De hecho, a las dos semanas de dejar el tabaco, mejora nuestra capacidad respiratoria, desaparece la tos y mejora el estado de nuestra piel. Son solo algunos de losbeneficiós saludables que reporta a nuestro organismo el dejar de fumar porque tal y como recuerdan desde la Sociedad Española de Neumología y Cirugía Torácica, SEPAR, la adicción al tabaco está relacionada con más de una veintena de patologías, entre ellas el cáncer del pulmon, enfermedades respiratorias como la EPOC o trastornos cardiovasculares. Además, por si fuera poco, el tabaco puede provocar infertilidad y, en el caso de las mujeres, adelantar la menopausia. Teniendo en cuenta, y sabiendo, todo esto, ¿por qué no lo dejamos?
Las excusas o argumentos más
comunes utilizados por los fumadores van desde creer que fumar menos
reduce los riesgos, cosa que los especialistas califican como errónea.
Ni fumar menos tabaco ni fumar tabaco light es menos nocivo para la salud. Si se puede, y así lo han constatado algunos estudios, recurrir a la reducción en el consumo del tabaco para evitar la abstinencia en los casos de mayor dependencia tabáquica. Respecto al tabaco bajo en nicotina hay que señalar que, contrariamente a lo que se piensa, los especialistas y médicos advierten de que puede ser incluso más perjudicial. Esa menor dosis de nicotina puede hacer que se fume más, por lo que la exposición de los pulmones a las sustancias nocivas que incluye un cigarrillo es mayor.
Este
es el último cigarrillo y lo dejo. ¿Cuántas veces hemos oído este
argumento? Si estás decidida a dejar el tabaco, no lo demores. Fija una fecha y cúmplela. Antes de eso, se puede ir controlando el número de cigarrillos e intentando disminuir su consumo y, cuando llegue la fecha establecida, dejarlo totalmente.
Tabaco y peso
E aumento de pesol es uno de los motivos que retrasa la decisión dejar el tabaco. Aunque es cierto que los fumadores pueden ganar peso –entre una media de 3,5 y siete kilos-, una dieta adecueda
y, si es necesario, un tratamiento farmacológico prescrito por el
médico, pueden evitar o frenar el aumento de peso. Ganamos peso no por
el tabaco en sí, sino por el descenso en gasto energético tras dejar de inhalar nicotina. Pasado un tiempo, el peso tiende a estabilizarse.
Tabaco y estrés
El
tabaco no tranquiliza. Contrariamente a lo que se pueda pensar, fumar
no nos libera del estrés. De hecho, es el propio tabaco el que genera
esa sensación de ansiedad y estrés. Y es que el fumador necesita que su organismo mantenga unos niveles constantes de esta sustancia. Cuando no puede fumar, experimenta algo similar al síndrome de abstinencia
de los estupefacientes o pastillas, el cual desaparece al encender un
cigarrillo. Por lo tanto, el tabaco no aplaca el estrés, sino que puede
provocarlo.
Y por supuesto, hay que desmontar otra excusa, relacionada en este caso con el fumar en el embarazo
Menos cigarrillos tampoco en este caso significan un menor daño, ya que
el riesgo es independiente de la cantidad de tabaco que se fume al día.
Además, durante el embarazo el riesgo se multiplica, pudiendo ser causa de parto prematuro, bajo peso al nacer del recién nacido, entre otros.
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