miércoles, 19 de diciembre de 2012

EL NIÑO ADOPTADO


A juicio de los psicólogos, en la relación de los padres con los hijos adoptivos debe primar la naturalidad. En principio, no hay necesidad de brindarles un trato especial. Sí hay que tener en cuenta que estos niños pueden ser más difíciles e inseguros (aunque no siempre es así; depende de las vivencias que hayan tenido), y que pueden experimentar reacciones inesperadas. Los padres deben estar atentos a esas reacciones, ser especialmente comprensivos y darles su apoyo. Pero, cuidado, eso no significa que deban ser más condescendientes con ellos.
Informar al niño de su adopción es un trámite imprescindible. Muchos padres temen que la verdad lo traumatice. Sin embargo, es lo contrario lo que puede ocasionarle problemas psicológicos importantes, descubrirá la verdad tarde o temprano, además de un sentimiento de desconfianza hacia sus padres que será muy difícil de superar.
Una buena edad para comunicárselo es hacia los tres años, aproximadamente, que es cuando el pequeño empieza a interesarse por todo (de dónde viene, etc.) En todo caso, es necesario contárselo antes de que cumpla los seis. La mejor manera de hacerlo es con espontaneidad y sin misterios. Si se hace tempranamente, es muy probable que lo acepte como algo natural.
Saberse adoptado puede generar dudas en el niño. Por eso, los padres adoptivos deben dejarle claro que es su hijo a todos los efectos, que fue deseado y elegido, y que lo de menos es cómo llegó a  la familia. La adopción, asi como el pasado y los orígenes del pequeño, no deben ser nunca temas tabú. Hay que hablar de eso siempre que él así lo demande

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