| Un profesor de la facultad de medicina, hizo una vez esta pregunta a sus estudiantes:  -He aquí una historia familiar: El  padre tiene sífilis. La madre tuberculosis. Ya tienen cuatro niños. El  primero es ciego. El segundo murió. El tercero es sordo. El cuarto tiene  tuberculosis. Ahora la madre está en cinta de nuevo. Los padres acuden a  ustedes para que los aconsejen. Están dispuestos a realizar un aborto  si ustedes deciden que deberían, ¿qué les dirían? Luego de que los estudiantes  compartieras varias opiniones, el profesor acomodó en grupos para que  tomaran una decisión final. Después de deliberar, todos los grupos  recomendaban decir a los padres que realizaran el aborto. -Felicitaciones -le dijo el profesor a su clase-, acaban de quitarle la vida a Beethoven. ¿Cuál es la lección para el lugar  de trabajo? El valor inherente de una persona y su potencial no depende  del respaldo de los padres o su situación social. Dios ha creado a cada  persona con valores, habilidades y promesas.  La manera en que tratamos a  la gente en el trabajo, o las decisiones de a quién tomar no deberían  estar teñidas por el prejuicio que se basa en la raza, estatus  económico, apariencia o discapacidad. Puede parecer que exponemos lo   obvio, pero también podemos sorprendernos si evaluamos con honestidad la  manera de percibir a otros. Cada persona tiene potencial para sumar música a la gran sinfonía de la vida. Salmo 139: 13 Porque tú formaste mis entrañas; Tú me hiciste en el vientre de mi madre.  | 
lunes, 29 de noviembre de 2010
HAY QUE MIRAR A LA GENTE COMO ES
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