El gran mérito de este francés menudo y vitalista ha sido el de poner al alcance de la humanidad el lugar más inexplorado del planeta: los fondos oceánicos. Gracias a sus documentales, los telespectadores de todo el mundo están hoy familiarizados con las ballenas, los pulpos, los tiburones y las miles de especies de peces y plantas que se ocultan bajo el agua. Con su trabajo a bordo del Calypso, el oceanógrafo ayudó a crear una conciencia respecto a la necesidad de proteger la naturaleza marina.
Cousteau tenía también una faceta investigadora que desarrolló desde su juventud. En 1933, siendo oficial de la armada francesa, inventó junto al ingeniero Gagnan la escafandra autónoma, que permitía al ser humano respirar aire a presión desde una botella a distintas cotas de profundidad. Por primera vez el hombre podía evolucionar libremente bajo el agua sin necesidad de permanecer conectado a molestos equipos de suministro de aire desde la superficie.
Cousteau montó también un equipo de filmación para rodar documentales submarinos, que no tardaron en cosechar el éxito popular. En 1955 obtuvo el primer premio del Festival de Cannes por El Mundo del Silencio, y un año después ganó el primero de sus tres Oscar.
Los años no mermaron su afán viajero y ya anciano siguió recorriendo los mares con el Calypso. Sus tres experimentos Precontinent de habitáculos en el fondo marino fueron el primer intento serio de colonizar el medio. Además, presidió la Fundación Cousteau y dirigió el prestigioso Museo Oceanográfico de Mónaco hasta su muerte.
Cousteau montó también un equipo de filmación para rodar documentales submarinos, que no tardaron en cosechar el éxito popular. En 1955 obtuvo el primer premio del Festival de Cannes por El Mundo del Silencio, y un año después ganó el primero de sus tres Oscar.
Los años no mermaron su afán viajero y ya anciano siguió recorriendo los mares con el Calypso. Sus tres experimentos Precontinent de habitáculos en el fondo marino fueron el primer intento serio de colonizar el medio. Además, presidió la Fundación Cousteau y dirigió el prestigioso Museo Oceanográfico de Mónaco hasta su muerte.
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