Ha comenzado la semana de la moda de Milán y cuando en Milán se mueven los cimientos de la moda, el mundo entero tiembla. Tener los ojos puestos allí es averiguar lo que llevaremos, desearemos y otros copiarán en unos meses. Y si hay un desfile, entre otros, en el que se ha de sacar lápiz y papel y apuntar lo que llevaremos y desearemos es el de los Dolce Gabbana.
El apertivo lo hemos tomado con su segunda línea D&G, que nos transporta a un verano en Marrakech con parada y fonda del yate en Niza y Portofino. Las paradas requieren cubrirse de lujo, de sedas de Oriente, miradas de Occidente y paisley de Irán y Persia. Pero atención navegantes, esta parada es definitiva, los Dolce han confirmado que esta es la última colección de su segunda línea.
La ocasión requiere engalanarse y a los tejidos más sinuosos añadirle oros y mirras.
Por momentos nos parece regresar en el tiempo y volver a las mejores y más añoradas colecciones de Versace de los 90.
Vaquero por aquí y por allá. ¿Por qué no mezclar seda con el material originalmente utilizado por los trabajadores de la mina?
Minimalism is dead... gritan sus modelos mientras pisan con garbo sobre sus plataformas de infarto.
Precioso, ¡Precioso!
Un pañuelo necesitamos para secar las lágrimas ante un desfile tan bien definido y pañuelos nos dan los D&G.
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