ESTOY
aquí para darte un dogma. Un dogma te da seguridad. No estoy aquí para
hacerte una promesa para el futuro, cualquier promesa para el futuro te
da seguridad. Simplemente estoy aquí para que estés despierto y seas consciente, es
decir, para que estés aquí y ahora con toda la inseguridad que tiene la
vida, con toda la incertidumbre que tiene la vida, con todo el peligro
que tiene la vida.
Sé
que has venido aquí buscando certidumbres, credos, algún «ismo», algún
sitio al que pertenecer, alguien en quien confiar. Vienes aquí a
consecuencia de tu miedo. Estás buscando una especie de hermosa prisión
para poder vivir sin conciencia.
Me
gustaría darte más inseguridad, más incertidumbre, porque la vida es
así, Dios es así. La única forma de responder cuando hay más inseguridad
y peligro es con conciencia.
Hay dos posibilidades. O cierras los ojos y te vuelves dogmático: católico, hinduista o musulmán ETC… entonces, te conviertes en un avestruz.
Eso no cambia tu vida, simplemente te tapa los ojos. Te vuelve
estúpido, te vuelve poco inteligente. Con tu poca inteligencia te
sientes seguro; todos los idiotas se sienten seguros. De hecho, sólo los
idiotas se sienten seguros. Un hombre realmente vivo siempre se sentirá
inseguro. ¿Qué seguridad puede tener?
La vida no es un proceso mecánico, no puede ser segura. Es un misterio impredecible. Nadie sabe qué va a pasar en el momento siguiente. Ni
siquiera Dios, que supones que está por ahí en el Séptimo Cielo, ni
siquiera él —si es que está por ahí—, ¡ni siquiera él sabe lo que va a
pasar!… Porque si supiera lo que va a pasar la vida sería falsa, todo
estaría escrito de antemano, y todo estaría determinado de antemano. Si
el futuro no está determinado, ¿cómo puede saber lo que va a ocurrir a
continuación? Si Dios supiese lo que iba a ocurrir en el momento
siguiente, la vida sólo sería un proceso mecánico, inerte. No habría
libertad, ¿y cómo puede existir la vida sin libertad? No habría ninguna
posibilidad de crecer, ni de no crecer. Si todo está predestinado de
antemano, no habrá gloria ni grandeza. Entonces sólo seréis robots.
No, no hay nada seguro. Éste es mi mensaje. No puede haber nada seguro porque una vida segura es peor que la muerte. No hay nada seguro. La vida está llena de incertidumbres, llena de sorpresas, ¡ésa es su belleza!Nunca llegas a un punto en el que puedas decir: «Ahora, estoy seguro.»Cuando dices que estás seguro estás proclamando tu muerte; te has suicidado.
La vida continúa con mil y una incertidumbres. Eso es libertad. No lo llames inseguridad.
Puedo
entender por qué la mente llama «inseguridad» a la libertad… ¿Has
estado alguna vez en la cárcel durante unos meses o unos años? Si
un prisionero está unos cuantos años en la cárcel, cuando llega el día
de su libertad, empieza a sentirse inseguro acerca del futuro. En la
cárcel todo estaba garantizado; todo era una rutina sin vida. Le servían
la comida, le daban protección; no tenía miedo de pasar hambre al día
siguiente y que no hubiera comida; nada de eso, todo estaba garantizado. Ahora,
de repente, después de tantos años, cuando llega el carcelero y le
dice: «Ahora serás puesto en libertad», empieza a temblar. Al salir de
los muros de la prisión volverá a tener incertidumbres; tendrá que
volver a buscar y rebuscar; tendrá que volver a vivir en libertad.
La libertad da miedo.
La gente habla de la libertad, pero tiene miedo. Y un ser humano no
será un ser humano mientras siga teniendo miedo a la libertad. Os doy
libertad, no os doy seguridad. Os doy comprensión, no os doy
conocimiento. El conocimiento te dará seguridad. Si te doy una fórmula,
una fórmula determinada: que hay un Dios, un Espíritu Santo y su único
hijo, Jesús; que hay un Cielo y un Infierno, que estas acciones están
bien y ésas están mal; si cometes un pecado iras al Infierno, si haces
lo que llamo buenas acciones irás al Cielo —¡y se acabó!— entonces,
estarás seguro. Por eso hay tantas personas que han decidido ser
cristianos, musulmanes, jainistas, etc. porque no quieren ser libres,
quieren una fórmula fija.
Cuando
la muerte llama a tu puerta, todas tus convicciones no serán más que
absurdos acertijos. No te aferres a ninguna convicción. La vida es
incierta, la misma naturaleza de la vida es la incertidumbre. Y la
persona inteligente siempre está insegura.
La
propia disposición de mantenerse en la incertidumbre es valentía. Esta
disposición de estar en la incertidumbre es confianza. Una persona
inteligente es aquella que permanece alerta en cualquier situación, que
responde a las situaciones con todo su corazón. No es que sepa lo que va
a ocurrir; no es que sepa, «si haces esto sucederá aquello». La vida no
es una ciencia; no es una cadena de causa y efecto. Cuando calientas
agua hasta los 100 ‘C, se evapora, eso está garantizado. Pero en la vida
real, no hay nada tan seguro como eso.
Cada
individuo es una libertad, una libertad desconocida. Es imposible
predecirlo, imposible imaginárselo. Hay que vivir estando despiertos y
con comprensión.
Vienes
a verme en busca de conocimiento, quieres fórmulas fijas para poder
aferrarte a ellas. Yo no te las doy. En realidad, si tienes alguna, ¡te
la quito! Poco a poco, voy destruyendo tus convicciones y, poco a poco,
te voy volviendo cada vez más indeciso; poco a poco te voy volviendo más
inseguro. Eso es lo único que hay que hacer. ¡Esto es lo único que
tiene que hacer un maestro! Dejarte completamente libre. Totalmente
libre, con todas las posibilidades abiertas, sin nada fijo… tendrás que
estar despierto, no puedes hacer nada más.
Esto
es lo que llamo comprensión. Si comprendes, la inseguridad es una parte
intrínseca a la vida, y está bien que sea así, porque transforma la
vida en libertad, la convierte en una sorpresa constante. Nunca se sabe
lo que va a suceder. Te mantiene permanentemente maravillado. No lo
llames incertidumbre, llámalo prodigio. No lo llames inseguridad,
llámalo libertad.
No puedes ser sincero si no eres valiente
No puedes ser amoroso si no eres valiente
No puedes confiar si no eres valiente
No puedes investigar la realidad si no eres valiente
Por tanto, la valentía va primero
y todo lo demás va después
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