Qué raro, todavía es de noche. Hoy el día está perezoso. A estas horas ya debería haber salido el Sol, pero el monte sigue oscuro. Ven hijo, siéntate aquí en el banco. Desde aquí agarrado a mi bastón, mi eterno bastón, te he visto jugar y crecer en estos campos que tanto te han gustado siempre, en la ladera del monte. El monte por siempre verde, monte imponente siempre verde . Desde este banco de piedra en el que ahora nos sentamos te he visto dar tus primeros pasos, te he visto aprender a montar en bici, las primeras regañinas de la abuela cuando la disgustabas porque te ibas de parranda toda la noche. Desde pequeño la abuela y yo te hemos cuidado como lo hicimos con nuestros hijos, mejorando todos los fallos que tuvimos con ellos. Nuestro pequeño nieto, qué guapo y qué mozo has crecido. Y ahora esta noche, el Sol no sale, nunca he visto nada así en mi vida.
Qué se pasa por esa cabeza, estás tiritando, tal vez tienes frío, traere la manta que la abuela te bordó cuando las fiestas del pueblo en aquel verano. Qué orgulloso estabas, cómo has disfrutado desde chavalín esas fiestas, qué buena pieza has sido siempre. El cura te trajo de las orejas casi a rastras por saltarte la verja de la parroquia. Un buen mozo y un buen pieza has estado hecho toda tu vida. Tu abuela y yo no hemos sido nunca jóvenes para poder cuidarte y ahora esta noche eterna y este día vago que nunca llega.
Sé que quieres esta tierra como la he querido yo, esta tierra que me acogió, me dió la oportunidad de ganarme esta choza, trabajar en la fábrica de Barakaldo, conocer a tu abulea, y criar dos hijos hermosos y fuertes. De su ausencia ,como un bonito presente te tuvimos a ti, correteando, jugando con nosotros, torpe y duro para el estudio, escogías y leías lo que querías. Pero qué podíamos hacer tu abuela y yo en contra de lo que tus amigotes del kalimotxo ese te contaban, resguardarte de una lucha de tontos, en la que hasta el más pintao sale trasquilao. Ahora estoy seguro de que el día al menos por hoy no será claro, estoy seguro que el Sol hoy no saldrá, no querrá ver la bestia de monte en que mi chico, mi nieto, se ha convertido. Ahora bestia, antes nieto, como un hiena carroñera, errante por carreteras y caminos lejos de la tierra que te vio crecer. Siempre será de noche para ti, no te daré linterna porque la luz que tu abuela y yo te entregamos la rechazaste con desdén y ahora como un vulgar ratero que sólo busca billetes en una cartera ajena, te has convertido en un asesino por cuatro duros que te pesarán toda la vida en el bolsillo.
Vete hijo, vete por siempre, asesino sin convicciones, desterrado por ti mismo de tu propia casa. Tu abulea y yo nos iremos creyendo haber parido un ladrón de vidas. ¿Qué pensabas, qué había en tu cabeza cuando les pegaste los dos tiros? ¿Qué pensaste? ¿Sabes lo que es la muerte? ¿Sabes lo que es la vida a tus veintipocos años? Nunca fuiste bueno estudiando, ahora veo cuán torpe eras. Vete ya hijo, vete, a errar, a cumplir con tu pena y acompaña en la distancia a los dos chicos que acabas de matar, ellos muertos y tu a punto. Pena el tiempo que te queda, lo que te queda por pasar, no por lo que sufrirás sino por lo que ya no tendrás. Pequeño tonto, qué has hecho, ojalá lo supieras, si esta noche te deja llegar a los cuarenta mirará hacia atrás y no soportarás el vértigo. El vértigo te machacará nieto imbécil!!Y esta noche que no para, esta noche que no para..
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