jueves, 18 de agosto de 2011

VIDA Y OBRA DE RUBÉN DARIO


Rubén Dario

1867

Nace Rubén Darío en Metapa (18/I), municipio de departamento de Matagalpa (hoy Ciudad de Darío) primogénito del mal avenido matrimonio de Manuel García (Darío) y Rosa Sarmiento Alemán. Es bautizado en León Santiago de los Caballeros, domicilio de sus mayores (3/III) dentro del rito católico y con el nombre de Félix Ramírez y no Máximo Jérez como el mismo poeta afirma en su autobiografía. Su nombre literario será la unión de su segundo nombre legal y el apellido Darío que produce de la tradición de llamar a los miembros de toda su familia con el nombre de su jefe: en este caso los Darío por Mayorga.

1869

Después de la separación de Manuel García, Rosa Sarmiento se fuga con su hijo Rubén y Juan Benito Soriano de la casa de su tía y madre adoptiva Bernarda Sarmiento, quien había concertado las primeras bodas Radican en San Marcos de Colón, Honduras, pero meses más tarde, el coronel Félix Ramírez Madregil, esposo de Bernarda Sarmiento, va a buscar al niño y lo lleva a León; desde entonces pertenecerá definitivamente al hogar Ramírez Sarmiento y firmará sus libros escolares Félix Rubén Ramírez. La casa de sus “padres” reunía políticos e intelectuales de la época; sus tertulias eran muy afamadas. “Mamá Bernarda” tenía dotes de conversadora.

1870

La infancia de Darío transcurre en León ciudad llena de cúpulas, calles empedradas, casa fortaleza y leyendas de “aparecidos”, caballos desbocados “curas sin cabezas”, todo un ambiente de colonial que inculca en su ánimo terror y religiosidad “La casa era mi temerosa por las noches. Anidaban las lechuzas en los aleros. Me contaban cuentos de ánimas en penas y aparecidos los dos únicos sirvientes: La Serapia y el indio Goyo. Vivía aún la madre de mi tía abuela, una anciana, toda blanca por los años y atacada de un temblor continuo. Ella también me infundía miedo. (Autobiografía)

Según el mismo Darío ya a los tres años sabía leer.

1871

“El coronel Ramírez murió y mi educación quedó únicamente a cargo de mi tía abuela. Fue mermando el bienestar de la viuda y llegó la escasez, si no la pobreza. La casa era una vieja construcción a la manera colonial: cuartos seguidos, un corredor, un patio con su pozo, árboles”. (Autobiografía)

1874

“Se me hacía ir a una escuela pública. Aun vive el buen maestro, que era entonces bastante joven, con fama de poeta: de licenciado Felipe Ibarra. Usaba, naturalmente, conforme con la pedagogía singular de entonces, la palmeta y en casos especiales, la flagelación en las desnudas posaderas... Pero quien primeramente me enseñó el alfabeto, mi primer maestro, fue una mujer: Jacoba Tellería, quien estimulaba mi aplicación con sabrosos pestiños, bizcotelas y alfajores que ella misma... La maestra no me castigó sino una vez, en que me encontrara. ¡a esa edad, Dios mío!, en compañía de una precoz chicuela, iniciando indoctos e imposibles Dafnis y Cloe”. (autobiografía)

1877

debe haber sido por este tipo que “en un viejo armario encontré los primeros libros que leyera. Eran un Quijote las obras de Moratín Las mil y una noche, la Biblia; los oficios, de Cicerón; la Corina de Madame stäel, un tomo de comedias clásicas españolas, y una novela de terrorífica, de ya no recuerdo qué autor, La caverna de strozzi. Estraña y ardua mezcla de cosas para la cabeza de un niño.

1878

“De mi sé decir que a los diez años ya componía versos, y que no cometí nunca una asola falta de ritmo.” “Del centro de uno de los arcos, en la esquina de mi casa, pendía una granada dorada. Cuando pasaba la procesión del Señor del Triunfo, el Domingo de Ramos, I agranda se abría y caía una lluvia de versos. Yo era el autor de ellos. No he podido recordar ninguno... pero si sé que eran versos, versos brotados instintivamente. Yo nunca aprendí a hacer versos. Ellos fue en mí orgánico, natural nacido.” (Autobiografía.) Estudia con los jesuitas expulsados de Guatemala, en la Iglesia de Recolección de León, donde conoce sus primeros clásicos latinos. “Había entre ellos hombres eminentes: un padre Koening, austríaco, famoso como astrónomo; un padre Valenzuela, célebre en Colombia como poeta.” (Autobiografía)



1879

En enero compone el soneto “La fe” que es su primera pieza conocida y comienza a establecer sus primeros contactos intelectuales. “León tiene un núcleo de intelectuales, poetas algunos periodistas, jurisconsultos, literatos todos ... Mariano Barreto ahonda mucho en el sabor idiomático; Román y José María Mayorga Rivas, Cesáreo Salinas, Manuel cano y Félix Medina son poetas; Felipe Ibarra, Samuel Meza, Tomás Ayón y su hijo Alfonso Jesús Hernández Somoza, son jurisconsultos y publicistas; Ricardo Contreras mexicano, ejerce la docencia y la critica literaria; modesto Barrios es periodista y orador. Todos estimulan a Rubén celebrando sus composiciones, solicitando su colaboración para diversos actos académicos y facilitándole obras literarias que leer con delectación. Esos escritores profesan el liberalismo ideológico; son lectores de Juan Jacobo Rousseaux, y de Montesquieu, de Tácito, de Plutarco y en aquel momento tiene como oráculo al ilustre ecuatoriano Juan Montalvo “(E. Torres: La dramática vida de Rubén Darío.)

1880

Ya iba cumplir mis trece años y habían aparecido mis primeros versos en un diario titulado: El Termómetro, que publicaba en la ciudad de Rivas el historiador y hombre político José Dolores Gómez” (Autobiografía.) Entre enero y septiembre escribe: “Naturaleza”, “Al mar”, “a Víctor Hugo”, “Clase”, “Una lágrima” “Desengañado” “A...”, “El poeta” y “A ti”. Publica asimismo en la revista El Ensayo de León y firma con sus anagramas: Bruno Erdía y Bernardo I, U. “Otros versos míos se publicaron y se me llamó en mi república y en las cuatro de Centroamérica, “el poeta niño”. (Autobiografía)

1881

El 10 de Julio Rubén Darío data la portada manuscrita del tomo I de su primera obra, Poesía y artículos en prosa , que quedó sin imprimir, sólo póstumamente la Universidad de Nicaragua hizo una edición facsimilar con motivo del cincuentenario de la muerte del poeta. Del tomo II, que hace suponer Darío en la portada, y que debía contener los “artículos en prosas”, se deduce el paradero. En el periódico político La Verdad, de León, escribe artículos de combate que redactaba a la manera de Juan Montalvo, contra el gobierno. En diciembre su fama lo lleva a Managua, buscando ayuda oficial, y cuenta con la protección de los liberales.

1882
De lectura (24 /I) a su poema en cien décimas “El libro” en una fiesta del palacio del
Ejecutivo y ante el presidente de la República Joaquín Zavala: “Extraje de mi bolsillo una larga serie de décimas todas ellas rojas de radicalismo antirreligiosos, detonantes, posiblemente ateas y que causaron un efecto de todos los diablos. “El Gobierno de Nicaragua asume (30 /I) los gastos de la instrucción del poeta en un colegio de Granada. Darío no acepta la protección estatal y en agosto sus amigos lo embarcan hacía el Salvador con el fin de disuadirlo de su matrimonio con Rosario Murillo, la “garza morena”. En este país se reencuentra con su paisano el paisano el poeta Ramón Mayorga Rivas y escriben conjuntamente un poema (15 /IX)

1883

En velada con la que conmemora el I Centenario del nacimiento de Simón Bolívar (24 /VII) en San Salvador, lee su poema Al Libertador Bolívar, que se editará en la Imprenta de la Ilustración. Es maestro de gramática en liceos Salvadoreños. Estudia ocultismo y practica magnetismo y “anduve a la diabla con mis amigos bohemios”. Conoce a Francisco Gavidia, quien se encuentra adaptando las nuevas formas de alejandrino francés y es documentado conocedor de la poesía de Hugo. Regresa a Nicaragua reanuda sus amoríos con la “garza morena” y por diciembre se encuentra trabajando en un establecimiento comercial de Granada. Escribe “Alegorías”. Edita A la Unión Centroamericana (Tipografía de J. Hernández, León).

1884

Desempeña un puesto en la secretaria privada de la presidencia de Nicaragua durante el período de Adán Cárdenas y trabajo en la Biblioteca Nacional que dirige el poeta Antonio Aragón. Miembro de la comitiva que asiste al encuentro (13 /VIII) de los presidentes de Nicaragua y el Salvador, que se verifica en San Juan del Sur y Corinto. Intensas lecturas en la Biblioteca de Autores Españoles, de la colección Rivadeneyra). Colabora en el Diario de Nicaragua, El Ferrocarril y, sobre todo, en el El Porvenir de Nicaragua. Escribe los poemas “Epístola a Juan Montalvo” y “Epístola a Ricardo Contreras”, este último en respuesta a los dos artículos críticos que publicara Contrera sobre “La Ley escrita de Rubén Darío” en el Diario Nicaragüense (16 y 22/X).

1885

Continúa su tarea en la Biblioteca Nacional y según la leyenda, aprende de memoria el Diccionario de la Real Academia. Ante las pretensiones unionistas del presidente de Guatemala Justo Rufino Barrios, el gobierno conservador nicaragüense se le opone y Darío contribuye con poemas patrióticos y un “Himno de guerra”. Escribe poemas y cuentos, entre ellos “Víctor Hugo y la tumba” con motivo de la muerte del maestro francés (21/V). “A las orillas del Rhin”, Las albóndigas del coronel”. Entrega a los talleres de la Tipografía Nacional su libro Epístolas y Poemas, que no se publicará hasta 1888 con el titulo de Primeras Notas.

1886

En enero aparece El Imparcial de Managua, bajo la dirección de Darío, Pedro Ortíz, y Eugenio López. “A causa de la mayor desilusión que pueda sentir un hombre enamorado, resolví salir de mi país” (Autobiografía). El general poeta salvadoreño Juan Cañas, que había sido diplomático en Chile, lo decide: “Vete a Chile. Es el país donde debes ir: Vete a nado, aunque te ahogues en el camino”. Embarca en Corinto (5 V) en el “Uarda” y arriba a Valparaíso el 24 VI. Publica “La Erupción del Momotombo” en El Mercurio (16 VI) y en colaboración con Eduardo Poirier (“fue entonces, después y siempre, como un hermano mío”). Escribe la Novela Emelina para el Certamen de la Unión de Valparaíso. Se traslada a Santiago y se incorpora a la redacción de La Epoca (director: Eduardo MacClure) donde conoce a la élite intelectual santiaguina (Luis Orrego Luco, Manuel Rodríguez Mendoza, Narciso Tondreau, etc.) y hace amistad con Pedro Balmaceda Toro, hijo del presidente (10 XII).

1887

Retorna a Valparaíso donde es nombrado inspector de la Aduana. Se pública Abrojos (Imprenta Cervantes, Santiago) y colabora en la Revista de Artes y Letras. Participa en el Certamen Valera y obtiene el primer premio con el “Canto Epico a las glorias de Chile” y un accesit por las Rimas. Se publica también la novela Emelina que no obtuvo premio. Vuelve a Santiago y a fin de año se traslada a Valparaíso nuevamente. Escribe “Anagké”, “Autumnal”, “El fardo”, “Invernal”, “El velo de la reina Mab”, “El rey burgués”, y “La ninfa”.

“La impresión que guardo de Santiago en aquel tiempo, se reducirá a los siguiente: vivir de arenques y cerveza en una casa alemana para poder vestirme elegantemente, como correspondía a mis amistades aristocráticas.” (autobiografía)

1886

Colaboraciones en el Heraldo, de Valparaíso, y en La Libertad Electoral de Santiago, donde aparece su artículo “Catulo Méndez (sic). Parnasianos y decadentes” –(7 IV): “Juntar la grandeza a los esplendores de una idea en el cerco burilado de una buena combinación de letras; lograr no escribir como los papagayos hablan sino como las águilas callan; tener luz y color en un engarce, aprisionar el secreto de la música en la trampa de plata de la retórica”.

Muere José Victoriano Lastarria sin escribir el prólogo a su libro, tarea que recaerá en Eduardo de la Barra (20, 21 VIII). Aparecerá Azul... que será considerado punto de arranque del modernismo hispanoamericano, donde reúne poemas y cuentos del período chileno. Decide regresar a Nicaragua, pero antes consigue su anhelado cargo de corresponsal de La Nación. De Buenos Aires, periódico en que colaboraban Martín y Groussac, además de Santiago Estrada, “mis maestros de prosa”. Muere su padre Manuel García Darío (5 XI).

1889

Se embarca de Valparaíso (9 II) a Corinto, hace una breve estadía en Lima, donde visita a Ricardo Palma y el general Eloy Alfaro. Antes de partir, escribe su primera corresponsalía para La Nación, sobre la llegada del crucero brasileño “Almirante Barroso” a Valparaíso. Llega a Nicaragua (6 III) y permanece en León. El 1 V pasa a El Salvador, donde cuenta con la protección del general Francisco Menéndez, presidente de la República y partidario de la Unión centroamericana, quien lo designa director del periódico La Unión, creado para difundir los principios integracionistas. Llega la noticia de la muerte, en Santiago, de Pedro Balmaceda Toro (1/VII), en cuyo homenaje escribirá una evocación A. De Gilbert, que se publicó el año siguiente en San Salvador: “¡ Iríamos a París, seríamos amigos de Armand Silvestre, de Daudet, de Catulle Méndez, le preguntaríamos a éste por qué se deja sobre la frente un mechón de su rubia cabellera; oiríamos a Renan en la Sorbona y trataríamos de ser asiduos contertulios de madame Adam; y escribiríamos libros franceses!, eso sí”.



1890

Hace campaña “unionista” con un conjunto de artículos que se recogerán póstumamente como Crónica política. Matrimonio civil con Rafaela Contreras Cañas (21/IV), cuyo complemento religioso es impedido por el cuartelazo de Carlos Ezeta contra el general Menéndez. Sale para Guatemala (27/VI) donde colabora en el Diario de Centro América, antes de pasar a dirigir (8/XIII) El correo de la Tarde. Se publica la segunda edición, ampliada, de Azul ... (Imprenta La Unión Guatemala), precedida del estudio que Juan Valera había hecho para sus Cartas americanas. En su periódico salvadoreño, uno de sus principales amigos fue Francisco Gavidia, “con quien penetré en iniciación ferviente en la armoniosa floresta de Víctor Hugo y de la lectura mutua de los alejandrinos del gran francés, que Gavidia, el primero seguramente ensaya en castellano a la manera francesa surgió en mi la idea de renovación métrica que debía ampliar y realizar más tarde”.

1891

Manuel Cañas de Contreras y su hija Rafaela llegan a Guatemala y se celebra la boda religiosa en la Catedral (11/II). En su diario colabora e joven Gómez Carrillo a quien Darío consigue una pensión para viajar a España. El gobierno dispone suprimir El Correo de la Tarde, cuyo último número sale el 5 VI. con su suegra y esposa embarca rumbo a Costa Rica (15/VIII), donde Gavidia lo incorpora a la redacción de la Prensa Libre, de la que era director.

Nace en San José de Costa Rica su primogénito Rubén Darío Contrera (12 XI). Su protector será el general Lesmes Jiménez quien cancela las deudas del poeta.

1892

Pio Víquez, director de El Heraldo, lo atrae a la redacción del periódico. Al ascender a la presidencia, de Guatemala José María Reina Barrios, decide trasladarse a ese país. Viaja a Guatemala (11/V) donde no obtiene trabajo. Es nombrado entonces secretario de la delegación que el gobierno de Nicaragua envía a España para las fiestas del IV Centenario del descubrimiento de América (V). Se embarca (24/VI) y hace escala en La Habana, donde conoce a Julián del Casal y a Raúl Cay, hermano de la “cubana-japonesa”. Es su compañero de viaje Luis H. Debayle. Llega a Madrid (VIII) donde se relaciona con los intelectuales peninsulares L. Juan Valera. Salvador Rueda (para cuyo libro escribe “Pórtico”) Campoamor: Castelar, Menéndez y Pelayo. Nuñez de Arce y Emilia Pardo Bazán. Escribe “A colón” y “Elogio de la seguidilla”. En noviembre regresa, con escala en la Habana y en Cartagena de Indias, donde visita a Rafael Nuñez quien le promete un consulado en Buenos Aires.

1893

Muere su esposa Rafaela Contreras en El Salvador (26/I) y dos meses después se casa en Managua con Rosario Murillo (8/III) en un matrimonio que denunció como una unión forzada. Llega a Panamá (3/IV) con su nueva esposa, pero ésta regresa pocos días después a Nicaragua. Poco después nacerá Darío, primogénito del matrimonio, que morirá pronto. Viaja a New York, donde a fines de mayo conoce a su administración José Martí, quien lo llama “¡Hijo!”. Parte para Francia (7/VI) cuya capital desde niño quiso conocer: “Era la ciudad del Arte, de la Belleza y de la Gloria; sobre todo, era la capital del Amor.” Gómez Carrillo y, más, Alejandro Sawa, lo atienden y puede conocer en un café a Velaine, así como a Charles Morice y sobre todo a Jean Moreás. En París, “me inicié en aventuras de altas y fácil galanterías”. Agotados de sus recursos, parte para Buenos Aires a donde llega el 13/VIII incorporándose al personal de La Nación, pero escribe en La Tribuna y otros diarios. Sus primeros amigos: Enrique de Vedia, José Ceppi (Anibal Latino), Julio Piquet, José Miró (Julián Martel) y especialmente Roberto J. Payró.

1894

“Claro es que mi mayor número de relaciones estaba entre los jóvenes de las letras con quienes empecé a hacer vida nocturna, en cafés y cervecerías”: Eduardo L- Holmber, Alberto Ghiraldo, Charles Sóussens, José Ingenieros, José Pardo, Antonio Lamberti.

“Pasaba pues, de mi vida bonaerense, escribiendo artículos para La Nación y versos que fueron más tarde mis Prosas profanas, y buscando por la noche el peligroso encanto de los paraísos artificiales.” (Autobiografía)

En compañía del joven poeta boliviano Ricardo Jaimes Freyre funda y dirige la Revista de América de la que sólo aparecen tres números. A fines de año Carlos Vega Belgrano pasa a presidir el Ateneo de Buenos Aires que se abre a los jóvenes valores que rodean a Darío.

1895

Muere en el Salvador su madre Rosa Sarmiento (3/V), y a la muerte de Rafaela Nuñez se le comunica la supresión del Consultado colombiano. Vive por lo tanto de sus colaboraciones en La Nación y, por mediación de Mariano de Vedia, en La Tribuna: “Mi obligación era escribir todos los días una nota larga o corta en prosa o verso, en el periódico”. Escribe la serie de semblanzas literarias que recogerá en Los raros (1896). Visita la isla Martín García (V), donde escribe poemas, entre ellos la “Epístola a Ricardo Jaimes Freyre” y la “Marcha Triunfal”.

Prologa libros de Emilio Rodríguez (Gotas de Absintio) y Alberto Ghiraldo (Fibras).



1896

Es el año de apoteosis de Darío: se publican Los raros (Talleres de “La Vasconía”) y Prosas profanas y otros poemas (Imprenta de Pablo Coni e Hijos), cuyos gastos fueron sufragados por Carlos Vegas Belgrano, quien entonces dirigía El Tiempo, donde colaboraba Darío. Aparte de las famosas Palabras liminares que sirven de manifiesto al libro, Darío publicó su respuesta a la critica de Groussac sobre Los raros en “Los colores des estandarte. (La Nación, 27/XI). Prosas profanas debió aparecer a fin de año y difundirse en el siguiente, cuando se suceden las criticas elogiosas. En este mismo año llega a Buenos Aires el otro joven (el primero fue Ricardo Jaimes Freyre) que Darío habría de apoyar con vehemencia: Leopoldo Lugones, que se integrará al cenáculo de Aure´s Keller, El viaje a Córdoba donde lee el poema “En elogio del ilustrísimo Obispo de Córdoba, Fray Mamerto Esquiú”(15/X), da lugar a un escándalo literario que Darío reseño en el Tiempo (19/X).

1897

Procura ayuda económica del presidente de Nicaragua, José Santos Zelaya, sin obtener más promesas.

Rosario Murillo vuelve a urgirlo para que la lleve a Buenos Aires. Continúa su intensa producción literaria en los diarios de Buenos Aires: cuentos :”Gesta moderna”, “Por el Rhin” “La Leyenda de San Martín patrono de Buenos Aires”; poemas: “Balada a Leopoldo Díasz”, “Diálogo de una mañana de Año Nuevo” y artículos literarios y de actualidad. Celebrada con entusiasmo la aparición de Las montañas de oro de Leopoldo Lugones (El Tiempo, 26/XI).

Comienza a publicar en la Biblioteca, que dirigir Paul Groussac, una novela arqueológica en el estilo de Salambó, de flaubert; El hombre de oro. Da a conocer tres capítulos (V,VI,IX), a los que puede vincular un texto de 1898, “La fiesta en Roma”, pero no continúa su proyecto.

1898

La guerra hispanoamericana lo conmueve y sus artículos de El Tiempo censura acremente a Estados Unidos: “No, no puedo, no quiero estar de parte de esos búfalos de dientes de plata. Son enemigos míos, son los aborrecedores de la sangre latina, son los bárbaros. Así se estremece hoy todo noble corazón, así protesta todo digno de hombre que algo conserve de la leche de la Loba” (20/V). La Nación, que ha tomado partido por España, decide enviar un corresponsal que informe de la situación española. Julio Piquet designa a Darío, quien se embarca el 3/XII para Europa.

En ese año ha mantenido su producción periodística, en la que se destaca su artículo a la muerte de Stéphane Mallarmé (X) y sobre todo Puvis de Chavanne.

1899

Llega a Barcelona (1/I) y celebra la vitalidad y la energía del alma catalana. Viaja a Madrid (4/I) donde escribe varias correspondencias (“los políticos del día parece que para nada se diesen cuenta del menoscabo sufrido”) que luego compondrá su libro España contemporánea. Retoma su vínculos con los intelectuales incluyendo nuevos (Benavente, Maeztu, Ruiz Contrera, Manuel Machado, Francisco Villaespesa y Juan Ramón Jiménez).

Publica poema de motivo hispánicos: “Cyrano en España”, “Al rey Oscar” y “Trébol”. Conoce a Francisca Sánchez del pozo, una campesina sencilla y hermosa, analfabeta, a quien Darío enseña a leer y hace su mujer. Visita en octubre la casa de sus padres en Navalsaúz, Avila. Recibe orden de La Nación de trasladarse a París para escribir sobre la Exposición Universal.

1900

Parte a París y hace una visita al santuario de Lourdes. El 20/IV envía su primera corresponsalía sobre la Exposición (la serie de todos los artículos se recogerá en peregrinación, 1901). En París se trata con Gómez Carrillo, Manuel Ugarte, Rufino Blanco Fombona y establece amistad con Justo Sierra y Amado Nervo.

Conoce y escribe sobre Henri de Groux, pintor belga; y sobre el anarquista Laurent Tailhade. Con motivo del año Santo, viaja a Italia (11/IX) y visita Turín Génova, Pisa, Livorno, Roma y Nápoles. En Roma presencia una ceremonia del Papa León XIII, sobre el cual escribe emocionado. Allí se encuentra con Vargas Vila, que en el libro, que le dedica, a su muerte, evoca esos días: “es el genio de Darío lo que ha hecho mi admiración por él, pero es la debilidad de Darío, la que ha hecho mi cariño y mi amistad por él; era un niño perdido en un camino”. En Madrid nace su hija Carmen (IV) la cual habrá de morir el año siguiente.

1901

Tres Volúmenes publica en la editorial de la viuda de Ch. Bouret: España contemporánea y Peregrinaciones, que recopilan sus artículos para La Nación, el segundo de los cuales con un prólogo de Justo Sierra y la segunda edición, ampliada, de Prosas profanas, con el agrado de un prólogo de José E. Rodó que aparece sin firma.

Francisca Sánchez se reúne con él en París. Viaja a Inglaterra, visita Stratford on Avon, y luego a Bélgica. En el verano se traslada a Dieppe en compañía de Manuel Ugarte. Escribe largas corresponsalías para La Nación y pasa por apuros de dinero que son ya en él una costumbre, Atiende a las actualidades francesas en una serie de artículos que al año siguiente te recogerá en el volumen La Caravana Pasa.

1902

La editorial de los hermanos Garmiel publican La Caravana Pasa. En París trata a Antonio Machado y aun que sus líneas o éticas serán distintas, mantendrán una constante estimación recíproca.

También le escribe desde España Juan Ramón Jiménez pidiéndole colaboración para su Revista Helios, donde Darío dará a conocer algunos de sus más importantes poemas. Ya Darío había escrito el “Atrio para las Ninfea, de J.R.J. (1900). Amado Nervo retorna a México donde se publicara su libro el Exodo y Las flores del camino, con un soneto, amanera de prólogo de Darío.

1903

El gobierno de Nicaragua lo nombra Cónsul en París (12/III): “Entres mis tareas consulares y mi servicio en La Nación pasaba mi existencia parisiense”. Vivía en el barrio de Montmartre y solía cenar en Au Filet de Sole, con los hispanoamericanos que residían en parís (el Cubano Eulogio Horta, Ricardo Rojas, Ugarte, Lugones, etcétera). Nace su segundo hijo con Francisca Sánchez: Rubén Darío Sánchez a quien su padre apoda phocás, el campesino. Escribe el prólogo para Crónicas Bulevar de Miguel Ugarte.

Viaja a Málaga y pasa por Barcelona. Sus impresiones se reunirán al año siguiente en el volumen Tierra Solares. Elogia “La Barcelona de Rusiñol y de Gual”, la actividad de la ciudad y su modernidad. En “La tristeza andaluza” elogia “Arias triste”, el libro de Juan Ramón Jiménez.

1904

Viaja a Gibraltar y Marruecos y después visita Granada, Sevilla y Córdoba (II); retorna a París (III). En mayo iniciara su recorrido por “tierras de bruma”. Visita Alemania, Austria, Hungría e Italia. En Madrid aparece Tierra Solares (Tipografía de la Revista de Archivo), cuya edición está a cuidado de Gregorio Martínez Sierra, quien también retorna del editor la publicación de la crónica de opiniones. Comienza a encarar su nuevo libro de poesía Juan Ramón Jiménez le trasmite un pedido de colaboración para la revizta Blanco y Negro. Prologa un libro de Blanco Fombona (Pequeña Opera lírica), y otro de Valle Inclán (Sonata de primavera).

1905

Retorna con Francisca Sánchez a España (II) y en la sección solemne del Ateneo de Madrid da ha conocer “Salutación de lo Optimista” (28/III). Escribe así mismos la “Letanía a Nuestro Señor Don Quijote”. En Navalsaúz fallece (10/VI) Rubén Darío Sánchez Phocás. Con la ayuda de Juan Ramón Jiménez procede a preparar su primer libro que titula definitivamente, después de varias dudas: Cantos de Vida y Esperanza, los Cines y otros poemas (Tipografía de la Revista de Archivo). Es la más hondamente artística y humanas de sus obras y de ella se retiraron quinientos ejemplares. Su breve prólogo reitera su estética y justifica su inclusión de su “Oda a Roosevelt” diciendo: “si en estos cantos hay política es por que aparece universal. Y si encontráis versos a un presidente, es porque son un clamor continental”. Publica así mismo por la editorial Maucci, la segunda edición corregida y aumentada, de los raros, y en Buenos Aires sale en la Biblioteca de La Nación una edición reducida de Azul ...

1906

Viaja a Inglaterra y Bélgica (V). Es designado secretario de la delegación de Nicaragua la Conferencia Panamericana de Río de Janeiro, y por ello se reúne con el ministro Felipe Correa en Nueva York. Entre los delegados centroamericanos se encontrarán dos poetas amigos Juan Ramón Molina y Ramón Mayorga Rivas, secretario de las delegaciones hondureña y salvadoreña. (“Esa conferencia entre los secretarios éramos gigantes y los ministro pigmeo”). En Río de Janeiro escribe la Salutación al águila “que le valdrá reproches de Blanco fombona viaja a Buenos Aires (VIII). Donde La Nación le ofrece una gran banquete. Acaba de dar a conocer su “Oda a Mitre” (París, Imprimerie, Eymeoud). Retorna a París y pasa el invierno en Palma de Mallorca donde trata Joan Alcover, Gabriel Alomar, Emilio Guanyabens y José Carner. Concibe allí su novela La isla de oro que quedara inconclusa y su “Epístola a madame Lugones”. Entre quienes los visita en ese lugar de paz está el pintor mexicano Ramón Martínez. Aparece su libro de ensayo Opiniones (Librería de Fernando Fe, Madrid) y escribe el preludio para Alma América llega a París buscando una reconciliación.

1907

Mantiene en Brest, durante el verano, su entrevista con Rosario Murillo. En octubre nace en París el segundo Rubén Darío Sánchez, a quien Darío llamará Güicho. El mismo mes parte de París con destino a Nicaragua y después de una escala en Panamá llega a Corinto (23/X): “Tras quince años de ausencia, deseaba yo volver a mi tierra natal. Había en mí algo como una nostalgia del Trópico.” Recorre triunfalmente, en noviembre y diciembre, las principales ciudades de Nicaragua: León, Managua, Masaya,. El congreso Nacional crea la “Ley Darío” para facilitarle el divorcio con Rosario Murillo, pero la disolución de vínculo legal no se lleva a cabo. El gobierno liberal del general José Santos Zelaya designa a Darío ministro residente ante el gobierno de España (21/XII). En Madrid aparece la segunda edición de Cantos de Vida y Esperanza y una recopilación de artículos periodísticos: Parisiana (Librería Fernando Fe). En edición de la Tipografía de archivos, aparece su nuevo libro de poesía “El Canto errante, que lleva como prólogo (“Dilucidaciones”) sus artículos para El Sol de Madrid: “Como hombre he vivido en lo cotidiano; como poeta no he claudicado nunca, pues siempre he tendido a la eternidad.”

1908

Prolonga su permanencia en Nicaragua hasta abril el que viaja de retorno a Europa: “Como alejado y como extraño a vuestra disensiones políticas, no me creo siquiera con el derecho de nombrarla. Yo he luchado y he vivido no por los Gobierno sino por la Patria: y si algún ejemplo quiero dar a la juventud de esta tierra ardiente y fecunda, es el del hombre que desinteresadamente se consagró a ideas de arte, lo menos posiblemente positivo, y después de ser aclamado en países prácticos, volvió a su hogar entre aire triunfales.” Presenta cartas credenciales del Ministro de Nicaragua a Alfonso (2/VI).

También esta en Madrid como secretario de la Legación de México, Amado Nervo. Sufre aprietos económicos pues no se le remite los fondos para su embajada, de lo cual se quejara Santiago Argüello: “Mis escasos recursos, que apenan me bastan para Rubén Darío han tenido que emplearse en todo este tiempo en sostener el decoro del Ministro de Nicaragua ante S.M. Católica. Si te dijera que he tenido que mal vender una edición y mi piano para poder hacer frente a la situación...” Prolonga un libro de Blanco Fombona (Au- delá de horizons) y prepara su libro para Nicaragua.

1909

A comienzo de año viaja a Italia y retorna a París, deja la embajada de Nicaragua en Madrid a manos del secretario Sedano. Aparece en España dos libros: el Alfonso XII (Biblioteca Ateno) que es una manifestación de la actividad diplomática, y El viaje a Nicaragua e Intermezzo tropical (ídem), “crónica emocionada –dice Ernesto Mejía Sánchez – de quien fue por esa vez recibido como profeta en su tierra”. Cuando lo está concluyendo se ha enterado de la caída de Zelaya, y el ascenso a la presidencia de su antiguo compañero de colegio, doctor Madriz.

1910

En Madrid (Biblioteca Ateno) aparece Poema del otoño y otros poemas en tanto que la Librería de Sucesores de Hernando inicia sus Obras escogidas en tres volúmenes. A pedido de diario La Nación escribe el largo poema “Canto a la Argentina” destinado al número de mayo, en homenaje al Centenario de la Independencia del país, el que le será retribuido con diez mil francos. Pasa el verano en gran Bretaña, en compañía de Ricardo Rojas, huéspedes del ocultista Austin de Croce. También visita al poeta Saint Paul Roux.

El presidente de Nicaragua José Madriz, lo designa delegado a las fiestas del Centenario de la Independencia de México y el 21/VIII se embarca a Saint-Nazaire rumbo a Veracruz. En este tiempo lleva un diario personal que abandonará el 11/XI. Pasa por La Habana (21/IX) llega a veracruz (4/IX) donde se le rinde homenaje y visita el estado de Veracruz por invitación de su gobernador. A causa de la revolución en Nicaragua, el gobierno de Porfirio Díaz le pide que no ascienda a Ciudad México. Hay manifestaciones estudiantiles en apoyo a Darío. Regresa a La Habana (12/IX) donde permanece hasta noviembre en que retorna a Europa. Lo reciben en Cuba: Osvaldo Bazil, Max Henríquez Ureña y otros escritores, y participan en el aniversario de la muerte de J. del Casal.

1911

Vuelve a París donde se recrudecen sus angustias económicas: sólo cuenta con las colaboraciones en La Nación. Dos empresarios uruguayos, los hermanos Alfredo y Armando Guido, le proponen la dirección de una revista Mundial, con un sueldo de cuatrocientos francos mensuales. Acepta y cuenta con la colaboración del dibujante Leo Marelo y el músico René Pérez. El primer número aparece en mayo. Acepta asimismo encargarse de la dirección de una publicación paralela, dedicada a la mujer, Elegancias. En mundial dará a conocer la serie de “Cabezas” sobre escritores y políticos de ambos mundos y llama a colaborar a todos sus amigos, aunque con episodios molestos como el que motiva el enojo de Rufino Blanco Fombona.

Hace un viaje a Humburgo, invitado por Fabio Fiallo, que es ahora cónsul en esa ciudad. Da a conocer otra recopilación de artículos, Letras (Garnier Hermanos, París) y prologa el libro de Francisco Contreras; La piedad sentimental. Continúa fielmente con sus colaboraciones para La Nación: de esta época son sus artículos sobre “El mundo de los sueños” que atestiguan sus angustias oníricas.

1912

Los hermanos Guido proyectan una gira propagandística por España y América, para las revistas de su empresa. En marzo ofrecen un banquete de despedida a Darío, del que participan Francisco García Calderón, Eugenio Garzón, Leopoldo Lugones, Alcides Arguedas, Manuel Machado y Carrasquilla Mallarino, entre otros. Visita a Barcelona, Lisboa, Río de Janeiro, San Pablo, Montevideo y Buenos Aires: a su paso lo saludan los escritores y artistas y en Buenos Aires: se le ofrece una gran recepción. Darío lee poemas, dicta conferencias, asiste a innumerables ágapes y homenajes, agradece libros, firma autógrafos y escribe poemas en álbunes, publicita la empresa de los hermanos Guido. El director de Caras y Caretas le pide que escriba su biografía que él dicta en septiembre y octubre: “La Vida de Rubén Darío escrita por él mismo”. Para La Nación escribe la Historia de mis libros. Su salud le impide continuar la gira y retorno a París (XI) donde E. Gómez Carrillo le organiza un gran banquete (16/XI) presidido por Paul Fort.

En Madrid aparece una nueva recopilación de artículos, todo al vuelo por la cual la editorial Renacimiento le paga cuatrocientos francos.

1913

Viaja a Barcelona (I) y regresa a París donde se reúnen en mayo Francisca Sánchez, su hijo Güicho y la hermana de Francisca, María. Invitado por Juan Sureda y Pilar Montaner, pasa el otoño en Valldemosa, en la isla de Mallorca, en un período de alta actividad creativa. Escribe “La cartuja”, “Los olivos”, “Valldemosa” y emprende una novela autobiográfica, Oro de Mallorca, que también habrá de dejar inconclusa. Lucha contra el alcohol y tiene entonces un período de misticismo que se registra en su retrato con hábito de cartujo. Osvaldo Bazil lo visita y trata en vano de aplacar su alcoholismo. Se embarca para Barcelona (27/XIII) y retorna a París.

La Nación ha publicado en este año la Historia de mis libros y ha aparecido Los cálices vacíos de D. Agustini, con su “portico”.

En París los hermanos Guido lo atienden con nueva cordialidad. Está inquieto con su salud y consulta médicos amigos (Diego Carbonell, José Ingenieros). Recrudecen sus períodos de alcoholismo, estados de angustia y pesadilla.

Consigue editor para el Canto a la Argentina y otros poemas (Biblioteca Corona, Madrid) y el mismo da a conocer la selección Muy Siglo XVIII.

Surge el proyecto de una gira pacifista por América, en parte para alejarse del a Europa en guerra y del acoso económico en que vive. Organiza la gira su secretario Alejandro Bermúdez. La primera escala es Barcelona, donde Vargas Vila, asustado de su estado físico, trata de disuadirlo y de convencerlo para que permanezca allí. Parte en el barco “Vicente López” (25/X) que llega a Nueva York en noviembre.

Allí enferma de pulmonía, escribe algunos poemas dramáticos, como “La gran Cosmópolis y participa en actos pacifistas y homenajes.

1915

En la Universidad de Columbia, bajo los auspicios del Instituto de Artes y Ciencias y de la Hispanic Society of America, lee su poema “Pax” y Alejandro Bermúdez sustenta una conferencia (4-II). Es incorporado a la Hispanic Society. Invitado por Estrada Cabrera, llega a la ciudad de Guatemala (20/IV) y a ruego del presidente escribe para las fiestas de Minerva, que él organiza, su poema “Palas Athenea”. Rosario Murillo viaja de Nicaragua con el objeto de regresar con él a la patria (XII). Pasan la Navidad en Managua, en la casa de su cuñado Andrés Murillo.

Aparece en libro La vida de Rubén Darío escrita por él mismo (Maucci, Barcelona) y una selección de su obra poética, Muy antiguo y muy moderno (Biblioteca Corona, Madrid).

Su estado de salud empeora a lo largo de este recorrido en el cual también se acrecienta la dipsomanía.

1916

Regresa a León (7/I) acompañado por su amigo el médico Luis Debayle Médicos amigos lo intervienen quirúrgicamente (8/I) sin conseguir mejoría. El obispo Simeón Pereira y Castellón le administra la extremaunción (10/I). Dicta su testamento (31/I) en el que declara heredero universal a su hijo Rubén Darío Sánchez, que reside en España al lado de su madre. Es nuevamente operado (2/II); a las siete de la tarde del 6/II comienza a agonizar y expira a las 10:15 de la noche. La Universidad, el Gobierno y la Iglesia le tributan una serie de homenajes que duran varios días y concluye con su entierro al pie de la estatua de San Pablo, en la Catedral de León (13/II). Su muerte conmueve a la nación entera, numerosísimos poemas, artículos y discursos se reconoce y exalta su calidad de clásico de la lengua española.


POEMAS DE RUBEN DARIO







A COLON



¡Desgraciado Almirante! Tu pobre América,

tu india virgen y hermosa de sangre cálida,

la perla de tus sueños, es una histérica

de convulsivos nervios y frente pálida.


Un desastroso espirítu posee tu tierra:

donde la tribu unida blandió sus mazas,

hoy se enciende entre hermanos perpetua guerra,

se hieren y destrozan las mismas razas.


Al ídolo de piedra reemplaza ahora

el ídolo de carne que se entroniza,

y cada día alumbra la blanca aurora

en los campos fraternos sangre y ceniza.


Desdeñando a los reyes nos dimos leyes

al son de los cañones y los clarines,

y hoy al favor siniestro de negros reyes

fraternizan los Judas con los Caínes.


Bebiendo la esparcida savia francesa

con nuestra boca indígena semiespañola,

día a día cantamos la Marsellesa

para acabar danzando la Carmañola.


Las ambiciones pérfidas no tienen diques,

soñadas libertades yacen deshechas.

¡Eso no hicieron nunca nuestros caciques,

a quienes las montañas daban las flechas! .


Ellos eran soberbios, leales y francos,

ceñidas las cabezas de raras plumas;

¡ojalá hubieran sido los hombres blancos

como los Atahualpas y Moctezumas!


Cuando en vientres de América cayó semilla

de la raza de hierro que fue de España,

mezcló su fuerza heroica la gran Castilla

con la fuerza del indio de la montaña.


¡Pluguiera a Dios las aguas antes intactas

no reflejaran nunca las blancas velas;

ni vieran las estrellas estupefactas

arribar a la orilla tus carabelas!


Libre como las águilas, vieran los montes

pasar los aborígenes por los boscajes,

persiguiendo los pumas y los bisontes

con el dardo certero de sus carcajes.


Que más valiera el jefe rudo y bizarro

que el soldado que en fango sus glorias finca,

que ha hecho gemir al zipa bajo su carro

o temblar las heladas momias del Inca.


La cruz que nos llevaste padece mengua;

y tras encanalladas revoluciones,

la canalla escritora mancha la lengua

que escribieron Cervantes y Calderones.


Cristo va por las calles flaco y enclenque,

Barrabás tiene esclavos y charreteras,

y en las tierras de Chibcha, Cuzco y Palenque

han visto engalonadas a las panteras.


Duelos, espantos, guerras, fiebre constante

en nuestra senda ha puesto la suerte triste:

¡Cristóforo Colombo, pobre Almirante,

ruega a Dios por el mundo que descubriste


A MARGARITA DEBAYLE



Margarita está linda la mar,

y el viento,

lleva esencia sutil de azahar;

yo siento

en el alma una alondra cantar;

tu acento:

Margarita, te voy a contar

un cuento:


Esto era un rey que tenía

un palacio de diamantes,

una tienda hecha de día

y un rebaño de elefantes,

un kiosko de malaquita,

un gran manto de tisú,

y una gentil princesita,

tan bonita,

Margarita,

tan bonita, como tú.


Una tarde, la princesa

vio una estrella aparecer;

la princesa era traviesa

y la quiso ir a coger.


La quería para hacerla

decorar un prendedor,

con un verso y una perla

y una pluma y una flor.


Las princesas primorosas

se parecen mucho a ti:

cortan lirios, cortan rosas,

cortan astros. Son así.


Pues se fue la niña bella,

bajo el cielo y sobre el mar,

a cortar la blanca estrella

que la hacía suspirar.


Y siguió camino arriba,

por la luna y más allá;

más lo malo es que ella iba

sin permiso de papá.


Cuando estuvo ya de vuelta

de los parques del Señor,

se miraba toda envuelta

en un dulce resplandor.


Y el rey dijo: «¿Qué te has hecho?

te he buscado y no te hallé;

y ¿qué tienes en el pecho

que encendido se te ve?».


La princesa no mentía.

Y así, dijo la verdad:

«Fui a cortar la estrella mía

a la azul inmensidad».


Y el rey clama: «¿No te he dicho

que el azul no hay que cortar?.

¡Qué locura!, ¡Qué capricho!...

El Señor se va a enojar».


Y ella dice: «No hubo intento;

yo me fui no sé por qué.

Por las olas por el viento

fui a la estrella y la corté».


Y el papá dice enojado:

«Un castigo has de tener:

vuelve al cielo y lo robado

vas ahora a devolver».


La princesa se entristece

por su dulce flor de luz,

cuando entonces aparece

sonriendo el Buen Jesús.


Y así dice: «En mis campiñas

esa rosa le ofrecí;

son mis flores de las niñas

que al soñar piensan en mí».


Viste el rey pompas brillantes,

y luego hace desfilar

cuatrocientos elefantes

a la orilla de la mar.


La princesita está bella,

pues ya tiene el prendedor

en que lucen, con la estrella,

verso, perla, pluma y flor.


* * *


Margarita, está linda la mar,

y el viento

lleva esencia sutil de azahar:

tu aliento.


Ya que lejos de mí vas a estar,

guarda, niña, un gentil pensamiento

al que un día te quiso contar

un cuento.

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