Mensaje póstumo de Jacques Cousteau a la humanidad
'Nos
 dejó un legado póstumo, una advertencia a la humanidad, un mensaje que 
muy pocos han sabido recoger y que otros han pretendido ocultar'
Si
 Rodríguez de la Fuente nos transportó al mundo de la naturaleza y de la
 biodiversidad y Julio Verne nos enseñó la aventura y la ciencia, 
Jacques Cousteau nos reveló las maravillas del mundo submarino, sus 
habitantes, las cuevas subterráneas, lo corales de mil colores y el 
mundo mágico del mar. Lo que antes sólo podíamos intuir en los acuarios,
 el nos dejó kilómetros y kilómetros de cinta grabada en sus 
documentales traducidos a todas las lenguas del mundo.
Con
 su gorro rojo y a bordo del Calypso, surcó todos los mares y océanos, 
nos mostró también la belleza de los cetáceos, su vida, sus costumbres, 
el mundo mágico que Julio Verne nos quiso hacer soñar con “20.000 leguas
 de viaje submarino” y que Cousteau, paisano suyo, logro hacer realidad.
Pero
 además de toda la belleza submarina que supo transportar a las 
pantallas de la televisión y cine en cientos de documentales, también 
nos dejó un legado póstumo, una advertencia a la humanidad, un mensaje 
que muy pocos han sabido recoger y que otros han pretendido ocultar.
Como
 si supiera que pronto le llegaría la hora de abandonar este mundo 
hermoso lleno de maravillas pero también de horrores cometidos por los 
humanos, quiso escribir un último libro que fuera un mensaje para las 
generaciones futuras, para esos niños que veían sus documentales y de 
mayores se enfrentarían a una sociedad gravemente manipulada por ocultos
 poderes financieros. Con este pensamiento, se reunió con Susan 
Schiefelbein, que fue editora de la Saturday Review y  periodista, 
escribiendo guiones de muchos de los documentales de Cousteau. Durante 
semanas, Susan fue escribiendo lo que Jacques quería expresar y 
denunciar de forma contundente.
El 
libro titulado “Los humanos, las orquídeas y los pulpos. Explorar y 
conservar el mundo natural” no fue publicado hasta 2007, diez años 
después de escribirlo, lanzándonos claras advertencias para la 
humanidad. ¿Por qué se tardo tanto tiempo? ¿Qué era lo que impedía su 
publicación ante un personaje como el de este gran científico? Pero 
curiosamente ha sido descatalogado, olvidado de forma intencionada una 
vez más, escondido y tachado de revolucionario por algunos que le 
cerraron las puertas aún estando con vida.
Desde
 el otro lado del mar donde descansa eternamente Cousteau, este rey del 
mar, genio de la vida marina, nos abre después de tantos años de 
silencio, su corazón y su mensaje para que quede grabado en la frente de
 la sociedad adormecida.
Susan,
 en el Epílogo del libro nos dice: “Jacques-Yves Cousteau y yo, acabamos
 este libro poco antes de su muerte en 1997. El y yo habíamos colaborado
 en varios proyectos durante más de veinte años.......Durante esos años,
 Cousteau hizo muchas advertencias sobre las direcciones que estaban 
tomando los seres humanos. Siempre que se presentaba a la perspectiva de
 una calamidad, buscaba una salida. Su clarividencia demostró ser 
exepcionalmente clara. Algunas de las puertas de salida que él había 
identificado, por desgracia se han cerrado desde entonces. Pero la 
mayoría de sus soluciones no sólo siguen siendo válidas sino que 
requieren una atención urgente”.
A 
este gran hombre, siempre se le ha conocido por sus documentales, por 
mostrar las maravillas del mundo submarino, pero siempre que podía y en 
cualquier evento o conferencia, lanzaba mensajes de advertencia, 
mensajes que no eran bien visto por los políticos y que los medios de 
comunicación silenciaban, hasta tal punto que dejaron en muchas 
ocasiones de invitarle a actos oficiales por temor a lo que pudiera 
decir públicamente. Sus actos eran vigilados de forma continua y solo 
dejaban filtrar por aquella época, lo que los Estados querían que 
saliera a la luz pública. Si las redes sociales hubieran existido por 
aquella época tan fuerte como están ahora por el momento, hubiera 
revolucionado la sociedad y sus denuncias hubieran sido escuchadas de 
forma clara.
Por
 todo ello, he querido desenterrar su legado humano dirigido a las 
generaciones jóvenes y futuras, porque no pueden seguir estando ocultas 
en un libro descatalogado y que muchos de sus seguidores ni siquiera 
saben que existe. Seguro que desde ese otro mundo del mar donde descansa
 mecido por las olas de la vida, Cousteau agradecerá este artículo y 
apoyará con todas sus fuerzas para que sea divulgado en los mil mares de
 la vida, la justicia, la verdad y la igualdad.
En 
1996, el Calypso fue hundido de forma extraña en un supuesto accidente 
mientras estaba anclado y a salvo en el Puerto de Singapur. Me recuerda a
 ese otro atentado del Rainwo Warrior de Greenpeace hundido en el Puerto
 de Auckland (Nueva Zelanda) cuando iba a participar en una flota verde 
por la paz contra las pruebas nucleares francesas de Mururoa.  Pocos 
meses después de la pérdida del Calyso, Jacques se encontró con la 
muerte.
Sobre
 las conclusiones de la Cumbre de la Tierra realizada en Rio en 1992, 
dijo: “Río le declara la guerra a la pobreza, pero los delegados sólo 
ofrecen una fórmula para erradicarla: lo que ellos llaman desarrollo 
sostenible. Lo que en realidad quieren decir es desarrollo económico, 
puesto que el desarrollo económico sostenible es un contrasentido. La 
Tierra no puede sostener una creciente explotación de sus recursos no 
renovables, les están diciendo a los pobres: ¡haced lo que hacen los 
ricos!....Pero si cada individuo de la población proyectada de la 
Tierra..siguiera su ejemplo al pie de la letra....acabaríamos con 
nuestro planeta”.
Voy
 a desarrollar cada capítulo del libro y recoger lo más llamativo, el 
mensaje más claro, las palabras que lanzo este gran hombre para que 
ahora podamos utilizarlas como símbolo de unidad y libertad hacia un 
mundo que nos depara graves consecuencias, si no viramos 180 grados la 
nave de nuestro destino.
Ya 
en su primer capítulo “El impulso de explorar”, Cousteau no hace el 
primer razonamiento y llamamiento a problemas sociales y ambientales con
 los que se había encontrado y una gran lista que aumentaba día a día, 
como la lógica absurda de los pescadores que responden al declive  de 
las poblaciones  de peces doblando su esfuerzo de captura, agotando los 
stocks y pasando de pérdidas en un año a la bancarrota al año siguiente.
 La lógica absurda de creer que debemos aplicar todos y cada uno de los 
descubrimientos científicos, de pensar que el progreso exige subordinar 
los intereses humanos a las nuevas tecnologías en lugar de utilizar las 
nuevas tecnologías para satisfacer los intereses humanos. La lógica 
absurda de los militares  que proponen compensar la amenaza que suponen 
las crecientes reservas de plutonio y bombas nucleares de su vecino 
aumentando las
 propias. La lógica absurda  de intentar fortalecer la economía mundial 
institucionalizando el mercado global, enriqueciendo a los ricos y 
empobreciendo a los pobres. La lógica absurda de los líderes políticos 
que proclaman su apoyo a los derechos humanos al tiempo que ignoran los 
derechos de las generaciones futuras.
Estas
 y otras afirmaciones y por ser una persona popular y televisiva, era el
 temor que tenían a Cousteau el poder político y científico y que 
intentaran por todos los medios que jamás hablara en un acto público en 
directo frente a políticos y ciudadanos. Temían sus declaraciones. De 
hecho este libro solo se publicó diez años después de su muerte.
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