No dejes que tu miedo sea más fuerte que tus deseos porque sino quedarás paralizado y no podrás ver realizados tus sueños y sentirte satisfecho en tu vida.
¿Por qué sentimos miedo y dejamos que este nos limite para conseguir lo que queremos en nuestra vida?
El miedo, es una emoción química negativa que produce el cerebro, a las reacciones que el organismo encuentra fuera de sí mismo. Aunque a veces el miedo es bueno simplemente permitiendo que nos alerte y poniendo quizá equilibrio en nuestras acciones. Pero como bien he dicho antes, no hay que dejar que el miedo sea más fuerte y nos limite y paralice.
Si te pones nervioso con sólo pensar en un objeto o animal, o al enfrentarte a una situación determinada (hablar en público, subir a un avión o salir a la calle), y lo que sientes impide realizar alguna faceta en tu vida e interfiere en otras… eres víctima de tus miedos.
Lo mejor… mirarlos de frente, conociéndote a tí mismo y mira hasta qué punto interfiere en tu vida, márcate pequeños objetivos y ve a la acción.
No hay nadie que no tenga miedo. Incluso la persona que menos nos parezca lo tiene, aunque sea valiente e intrépida.
Al igual que la ira, el apego o los celos, el miedo es una emoción nuclear, cuyas raíces son muy difíciles de erradicar. Pero tenemos que dar gracias al miedo todos, porque sin él ninguno estaríamos donde estamos ya que él nos provoca constantemente a la superación. Es un valiosísimo amigo pero también puede convertirse en un despiadado enemigo.
El miedo es un código biológico para la supervivencia. Cada vez que un animal (y el hombre) percibe una situación que le amenaza, reacciona con angustia y miedo, poniendo así en marcha los mecanismos de autodefensa, ya sean de ataque o de huida. Desde muy pequeños (quizá incluso en el vientre materno) comenzamos a sentir miedo, porque esa es la respuesta cada vez que algo nos amenaza o creemos que nos amenaza.
Sin el miedo, nuestra vida estaría llena de constantes y verdaderos riesgos desde la infancia… ya habríamos puesto en riesgo nuestra salud, nuestro cuerpo o nuestra vida.
También hay que tener en cuenta que muchos de nuestros miedos y temores son conductas aprendidas. Me contaba hace poco una amiga que de pequeña dormía con su abuela y que la escuchaba rezar en los días de fuertes tormentas y truenos, y cree que ella padece también de este miedo, que por supuesto es un temor aprendido. Ella dice que incluso en las noches más terribles de tormenta a veces se pone a rezar.
Mi madre le tenía miedo a la olla á présión (aunque ella siempre dijo que era respeto) y yo desde bien pequeña, cuando el vapor empezaba a salir por la pesa con fuerza me recorría un temblor por todo el cuerpo que hacía que se me fuera la sangre a los pies. El miedo entonces se desencadenaba en la imaginación y yo veía que la olla tenía tanta presión que iba a explotar. Así estuve año tras año, saliendo de la cocina corriendo cada vez que el vapor comenzaba a salir y escuchaba ese ruido tan desagradable para mi. Esto hizo que en mi vida yo cocine mis alimentos en cacerola y tapadera y a fuego lento, amante de los pucheros pero sin presión ni prisas, creando así en mi la idea firme de que es mejor cocinar asi y defendiendo a toda costa que es mejor cocinar sin presión.
Ya de mayor, estando en casa de unos amigos, vi como uno de ellos abrió la válvula para que saliera toda la presión y me asusté muchísimo pensando que era una locura y que iba a ocurrir algo horrible, viendo al final que no. Mi madre acostumbra a dejar que la pesa baje sola retirandola del fuego y después va enfriando con un chorrito de agua bajo el grifo la olla. Claro, eso para mi fue ¡¡¡una barbaridad!!!… pero al contarme que eso es normal para él, yo fuí algo más flexible en mis pensamientos y me abrí a otras posibilidades y otras formas de hacer las cosas de otras personas sin tener que depender del miedo y pensar en lo peor.
Se que este miedo es una conducta aprendida y aunque ya no siento ni pienso lo mismo, todavía cuando escucho la presión de una olla, me recorre un pequeño escalofrío por el cuerpo. Ya permito en mi casa cocinar con presión, pues es bastante eficaz especialmente cuando se tiene prisa y somos muchos para comer. Dejo mi miedo a un lado y pienso en los beneficios, pero siempre con la precaución. Por eso siento que el miedo también puede ser un aliado pero siempre con el cuidado, ya que a una amiga sí que le explotó una olla a presión. Vemos que el miedo nos ayuda a verlo desde un equilibrio si no dejamos que sea demasiado fuerte como para dominarnos por completo.
El miedo imaginario puede condicionarnos gravemente. Todos tenemos que aprender a convivir con los miedos sin que nos condicionen tanto, superarlos cuando sea posible, confrontarlos y no fortalecerlos con actitudes inadecuadas, desde la baja autoestima o desde la culpabilidad o sintiendonos ridiculos por experimentar miedo.
Cuando uno consigue enfrentarse a sus miedos desde el propio conocimiento, experimenta una vida más plena, se siente más satisfecho de lo que piensa, siente y hace.
Desde hace años, estoy acostumbrada a subir a los escenarios. En mi adolescencia tuve una mala experiencia expuesta en un escenario, perdí el conocimiento por un corte de digestión, provocando después la interrupción y la atención de todas las personas que ellí estaban. Yo me sentí muy mal aquel día y durante un tiempo no quise volver a cantar. Pero luego pronto, volvía a enfrentarme continuamente a mis miedos subiendo al escenario, pero haciendo de mis conciertos un verdadero sufrimiento que hacía que no difrutara de ellos.
Cuando empecé a estudiar coaching profesional tuve la experiencia en prácticas de superar totalmente mi miedo escénico, basándome en la visión y experimentación en un estado de plenitud de conciencia anclándome con toda mi mente, con todo mi corazón y con todas mis fuerzas a él haciendo que ya no tuviera importancia mi miedo. Gracias a Salva y a Lola de Ecorem, mis maestros que hicieron de mi un profesional del coaching, me pude liberar de una carga con un peso enorme que he llevado desde los 17 años sobre mi. Esto me permite hoy disfrutar de mis conciertos cuando estoy en el escenario y bailar, experimentar al máximo la música y las canciones que son cantadas en un estado constante de plenitud. Esto me ha hecho madurar y enfrentarme a otras historias en mi vida en las que los miedos andan detrás. Me ha hecho conocerme más y enfrentarme a la vida dispuesta a exprimir al máximo cada experiencia sacándole todo el jugo.
El antídoto del miedo es unas veces la comprensión clara, otras la acción, otras la actitud correcta ante un temor… Muchos miedos están ahí, pero ni siquiera somos conscientes de ellos porque no nos vemos en la necesidad de confrontarlos. Si tuviera miedo escénico un informático que trabaja en una oficina, su miedo pasaría desapercibido y posiblemente nunca se tenga que enfrentar a él. Pero si lo tiene un actor, no tendrá más remedio a afrontarlo y superarlo, aprendiendo de ello una gran lección. Gracias miedo!!!!
Tenemos que aprender a convivir con el temor o el miedo y saber qué lección conlleva. Y comprender que muchas cosas tienen que hacerse aunque sea con miedo.
Los sueños son donde queremos ir y el trabajo como llegar. No dejes que tu miedo sea tan fuerte que te impida conseguir tus sueños.
Feliz Año 2011 y deseo que se despejen o aprendáis de vuestros miedos para que realicéis el recorrido dichosos de cumplir vuestros deseos.
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