jueves, 8 de abril de 2010

ANA PAVLOVA


“Prepara mi vestido de cisne”

Estas serían las últimas palabras de la bailarina de ballet que mejor representó la escena de la muerte del cisne.

Muchas son las bailarinas que representaron esta obra, pero ninguna alcanzó la gracia etérea de Ana Pavlova. Era una enamorada de la naturaleza y de su contemplación sacaba la inspiración para representar los papeles, como le sucedió con el cisne que llegó a dominar de tal manera que se convirtió en la mejor y mas afamada bailarina, llegando a conquistar el éxito y el reconocimiento del mundo entero.

Fue una niña frágil y enfermiza. Nació en San Petersburgo el 31 de Enero de 1882. Cuando contaba dos años, falleció su padre, y su madre preocupada por su salud, decidió enviarla a Ligovo con su abuela. Allí, en contacto con la naturaleza, viviría una de las más felices épocas de su vida. Cuando tenía ocho años, su madre la llevó a ver la representación de ballet de “La Bella durmiente” y cuando salió del teatro ya sabía con certeza que su vida sería el baile.

Después de años de preparación, comenzó su carrera en el Teatro Mariinsky interpretando diversos papeles hasta que le llegó la ocasión de encontrarse con el papel que la haría famosa: el de cisne. Tenía que participar en una función benéfica y le pidió a su amigo Michael Fokin que le aconsejara una pieza musical, este le propuso “El cisne”, de Saint-Saëns y a partir de ahí, y durante toda su vida, en el escenario ella y el cisne se fundirían formando un solo personaje.

Visto el éxito conseguido, los directores del teatro, decidieron dar a Ana el papel principal de la maravillosa obra “El lago de los cisnes” de Tchaikovski y desde entonces, su carrera fue imparable recorriendo los mejores teatros del mundo hasta que llegó el fatídico día en que regresando de unas vacaciones en Cannes y dirigiéndose a París el tren en el que viajaba tuvo que detenerse por un accidente y ella salió del vagón para ver que sucedía, cogió un fuerte resfriado que después de algunas complicaciones, y estando ya en La Haya, acabaría con su vida. Tenía cuarenta y nueve años.

Dos días después de su muerte se celebró en Londres una función de ballet y el director de la orquesta anunció:”Y ahora la orquesta interpretará la muerte del cisne en memoria de Ana Pavlova.” Cuando se levantó el telón, un reflector iluminó el centro del escenario vacío, no había ninguna bailarina, pero todos recordaron a la que mejor había representado esta escena.

Es muy posible que si hay un cielo para cisnes, en él esté “La Pavlova” como se la solía llamar.


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