.
- Órdenes fáciles de realizar. Conviene empezar pidiéndole a los niños que hagan cosas que sabemos son capaces de hacer. Cosas que además les resulte agradable hacer, alabarlos por ello, y progresivamente ir introduciendo niveles de exigencias más altos.
- Un buen ejemplo. El ejemplo de los padres, profesores y personas importantes para los niños es un arma muy eficaz. Gran parte de las conductas las aprenden por imitación, sobre todo de las personas que son admiradas e importantes para ellos. En las edades tempranas las personas más importantes para ellos son los padres y profesores. Es aconsejable, por tanto, enseñar a los niños desde el ejemplo de los mayores.
- Claridad. Para que los niños obedezcan hay que empezar dándoles órdenes cortas, específicas y muy claras. Es importante conocer a los niños para saber qué les tenemos que pedir que hagan y qué les tenemos que enseñar. Si a un niño que no sabe atarse los cordones de los zapatos, le pedimos que lo haga, no lo hará.
En este caso desobedece porque no sabe cómo tiene que hacer lo que se le ha ordenado. Pero si se le enseña, seguramente lo hará. Por lo tanto, es importante saber dar ordenes razonables y explicarles exactamente qué tienen que hacer, y en algunos casos cómo tienen que hacerlo.
- Oportunidad. Ser oportunos a la hora de pedirles que hagan algo, saber aprovechar los momentos de tranquilidad y darles confianza.
- El beneficio del elogio. Ser generosos en alabanzas y premiar las buenas conductas. Resaltar sus habilidades y cualidades. Sobre todo es importante ser concretos en los elogios, es decir, los niños deben saber que conducta concreta está siendo elogiada y por qué.
- Estar de acuerdo. Es importante también que los padres se pongan de acuerdo a la hora de establecer normas y coincidir en lo que se le pide al niño. Los niños tienen una gran habilidad para descubrir a quién deben obedecer, saben quién es más permisivo, a quién se puede convencer más fácilmente, etc. y además lo saben utilizar muy hábilmente a su favor. Por ello es importante que los padres y educadores estén de acuerdo en los niveles de exigencias.
- Motivarlos. Motivar a los niños, ya que no sólo es importante que sepan qué tienen que hacer, sino también que conozcan las consecuencias positivas de hacerlo bien.De esta forma llegarán a incorporar como propias las conductas adecuadas.
|
Dª. Trinidad Aparicio Pérez |
Psicóloga escolar y Psicóloga clínica |
Universidad de Granada |
No hay comentarios:
Publicar un comentario