Entendemos por Sinceridad según la R.A.E. : “Sencillez, veracidad, modo de expresarse libre de fingimiento.”
Tras una conversación mantenida recientemente, exponíamos la discusión de quién marca el márgen o límite de expresarse sinceros de forma explícita. ¿Quién o quiénes dictan las directrices de la sinceridad?. ¿Porqué puede ser necesario mentir? ¿Tienen grados las mentiras? ¿De qué manera nos afectan las mentiras? ¿Cómo reaccionamos ante ellas? ¿perdonamos las mentiras?
Estas y muchas otras preguntas surgían en un debate donde las opiniones eran diversas, siempre dependiendo de la mentalidad, la cultura y la forma que en que vivimos nuestras vidas.
Un tema realmente interesante, por que descubres que todos mentimos de una manera u otra. Comenzamos a mentir cuando somos niños, teniendo conocimiento para saber que así evitaremos una regañina (“ yo no lo he roto, ha sido...”).
De esta manera observamos que ya desde muy pequeños nos valemos de la mentira para un logro. Cuando somos adultos estas toman otro matiz, somos conscientes de ello y utilizamos la mentira para alcanzar diferente objetivos, intereses y escalar en el campo que nos convenga. De la misma manera que en ocasiones lo hacemos por compromiso (quedar bien), por necesidad en nuestro trabajo (ventas) y por diversas razones que nos podemos ver implicados y estás en el deber moral de ayudar a otro. Por contradictorio que resulte es posible ayudar con una mentira.
Personalmente considero que las mentiras si tienen “grados” y que no siempre es egoístamente para beneficio propio. Hay circunstancias que te llevan a tener que mentir por no herir, y esto por “mentira” que parezca es una realidad.
El mentir no justifica la causa pero posiblemente evite otros daños. Y si esto se puede remediar, es lo que realmente importa. Lo idóneo sería no llegar a la causa para no tener que fingir que no existe esa situación, pero si esto ha ocurrido por múltiples factores, y obviamente no podemos dar marcha atrás para borrar lo acontecido, lo más prudente ante esta situación es callar.
Las mentiras nos afectan según el lazo de unión o grado de afectividad, que tengamos con la persona que nos ha mentido. Dependiendo siempre de los sentimientos que nos unan, ya sea a nivel sentimental, amistad, laboral o familiar. Las reacciones serán diversas, porque según sea la causa así nos veremos afectados. Todo dependerá de las circunstancias que envuelven esa mentira.
Perdonaremos la mentira si entendemos lo que provocó la causa, si aceptamos y comprendemos el hecho. Si amamos por encima de todo y si podemos llegar después a tener la confianza necesaria para una convivencia (sea en campo familiar, laboral etc..) En resumen creo que si podemos perdonar la mentira o cualquier otro factor, porque dentro de nosotros tenemos el amor suficiente para contrarestar.
Intentemos ser siempre lo más sinceros con nosotros mismos y así lo seremos con los demás, y procura que tu mentira sea exclusivamente para no herir.
A todo esto debemos de entender que como seres humanos que somos, cometemos fallos y erramos en muchas ocasiones. Todos hemos mentido alguna vez de una u otra manera, pero lo esencial es no engañarnos a nosotros mismo y ser lo más honesto posible.
Tras una conversación mantenida recientemente, exponíamos la discusión de quién marca el márgen o límite de expresarse sinceros de forma explícita. ¿Quién o quiénes dictan las directrices de la sinceridad?. ¿Porqué puede ser necesario mentir? ¿Tienen grados las mentiras? ¿De qué manera nos afectan las mentiras? ¿Cómo reaccionamos ante ellas? ¿perdonamos las mentiras?
Estas y muchas otras preguntas surgían en un debate donde las opiniones eran diversas, siempre dependiendo de la mentalidad, la cultura y la forma que en que vivimos nuestras vidas.
Un tema realmente interesante, por que descubres que todos mentimos de una manera u otra. Comenzamos a mentir cuando somos niños, teniendo conocimiento para saber que así evitaremos una regañina (“ yo no lo he roto, ha sido...”).
De esta manera observamos que ya desde muy pequeños nos valemos de la mentira para un logro. Cuando somos adultos estas toman otro matiz, somos conscientes de ello y utilizamos la mentira para alcanzar diferente objetivos, intereses y escalar en el campo que nos convenga. De la misma manera que en ocasiones lo hacemos por compromiso (quedar bien), por necesidad en nuestro trabajo (ventas) y por diversas razones que nos podemos ver implicados y estás en el deber moral de ayudar a otro. Por contradictorio que resulte es posible ayudar con una mentira.
Personalmente considero que las mentiras si tienen “grados” y que no siempre es egoístamente para beneficio propio. Hay circunstancias que te llevan a tener que mentir por no herir, y esto por “mentira” que parezca es una realidad.
El mentir no justifica la causa pero posiblemente evite otros daños. Y si esto se puede remediar, es lo que realmente importa. Lo idóneo sería no llegar a la causa para no tener que fingir que no existe esa situación, pero si esto ha ocurrido por múltiples factores, y obviamente no podemos dar marcha atrás para borrar lo acontecido, lo más prudente ante esta situación es callar.
Las mentiras nos afectan según el lazo de unión o grado de afectividad, que tengamos con la persona que nos ha mentido. Dependiendo siempre de los sentimientos que nos unan, ya sea a nivel sentimental, amistad, laboral o familiar. Las reacciones serán diversas, porque según sea la causa así nos veremos afectados. Todo dependerá de las circunstancias que envuelven esa mentira.
Perdonaremos la mentira si entendemos lo que provocó la causa, si aceptamos y comprendemos el hecho. Si amamos por encima de todo y si podemos llegar después a tener la confianza necesaria para una convivencia (sea en campo familiar, laboral etc..) En resumen creo que si podemos perdonar la mentira o cualquier otro factor, porque dentro de nosotros tenemos el amor suficiente para contrarestar.
Intentemos ser siempre lo más sinceros con nosotros mismos y así lo seremos con los demás, y procura que tu mentira sea exclusivamente para no herir.
A todo esto debemos de entender que como seres humanos que somos, cometemos fallos y erramos en muchas ocasiones. Todos hemos mentido alguna vez de una u otra manera, pero lo esencial es no engañarnos a nosotros mismo y ser lo más honesto posible.
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