martes, 3 de noviembre de 2009

COMPLEMENTOS DEL MATRIMONIO

Una vez decididos el traje del novio y el vestido de la novia, llega el momento de elegir los complementos que imprimirán un carácter propio al atuendo, algo fundamental para no pecar de mal gusto.

Para evitarlo, es mejor tener en cuenta lo que dicen las tradiciones y costumbres, siempre siguiendo las últimas tendencias.

Joyas de boda

Acertar en los complementos, tanto de la novia como del novio, es fundamental para que la imagen de conjunto sea perfecta. Son múltiples las posibilidades y todo depende de lo que a cada uno le guste y más le favorezca. Ante todo es importante no sentirse disfrazado, especialmente la novia, añadiendo al vestuario diademas, pulseras, anillos… Hay que llevar algo que nos permita actuar con naturalidad y sentirnos bien durante la ceremonia y el banquete.

Alianzas y complementos

La de intercambiarse anillos es una de las tradiciones con más historia, ya que su origen se remonta a la antigua Grecia. EL ANILLO DE COMPROMISO es el precedente para las posteriores alianzas. El novio, en la petición de mano, momento que da el pistoletazo de salida para los preparativos de la boda, regala a su prometida una sortija o una joya de familia. Lo más clásico en sortijas es el diamante solitario engastado sobre oro amarillo o blanco. La novia, tradicionalmente, suele regalar unos gemelos al novio, aunque en los últimos años los regalos han ido cambiando. Ahora es posible obsequiar al futuro esposo desde con un pasador de corbata hasta con alguna innovación informática.

Cuando llega el momento de jurarse amor eterno, nada mejor para simbolizarlo que las tradicionales alianzas, el elemento más representativo de la boda. Es importante escogerlas con gusto y sin escatimar en calidad, porque es para toda la vida. Es por eso por lo que se emplea un metal tan duradero y noble como el oro.

La tendencia tradicional es encargar las alianzas en oro amarillo y con forma de media caña, pero en los últimos años aumenta el número de parejas que opta por el oro blanco. En cuanto a las formas, cada vez son más diversas, por ejemplo, caña alta, oval, almendrada, en forma de D… También podemos encontrar diseños donde se combinan varias tonalidades de oro blanco y amarillo, y diversos acabados en brillo o mate.

Otras joyas importantes, como son collares, colgantes, pendientes, pulseras o diademas tienen que ser cuidadosamente escogidas para que el día de la boda el resultado sea perfecto. En muchas ocasiones son joyas de herencia familiar, que en su día llevaron la madre o la abuela, por lo que los complementos se cargan de una emotividad añadida. Eso sí, en el caso de que sean joyas prestadas hay que tener cuidado de que coincidan con el estilo del vestido que hemos elegido, para que no desentone.

Un conjunto de armonía

Además de las joyas, tanto la novia como el novio tienen que asesorarse para lucir con esmero todos los complementos. La tradición manda a la novia llevar algo viejo, algo nuevo y algo prestado. Algo que es fácil de solucionar con los complementos y joyas.

Uno de los elementos más llamativos para ella es el velo, tocado o mantilla, utilizado principalmente en las bodas religiosas. Eso sí, han de ser sencillos para que no resten protagonismo al vestido. Después del velo, el complemento más importante es el calzado. La mayoría de las firmas apuestan por formas apuntadas y tacón fino. Normalmente, el zapato puede encargarse en el lugar donde se va a confeccionar el vestido, de manera que puede forrarse con la tela con la que será elaborada el traje, y si se requiere pueden añadirse bordados o pedrería a tono. Dependiendo del día y la hora en que se vaya a celebrar la boda, los zapatos podrán ser de salón o abiertos por detrás.

El ramo es uno de los complementos más lucidos durante toda la celebración, por lo que hay que seleccionarlo con gusto, en sintonía con el vestido y la personalidad de la novia. Todo debe ser un conjunto lleno de armonía, incluyendo la ropa interior, que la novia suele escoger cuidadosamente.

Los adornos para ellos

Para ellos los complementos son normalmente menos numerosos pero no por ello menos importantes. Corbata, tirantes, gemelos, alfiler de corbata, reloj y zapatos dan un toque de personalidad y distinción al hombre. El pañuelo sobresaliendo del bolsillo de la chaqueta ha de ir a tono con la corbata, que lógicamente dependerá del traje. Es básico recibir asesoramiento de un estilista para que acertemos de pleno en la combinación. Otra posibilidad, más tradicional, es colocar una flor en el ojal, que es el detalle perfecto si combina con el ramo de la novia. La elección del calzado para el novio tiene también su especial importancia. Para el chaqué no hay nada mejor que unos zapatos negros de piel. Para el esmoquin o el frac, la elección más habitual suele ser el charol negro.

Los invitados también cuentan

Lo vimos con motivo de la Boda Real: los vestuarios de los invitados (especialmente de ellas) acapararon gran atención y despertaron muchos comentarios. Sin duda, la nota común en todos los atuendos fue la elegancia. Ésta es la clave que todos deben tener siempre en cuenta cuando se va a decidir cómo vestirse para asistir a una boda. Y en este sentido, los complementos tienen mucho que decir: sólo hay que pensar en las pamelas o en las corbatas.

La regla fundamental es que ese día los protagonistas son los novios, y los invitados nunca podrán destacar por encima de ellos, y tampoco desentonar con el estilo y carácter de la ceremonia.

A la hora de seleccionar los complementos hay que pensar en el momento del día, así como la época del año, para prever las condiciones de luz y el clima. Un ejemplo: las pamelas están prohibidas en las bodas de noche. El mejor consejo es, sin duda, no sobrepasarse en la combinación. Para muchos, en la sencillez reside el gusto, por eso es recomendable no abusar de estampados, encajes, bordados o pedrerías, relegando todo lo que brille para después de la puesta de sol. Aunque, obviamente, cada complemento debe ir en consonancia con el resto del atuendo, ha quedado desterrado el “look total”, es decir, emplear un solo color para vestido, zapatos y bolso. Frente a ello, cobra cada vez más fuerza el atrevimiento de mezclar más colores, aunque nunca más de tres.

Pamela o mantilla

Uno de los detalles que más importancia ha adquirido en los últimos años en las bodas españolas es la pamela, sustituyendo a la tradicional mantilla. Aunque en su origen, se trataba de una prenda meramente funcional que las mujeres utilizaban para protegerse de las inclemencias meteorológicas, la evolución en sus diseños cada vez más elaborados ha convertido la pamela en un complemento puramente estético y en símbolo de la elegancia femenina, cuyo uso ha quedado relegado a acontecimientos relevantes.

Además, es personal y única, pues el gusto de la mujer que la luce queda impregnado en la pamela.
Inevitablemente asociada a las tradicionales bodas españolas, el uso de la mantilla en nuestro país se remonta al siglo XVII, aunque fue bajo el reinado de Isabel II cuando comenzó a ser considerada una prenda popular. Hoy en día, muy pocas mujeres siguen luciendo mantilla para ir a los toros o a las procesiones de Semana Santa, y su uso ha quedado prácticamente reducido a las bodas, especialmente por parte de la madrina. De todas formas no en todas las bodas se puede llevar mantilla: en las civiles, está descartada.

Otro de los capítulos que suele traer de cabeza a las invitadas de una boda es el de los zapatos. A parte de una mínima combinación de colores, el tacón es imprescindible, y cuanto más fino, más estiliza y más elegantemente se luce el vestuario. De todas formas, no se puede obviar la comodidad y tampoco la altura de la pareja. Son recomendables los zapatos cerrados de punta o de punta recta, pero también se permiten los de talón descubierto o mules con bordados en pedrería pero sencillos. Las sandalias no son muy adecuadas y sólo se admiten las de tiras muy finas y con mucho tacón. Y si se quiere seguir las últimas tendencias para este invierno habrá que decantarse por los zapatos de altísimo tacón atados al tobillo o por los zapatos con punta abierta, al estilo Hollywood años 40.

Las joyas para el día de tu boda

En la elección de joyas triunfa el minimalismo. La recomendación es seguir el dicho: “más es menos”. Si, por ejemplo, se elige un collar (que es una pieza importante) es mejor combinarlo con unos pendientes sencillos y huir de demasiadas pulseras. La bisutería es preferible dejarla para otras ocasiones, y en una boda lucir metales y piedras preciosas, siempre teniendo en cuenta la regla básica de no mezclar oro y plata. Las piezas que combinan los tres tipos de oro (blanco, amarillo y rojo) y las de platino están muy de moda.

Elegir cuidadosamente las joyas que llevarás el día de la boda es muy importante, ya que acompañarán al vestido y al peinado.

La clave es que sean un detalle que complemente, sin que el conjunto resulte demasiado artificial, porque la protagonista eres tú. Algunas ideas para combinar joyas con vestido y peinado:

- Para un vestido con escote pronunciado, que sería muy bien combinado con un recogido, puedes utilizar un collar sencillo que estilizará tu cuello.

- En cuanto a los pendientes, si tienes el pelo corto o vas a lucir un recogido, es importante que no sean muy llamativos para que sea tu rostro el que destaque.

- Si por el contrario tienes el pelo largo y has decidido llevarlo suelto o semirrecogido, ideal para un vestido sin mangas, puedes apostar por unos pendientes más llamativos y un collar con el diseño hacia el centro para que afinen tus facciones.

- Para un vestido con mucha pedrería o bordado es perfecta una joya sencilla y lisa que no recargue demasiado.

- Si vas a celebrar la boda por la tarde/noche puedes aprovechar para lucir joyas brillantes y metales como el oro o el platino.

- Uno de los grandes clásicos entre las gargantillas o collares es una cadena con un colgante de diamante. Una piedra preciosa que da aspecto sencillo y elegante.

- Para las más atrevidas los complementos más adecuados son gargantillas de piedras o complementos de diversas formas y colores, tanto para el colgante como para los pendientes.

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