La expresión del rostro en la danza occidental es un asunto del que poco se ha reflexionado, pues, por ejemplo, en una muestra de danza folclórica, casi basta con que el bailarín deje ver una enorme sonrisa que ayude al espectador a disfrutar aún más el espectáculo, debido al sentimiento de camaradería que nace, ya sea por similitud cultural o por agradecimiento al bailarín que se esfuerza por mostrar sus habilidades y la belleza del baile.
Algo similar sucede con la danza contemporánea, pues aquí el cuerpo dice prácticamente todo y el rostro en muchas ocasiones no aparece porque tiene una actitud “neutra” o, les pregunto: cuándo han sido impactados por el rostro de un bailarín en una función de danza contemporánea. Esta función, de afectar al espectador por medio del rostro, es una actividad casi exclusiva de la actuación y el teatro, de hecho cuando la danza intenta acercarse a las técnicas teatrales se crea una nueva categoría llamada danza-teatro. Sin embargo, ocurre algo totalmente diferente con el papel del rostro en las danzas orientales, y voy a enfocarme específicamente en la danza de la India.
La danza hindú sigue siendo desconocida para el mundo occidental, es más, tengo que decir que solo hasta este año tuve la oportunidad de apreciarla gracias a una película de Bollywood llamada Devdas (que por supuesto recomiendo), y desde ese momento tengo una obsesión con la majestuosidad que forman todos los elementos de esta danza.
Lo primero que me llamó la atención de los bailes que vi en Devdas fue precisamente el hecho de que el rostro es, quizá, la parte más importante de la danza, pues en el se manifiestan la gracia y el sentimiento que el bailarín deba, pueda y sepa interpretar.
Debo decir que en las danzas orientales el rostro, al igual que las mudras o movimientos de las manos, imprescindibles pues representan y desarrollan gran parte de la expresión y expresividad del baile. Además, si tenemos en cuenta que las danzas tradicionales de la India tienen un profundo valor espiritual, pues están ligadas a la su religión y filosofía, nos encontramos con una danza espiritual y ritual que va mucho más allá de una simple representación.
Para finalizar, puedo decir que la danza oriental, sobretodo una tan desconocida para nosotros como la hindú, ofrece otras posibilidades de expresión del cuerpo por medio de los gestos del rostro. Entonces se podría poner más atención en esta parte del cuerpo en las coreografías, para lograr un mayor nivel en la interpretación de un papel dancístico en el escenario.
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