martes, 2 de agosto de 2011

LAS DIFERENTES CLASES DE AMOR.


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En El arte de amar, su libro más conocido y todo un cásico del Siglo XX, Erich Fromm expone su teoría del “amor maduro”, no como un manual donde se den recetas para amar y ser amado, sino exponiendo que el amor no es un sentimiento fácil sino un arte que requiere conocimiento y esfuerzo para ser dominado.
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El arte de amar es una reflexión sobre la condición humana en una de sus facetas principales, el amor y todo lo que se necesita para poder sentirlo de forma madura, acompañado de fuertes críticas al occidente actual por la banalización que de este hace.
Esta lista muestra cada uno de los capítulos del libro…………….¿cuáles te parecen más interesantes y consideras sean más importantes en el arte de amar?
1. El Amor Erótico
Fromm reconoce diversos tipos de amor, el erótico es uno de ellos.
El anhelo de fusión completa, de unión con una única otra persona. Por su propia naturaleza, es exclusivo y no universal; es también, quizá, la forma de amor más engañosa que existe.
Supónese que el amor es el resultado de una reacción espontánea y emocional, de la súbita aparición de un sentimiento irresistible. De acuerdo con ese criterio, sólo se consideran las peculiaridades de los dos individuos implicados -y no el hecho de que todos los hombres son parte de Adán y todas las mujeres parte de Eva-.
Se pasa así por alto un importante factor del amor erótico, el de la voluntad. Amar a alguien no es meramente un sentimiento poderoso -es una decisión, es un juicio, es una promesa-. Si el amor no fuera más que un sentimiento, no existirían bases para la promesa de amarse eternamente. Un sentimiento comienza y puede desaparecer. ¿Cómo puedo yo juzgar que durará eternamente, si mi acto no implica juicio y decisión?
2. El Amor entre Padres e Hijos
Capítulo III (El Amor entre Padres e Hijos)
Desde que nacemos experimentamos el primer amor posible, el amor materno. Al infante lo rodea, lo protege es su todo la madre. Al crecer el padre o la figura paterna empieza a ganar importancia, se impone el orden, la disciplina el amor no incondicional sino otorgado por merito y esfuerzo.
Quizás cayendo en arquetipos, Fromm diferencia el amor materno y paterno y estipula la importancia que ambos tienen en el futuro adulto. Por un lado el ansia de ser amado sin condiciones y por otro lado el mérito y el esfuerzo, el ser amado por las cualidades que hacen mejor a una persona.
El primero es incondicional, se recibe sin motivo alguno, el segundo se controla y se puede ganar si se actúa como se espera de uno. Ambos son necesarios para el desenvolvimiento de la persona y causa de problemas cuando alguno de los dos falla o no realiza lo que se espera.
3. Amor a Uno mismo
Fromm reconoce diversos tipos de amor, el amor a uno mismo es uno de ellos.
A veces mal entendido, una buena autoestima es fundamental para relacionarse con otros. ¿Como se puede amar si ni siquiera se ama a si mismo?
De ello se deduce que mi propia persona debe ser un objeto de mi amor al igual que lo es otra persona. La afirmación de la vida, felicidad, crecimiento y libertad propios, está arraigada en la propia capacidad de amar, esto es, en el cuidado, el respeto, la responsabilidad y el conocimiento. Si un individuo es capaz de amar productivamente, también se ama a sí mismo; si sólo ama a los demás, no puede amar en absoluto.
4. Amor Fraternal
Fromm reconoce diversos tipos de amor, el fraternal es uno de ellos.

Amor a los iguales, a los demás, al prójimo. Sin duda que es cierto que el respeto y aprecio mutuo es la base de toda sociedad.
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5. Amor a Dios
Fromm reconoce diversos tipos de amor, el amor a Dios es uno de ellos.
El amor a Dios pasa por diversas etapas dependiendo de quien lo adore. Desde la adoración de animales, dioses con forma de humanos, dioses sin forma alguna hasta llegar al último estado. Dios como todo lo deseable; justicia, amor, compasión, verdad.
En la religión contemporánea encontramos todas las fases, desde la más antigua y primitiva hasta la más elevada. La palabra “Dios” denota el jefe de tribu tanto como la “Nada absoluta”. En igual forma, cada individuo conserva en sí mismo, en su inconsciente, como lo ha demostrado Freud, todas las etapas desde la del infante desvalido en adelante.
La cuestión es hasta qué punto ha crecido. Una cosa es segura: la naturaleza de su amor a Dios corresponde a la naturaleza de su amor al hombre, y, además, la verdadera cualidad de su amor a Dios y al hombre es con frecuencia inconsciente -encubierta y racionalizada por una idea más madura de lo que su amor es-.
El amor al hombre, además, si bien directamente arraigado en sus relaciones con su familia, está determinado, en última instancia, por la estructura de la sociedad en que vive. Si la estructura social es de sumisión a la autoridad -autoridad manifiesta o autoridad anónima de la opinión pública y del mercado-, su concepto de Dios será infantil y estará muy alejado del concepto maduro, cuyas semillas se encuentran en la historia de la religión monoteísta.
6. ¿Es el Amor un Arte?
Capítulo I (¿Es el amor un arte?)
Sentimiento placentero y automático o un arte posible de aprender. Esa es la interrogante que se intenta absolver en este capítulo .
El autor se decanta por lo primero, y procede a hacer un análisis del amor en el occidente moderno.
El amor es percibido como algo que se recibe, un objeto y para obtenerlo debemos ser dignos de este. Cumplir los patrones sociales de éxito comúnmente aceptados, ser sexualmente atractivos y otros por el estilo.
La creencia es que lo fácil es amar y lo difícil conseguir a quien amar, este pensamiento causado por el predominio del Amor Romántico en la actualidad donde el principal problema es conseguir la pareja y no se considera al sentimiento más que una reacción automática.
A pesar de las pruebas en contra, la capacidad de amar es considerada un don innato al hombre, no un arte que se debe estudiar a conciencia y practicar el mismo para alcanzar dominio de la materia. Y este libro pretende dar algunas pautas para poder afrontar con éxito este problema.
7. La Práctica del Amor
Final del libro y capítulo donde el autor busca dar una serie de enfoques que ayuden al lector a mejorar su práctica del amor.
En primer lugar ser disciplinados, ningún arte se denomina si solo se practica al estar de humor. Actuar dentro de ciertos límites horarios, ser moderados en las costumbres y sobre todo no considerar a la disciplina algo impuesto desde afuera sino en expresión de la propia voluntad.
La concentración, procurar mantener esa condición es un fin en si mismo, tendemos a hacer muchas cosas a la vez y es común el que se desespera si se le deja un rato solo consigo mismo.
Si dos personas hablan acerca del crecimiento de un árbol que ambas conocen, del gusto del pan que acaban de comer juntas, o de una experiencia común en el trabajo, tal conversación puede ser pertinente, siempre y cuando experimenten lo que hablan y no se refieran a ese tema de una manera abstracta; por otro lado, una conversación puede referirse a cuestiones religiosas o políticas y ser, no obstante, trivial; ello ocurre cuando las dos personas hablan en clisés, cuando no sienten lo que dicen.
Debo agregar aquí que, así como importa evitar la conversación trivial, importa también evitar las malas compañías. Por malas compañías no entiendo sólo la gente viciosa y destructiva, cuya órbita es venenosa y deprimente.
Me refiero también a la compañía de zombies, de seres cuya alma está muerta, aunque su cuerpo siga vivo; a individuos cuyos pensamientos y conversación son triviales; que parlotean en lugar de hablar, y que afirman opiniones que son clisés en lugar de pensar.
Pero no siempre es posible evitar tales compañías, ni tampoco es necesario. Si uno no reacciona en la forma esperada -es decir, con clisés y trivialidades- sino directa y humanamente, descubrirá con frecuencia que esa gente modifica su conducta, muchas veces con la ayuda de la sorpresa producida por el choque de lo inesperado.
Si el hombre quiere ser capaz de amar, debe colocarse en su lugar supremo. La máquina económica debe servirlo, en lugar de ser él quien esté a su servicio. Debe capacitarse para compartir la experiencia, el trabajo, en vez de compartir, en el mejor de los casos, sus beneficios.
La sociedad debe organizarse en tal forma que la naturaleza social y amorosa del hombre no esté separada de su existencia social, sino que se una a ella. Si es verdad, como he tratado de demostrar, que el amor es la única respuesta satisfactoria al problema de la existencia humana, entonces toda sociedad que excluya, relativamente, el desarrollo del amor, a la larga perece a causa de su propia contradicción con las necesidades básicas de la naturaleza del hombre.
Hablar del amor no es “predicar”, por la sencilla razón de que significa hablar de la necesidad fundamental y real de todo ser humano. Que esa necesidad haya sido oscurecida no significa que no exista. Analizar la naturaleza del amor es descubrir su ausencia general en el presente y criticar las condiciones sociales responsables de esa ausencia. Tener fe en la posibilidad del amor como un fenómeno social y no sólo excepcional e individual, es tener una fe racional basada en la comprensión de la naturaleza misma del hombre.
8. La Teoría del Amor
Capítulo II (La Teoría del Amor)
Antes de teorizar el amor, analiza el sujeto del mismo. El hombre. Y considera la principal característica de este, la conciencia de si mismo. El ser humano es el único que sabe va a morir, se sabe diferente de otros y distinto de los demás, un ente aparte.
Esta conciencia de la separación es la que genera la búsqueda de amor, las ansias de unidad, de trascender y superar la soledad intrínseca al ser humano. Cada ser humano dependiendo de quien es, sus circunstancias dará respuestas diferentes. La adoración religiosa, sacrificios humanos, ceremonias orgiásticas, el trabajo obsesivo, el ascetismo, la lujuria son diferentes aspectos de esta busqueda incesante.
El autor pone como ejemplo la uniformidad como busqueda de unidad con la masa. Se argumenta en este capítulo que el alejarse del rebaño para la mayoría de hombres es insoportable, manteniendo la ilusión de individualidad mediante débiles sucedáneos que solo lo sitúan en un lado de la masa como ser hincha de un equipo o fanático de alguna estrella. Hasta la pretendida igualdad de los géneros es un síntoma.
9. Los Objetos Amorosos
Capítulo IV (Los Objetos Amorosos)
La creencia de que el amor es exclusivo y único por una sola persona, es combatido por Fromm, para este el amor es una actitud hacia el mundo, una forma de ver la vida y la relación con los demás.
El amor no es esencialmente una relación con una persona específica; es una actitud, una orientación del carácter que determina el tipo de relación de una persona con el mundo como totalidad, no con un “objeto” amoroso. Si una persona ama sólo a otra y es indiferente al resto de sus semejantes, su amor no es amor, sino una relación simbiótica, o un egotismo ampliado.
Puede compararse esa actitud con la de un hombre que quiere pintar, pero que en lugar de aprender el arte sostiene que debe esperar el objeto adecuado, y que pintará maravillosamente bien cuando lo encuentre. Si amo realmente a una persona, amo a todas las personas, amo al mundo, amo la vida. Si puedo decirle a alguien “Te amo”, debo poder decir “Amo a todos en ti, a través de ti amo al mundo, en ti me amo también a mí mismo”.
10. El amor y su desintegración en la sociedad occidental contemporánea
Capitulo V (El amor y su desintegración en la sociedad occidental contemporánea)
¿ Es posible el amor en el occidente contemporáneo ? es lo que se pregunta el autor, y la respuesta es sorprendente considerando la cantidad de novelas, películas, libros, poemas y canciones de una cultura obsesa con el tema del amor. Es muy dificil y raro encontrar amor.
En ese concepto del amor y el matrimonio, lo más importante es encontrar un refugio de la sensación de soledad que, de otro modo, sería intolerable. En el “amor” se encuentra, al fin, un remedio para la soledad. Se establece una alianza de dos contra el mundo, y se confunde ese egoísmo á deux con amor e intimidad.
El amor no es el resultado de la satisfacción sexual adecuada; por el contrario, la felicidad sexual -y aun el conocimiento de la llamada técnica sexual- es el resultado del amor. Si aparte de la observación diaria fueran necesarias más pruebas en apoyo de esa tesis, podrían encontrarse en el vasto material de los datos psicoanalíticos.
El estudio de los problemas sexuales más frecuentes -frigidez en las mujeres y las formas más o menos serias de impotencia psíquica en los hombres-, demuestra que la causa no radica en una falta de conocimiento de la técnica adecuada, sino en las inhibiciones que impiden amar.
El temor o el odio al otro sexo están en la raíz de las dificultades que impiden a una persona entregarse por completo, actuar espontáneamente, confiar en el compañero sexual, en lo inmediato y directo de la unión sexual. Si una persona sexualmente inhibida puede dejar de temer u odiar, y tornarse entonces capaz de amar, sus problemas sexuales están resueltos. Si no, ningún conocimiento sobre técnicas sexuales le servirá de ayuda.
11. Amor neurótico femenino
La condición básica del amor neurótico radica en el hecho de que uno o los dos “amantes” han permanecido ligados a la figura de un progenitor y transfieren los sentimientos, expectaciones y temores que una vez tuvieron frente al padre o la madre, a la persona amada en la vida adulta; tales personas no han superado el patrón de relación infantil, y aspiran a repetirlo en sus exigencias afectivas en la vida adulta.
Amor neurótico femenino.
Más complicada es la clase de perturbación neurótica que aparece en el amor basado en una situación paterna de distinto tipo, que se produce cuando los padres no se aman, pero son demasiado reprimidos como para tener peleas o manifestar signos exteriores de insatisfacción.
Al mismo tiempo, su alejamiento les quita espontaneidad en la relación con los hijos. Lo que una niña experimenta es una atmósfera de “corrección”, pero nunca le permite un contacto íntimo con el padre o la madre y por consiguiente la desconcierta y atemoriza. Nunca está segura de lo que sus padres sienten o piensan; siempre hay un elemento desconocido, misterioso, en la atmósfera. Como resultado, la niña se retrae en un mundo propio, tiene ensoñaciones, permanece alejada; y su actitud será la misma en las relaciones amorosas posteriores.
12. Amor neurótico masculino
La condición básica del amor neurótico radica en el hecho de que uno o los dos “amantes” han permanecido ligados a la figura de un progenitor y transfieren los sentimientos, expectaciones y temores que una vez tuvieron frente al padre o la madre, a la persona amada en la vida adulta; tales personas no han superado el patrón de relación infantil, y aspiran a repetirlo en sus exigencias afectivas en la vida adulta.
Amor neurótico masculino.
Con respecto a nuestro previo análisis de la personalidad centrada en la madre o en el padre, el siguiente ejemplo de ese tipo de relación neurótica amorosa frecuente hoy en día, se refiere a los hombres que, en su desarrollo emocional, han permanecido fijados a una relación infantil con la madre.
Trátase de hombres que, por así decir, nunca fueron destetados; siguen sintiendo como niños; quieren la protección, el amor, el calor, el cuidado y la admiración de la madre; quieren el amor incondicional de la madre, un amor que se da por la única razón de que ellos lo necesitan, porque son sus hijos, porque están desvalidos.
Tales individuos suelen ser muy afectuosos y encantadores cuando tratan de lograr que una mujer los ame, y aun después de haberlo logrado. Pero su relación con la mujer (como, en realidad, con toda la gente) es superficial e irresponsable. Su finalidad es ser amados, no amar.
Un caso ilustrativo es el de un hombre cuya madre es fría e indiferente, mientras que el padre (en parte como consecuencia de la frialdad de la madre) concentra todo su afecto e interés en el hijo.
Es un “buen padre”, pero, al mismo tiempo, autoritario. Cuando está complacido con la conducta de su hijo, lo elogia, le hace regalos, es afectuoso; cuando el hijo le da un disgusto, se aleja de él o lo reprende. El hijo, que sólo cuenta con el afecto del padre, se comporta frente a éste como un esclavo.
Su finalidad principal en la vida es complacerlo, y cuando lo logra, es feliz, seguro y satisfecho. Pero cuando comete un error, fracasa o no logra complacer al padre, se siente disminuido, rechazado, abandonado. En los años posteriores, ese hombre tratará de encontrar una figura paterna con la que pueda mantener una relación similar.

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