domingo, 13 de noviembre de 2011

UN LUGAR EN LA MONTAÑA

Me encantan los lugares perdidos, aquellos que encuentras por casualidad un día cualquiera, porque todos los días son buenos para encontrar maravillas perdidas.
Me encanta salir a recorrer mundo sin la expectativa clara y concisa de lo que voy a ver. Algo bonito, seguro, muchas cosas bonitas, pero, ¿qué exactamente? Prefiero que la vida me sorprenda.
Hacer del mundo mi morada, recordar que soy uno más de esos seres maravillosos que pueblan la faz de la tierra y caminar sobre ella, y así descubrir rincones perdidos en el mapa, tan sólo señalados por un nombre que sólo provoca misterio, misterio…
Un pedacito de tierra con altos y bajos que nos da por llamar montañas, y valles, y en ellos, la mejor decoración posible, llena de sensaciones y colores que se mueven y caminan, que están vivos.
Como un tesoro escondido entre aventuras caribeñas, así es Villar de Santiago, escondido al noroeste del bello León, en la hermosa Laciana, rodeado de olvido y senderos invisibles, por los que caminan aquellos que buscan en lo remoto para encontrar lo más sublime, lo más sencillo, lo más hermoso.

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