Historias de reencuentros en Etiopía
Nuestro compañero Getachew Dibaba comparte una preciosa
historia de reencuentros desde el campo de refugiados de Boqolmayo, en
Etiopía.
Kedeja Adem, de 34 años, llegó a Etiopía con sus cuatros hijas y uno
de sus hijos desde Somalia, hace tres años, cuando su país sufría el
conflicto que supuso multitud de retos físicos, emocionales y
psicológicos para su población. También para Kedeja, que se vio obligada
a trasladarse a este campo de refugiados de Boqolmayo. Aunque se
encuentra en un lugar mucho más seguro para ella y para sus hijos, no ha
dejado de sentir el dolor de haber dejado a sus otros dos hijos en su
país, junto a su madre.
“Incluso sintiéndome segura en este campo, estaba muy preocupada de
mis dos hijos y de la familia que he dejado en Somalia. No sabía qué
hacer para ayudarles”, comenta Kedeja.
Cuando el flujo de refugiados comenzó en julio debido a la sequía
extrema y el conflicto que asolaba el país vecino, Kedeja pensó que
mucha gente se desplazaría hacia Etiopía, pero nunca creyó que también
sus dos hijos tomarían esa decisión. Tampoco estaba segura de cómo
personas que se conocían podrían encontrarse en los campos de
refugiados, teniendo en cuenta que cada día llegaban más de 1000
personas a Dolo para trasladarse a cada uno de los cuatro campos
asentados en esta zona fronteriza entre Somalia y Etiopía.
“Estaba muy triste y solía llorar todos los días”, nos cuenta Kedeja, recordando el tiempo de separación entre ella y sus hijos.
El reencuentro
Hablamos en pasado de la tristeza porque a veces, las cosas cambian.
Para Kedeja todo cambió cuando se produjo la reunificación con sus dos
hijos, Meslah y Assad, que llegaron a Dolo en agosto y pudieron
encontrar a su madre gracias a Save the Children.
“Lloré, lloré mucho pero esta vez era la alegría la que me hacía
llorar. Nunca creí que volvería a verles”, cuenta Kedeja. “Agradezco
mucho a las personas de Save the Children haber hecho el esfuerzo para
ayudarme a reunirme con ellos”.
“Estábamos con nuestra abuela, pero cuando murió no teníamos ningún
sitio donde ir”, nos cuenta Meslah. “Siempre tuve la esperanza de que
volvería a encontrarme con ella algún día. Cuando llegamos a Dolo, le
dijimos a la gente del campo que queríamos encontrar a nuestra madre.
Después de unos días nos trajeron al campo de Boqolmayo y encontramos a
nuestra madre. Me puse muy contento de verla de nuevo, muy feliz”,
insiste Meslah, que tiene ahora 16 años.
“Quiero recibir educación aquí y algún día convertirme en médico”, continúa Mesah.
“Quiero recibir educación aquí y algún día convertirme en médico”, continúa Mesah.
El programa de protección de Save the Children ayuda a buscar y
reunificar en los campos a los niños y niñas que han sido separados de
sus familias. También hemos establecido un Comité de Protección en los
campos en los que los miembros son los propios refugiados y que no solo
se ocupan de ayudar a la reunificación sino que también protegen a los
niños y niñas de cualquier peligro.
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