jueves, 10 de enero de 2013

CUESTIÓN DE ACTIUD

Muy pocas personas saben que cuando escribo me tomo todo el tiempo del mundo para hacerlo, pues aunque lo disfruto, no deja de ser un proceso que en mí caso requiere: disposición, ideas claras y tiempo-mucho-, pero, sobre todo inspiración en cantidades industriales. Las palabras a veces se vuelven esquivas y odiosas a la hora de arrancar un texto u organizar un párrafo, es en esos momentos donde empiezo a sufrir del conocido: síndrome de la hoja en blanco y la crisis creativa se hace evidente.
Pero gracias a Alejandra Azcárate, estas patologías desaparecieron, al menos por esta semana. De todas formas como pueden ver, o mejor leer, dejé que pasara un buen tiempo para que se calmaran las aguas y no salir a pescar en río revuelto.
Habría sido muy fácil escribir un texto el mismo jueves cuándo se armó el alboroto que dijera cualquier barbaridad impulsada por la indignación que, como mujer sentí al leer Las 7 ventajas de la gordura:  columna que publicó Alejandra Azcárate en la revista Aló Mujeres. Los que leyeron el texto y siguieron por dos días las reacciones y entrevistas que esto suscitó, saben de qué estoy hablando, los que no, ahí se las dejo, para que saquen sus propias conclusiones.
Confieso, que la forma de ser de Alejandra: una vieja frentera, fresca y sin tapujos, me gustaba, más de una vez, me sentí identificada con sus historias sobre las relaciones de pareja. Confieso que morí de risa un par de veces a costa de sus comentarios acerca de los hombres y las mujeres, y sí, su “sarcasmo” me parecía inofensivo, pero todo esto se fue al traste el jueves-todos tenemos derecho a la desilusión-cuando leí en su columna una cantidad de sandeces para referirse a las mujeres gordas en unos términos, que ni vale la pena repetir.-Y siendo la perspectiva de la Azacarate, creo que todas sufrimos de obesidad-.
Fue por eso que luego de leer ese adefesio,-porque no hay otra manera de calificarlo-concluí que esta mujer se suma a la larga lista de personas que confunden el sarcasmo con la ofensa, claramente no lo entienden, por eso es que recurren al insulto para burlarse de los demás, y a eso no se le puede llamar buen sentido del humor, y aunque ella insista como dijo en entrevista con la W que “los que no entienden la ironía, son los que se sienten agredidos”, debo decir que la columna de la Azcárate no es irónica, ni chistosa y mucho menos es sarcástica, eso es bully y matoneo en su máxima expresión.
Creo firmemente que para hacer humor, se debe ser muy inteligente, para no caer en el chiste fácil, ramplón y vulgar al que nos tienen acostumbrados muchos humoristas y comediantes del país, que deberían estar haciendo otra cosa. Para no ir tan lejos, le apuesto que usted como yo, dentro de su círculo de amigos puede encontrar uno que otro que se cree súper chistoso haciendo comentarios ofensivos y mal intencionados.
Y es que el humor negro, el sarcasmo y el Ph ácido, son habilidades que tienen aquellas personas que son capaces de burlarse de sí mismas antes que de los demás y evidentemente, no todos tienen la capacidad de hacerlo, porque si no se lo toman literal y se ofenden, terminan diciendo ridiculeces como las de la Azcárate, que es peor.
Ya lo diría Ricardo Silva Romero en su columna   Golpe  bajo sentido del humor  del periódico El Tiempo: “El humor se parece a la poesía más de lo que uno cree, los buenos humoristas son hermanos de los buenos poetas: así como una sílaba de más puede arruinar un verso de un tajo, una palabra mal puesta en el momento equivocado puede acabar por completo con un chiste”.
Es por eso que es mejor ser sarcástico que chistoso y si no sabe cómo hacerlo, a veces el silencio es la mejor respuesta

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