martes, 10 de mayo de 2011

LA CONQUISTA DEL AMOR


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Encabezaba este ensayo con una frase de H. Nouwen: “el amor es el verdadero hogar en el que se puede descansar y en donde podemos sentirnos verdaderamente lo que somos”. Es mucho lo que me gustaría decir y sin embargo es poco lo que hay que mostrar. ¿Cuántas vidas no han cambiado a raíz de un acontecimiento a veces inesperado, ocurrido en sus vidas? Ya sea la muerte inesperada de un familiar o un amigo, un accidente en la carretera, la aparición de un “amor” en nuestras vidas, el nacimiento de un bebé, o cualquier otro acontecimiento que ha marcado profundamente el curso de nuestras vidas.

De lo que quiero hablar en esta segunda parte es que la Conquista tiene dos vertientes, la primera es la conquista de ti mismo y desde ti mismo, y una segunda, el ser conquistador de muchos con la única arma del amor.

Cuando el amor aparece en nuestras vidas, claramente no te hablo de ese amor desvirtuado y sucio que nos presenta el mundo y que además nos quiere hacer creer que ese es el verdadero y buen amor, sino la presencia del Amor, ese Amor que no hace diferencias, que no juzga ni se fija en lo que tienes sino en lo que eres de verdad, que valora ante todo tu YO más profundo, cuando éste aparece, es cuando verdaderamente podemos empezar la Conquista.

Podemos ofrecer muchas cosas, pero te darás cuenta que ante todo, lo que necesitas y necesitan muchos otros, es precisamente lo que todos vamos buscando: un lugar con calor de hogar. No hay mayor cosa en este mundo que el sentirse querido, tal y como uno es, sin importar pueblo, apellido ni color de piel, talentos, virtudes, éxitos, fracasos, riqueza o pobreza, sentirse mirado y amado por lo que tú eres. Sentir verdaderamente ese “tu eres mío”, ese “ya no te llamo siervo sino amigo” evangélicos; el amor es capaz de entregar lo más valorado, querido y apreciado de uno mismo en servicio a los demás. Un amor que tiene tu presencia siempre, a pesar de los pesares.

Sentirnos queridos es sentirnos valorados “hay alguien ahí fuera al que le importo y me espera”. El sentirnos queridos y el poder querer son dos facetas de una misma moneda, son los dos filos de una espada.

Ahora bien, ¿Dónde estamos buscando todo esto?

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