sábado, 12 de febrero de 2011

BUENA COMIDA

Asiana está ubicado en el piso bajo de una impresionante tienda de antigüedades
Asiana está ubicado en el piso bajo de una impresionante tienda de antigüedades
Pocas cosas nos sorprenden en la capital a nivel de restaurantes: hay de todo y mucho. Sin embargo, este restaurante que les proponemos tiene ese punto de misterio y novedad que esta haciendo de él un establecimiento de moda en Madrid por varias razones: realizan una cocina fusión oriental y peruana muy interesante, el restaurante está ubicado en el piso bajo de una impresionante tienda de antiguedades por la que se accede como si se tratara de un lugar secreto al más puro “estilo Indiana Jones”, la decoración de la sala es muy acogedora llena de piezas antiguas, y el servicio resulta muy eficaz y amable. Una gran experiencia a todos los niveles.


Tipo de cocina: Fusión oriental – peruana creativa.
Entorno: Muy acogedor, parte de ladrillo visto, con luces indirectas, techos altos y antigüedades
Servicio: Agil, correcto y  amable, muy bien dirijido por Roberto Hubner.
Accesibilidad: Tiene bastantes escaleras para bajar al comedor, aunque hay una mesa en la tienda sin escaleras adecuada para quienes no puedan bajar.
Ambiente: Treintañeros urbanitas de clase media-alta.


Cocina:

Satay de codoriz Royal con coco-lima y chile
Satay de codoriz Royal con coco-lima y chile
Tomamos el menú degustación con dos platos menos, que ya en sí mismo es bastante abundante. La nueva carta de primavera se inicia con unos aperitivos fríos: Ostra con granizado de ponzú, con buen punto la ostra, aunque algo planos los sabores marinos y poco contraste con la lima. Le siguen el Mejillón Nam-Jim y el Kimuchi de Zamburiñas, ambos correctos, así como la Ensalada vietnamita de lomo de buey marinado en lemongras envuelta en camisa de pasta de arroz, aunque algo dura esta última. Continuamos con los entrantes calientes: nos sirven un Nikuman al vapor con mozzarella de búfala y trufa negra: muy aromático y elegante, y el Foie con puré de piel de limón y teriyaki balsámico que tomamos después está completamente en su punto y muy equilibrado. Excelente también el Satay de codoriz Royal con coco-lima y chile, en su punto la carne, equilibrado, aromático… fantastico este mini-plato.
Vieira Kataiffi con salsa XO
Vieira Kataiffi con salsa XO
Llegan los platos principales con un “Tiradito” de corvina con aji amarillo y rocoto, el pescado esta en su punto, aunque algo ínsipido, una circunstancia que se equilibra bien con la guarnición crujiente y picante, le sigue una Vieira Kataiffi con salsa XO que combina diferentes texturas y sabores, con un ácido que aporta la laboriosa salsa que las cubre, absolutamente acertado: un plato muy conseguido. Llegamos al plato central de la comida: Lomo de buey marinado en soja dulce y lemongrass con alio-oli de jengibre: en su punto la carne; un poco pasada de dulce la soja o quizá más conveniente sería que tuviera menos cantidad, pero bastante acertado el plato en su conjunto.
Almendras con fresas, chocoblanco y vinagre balsámico
Almendras con fresas, chocoblanco y vinagre balsámico
Los postres sorprenden por su originalidad y factura, lo normal es que en los restaurnates de cocina fusión asiática los postres bajen bastante el nivel, no es así en Asiana, el Ravioli de mango y piña aliñada con sorbete de manzana ácida y espuma de mascarpone-wasabi es ligero, fresco, equilibrado y, en definitiva, delicioso y el segundo otro tanto: Almendras con fresas, chocoblanco y vinagre balsámico, perfecto para finalizar la cena.
En la sobremesa con una infusión, perfectamente preparada, recibimos los petifour: Lichie con mango Lassi, que en realidad es una crema de yogur muy refrescante, le sigue la Trufa de naranja, que posee mucho sabor, la Gominola de frambuesa supone un golpe de acidez sabroso, y el Marsmellow de yuzu, una especie de golosina de nube curiosa por su textura.
Del menú nos perdimos una sopa y un San Pedro, pero realmente ya no podíamos comer más.
Todo el menú se sirve con un maridaje de vinos por copas: en los aperitivos y entrantes el Cava Agusti Torelló 27€ la botella y el Blanco Níspero La Palma 28€. Posteriormente tomamos también un vino tinto con la carne y uno dulce con los postres. Muy acertado el maridaje. La carta de vinos por otra parte es bastante amplia, con vinos de diferentes DOs españolas y algunos internacionales, con precios bastante ajustados.

Observaciones:

El restaurante sólo abre para el servicio de cena y no se puede ir si no se tiene la reserva hecha al teléfono que ofrecemos, por lo que es conveniente reservar con tiempo, ya que suele estar lleno los fines de semana. Si se desea, se puede adquirir cualquiera de los productos de la exposición de antigüedades que tenga etiqueta: los hay pequeños y bastante curiosos, como una cama china que comparte su protagonismo con una sóla mesa en una de las zonas de comedor.

Calificación:

La cocina que realiza el cocinero Jaime Renedo es muy correcta y de impecable presentación, pero aún precisa  afinar algunos detalles para que el resultado sea completamente excelente. Todos los elementos para que este restaurante se convierta en uno de los mejores de la capital ya se tienen, sólo falta elevar un poco el nivel de la cocina perfecionando algunos aspectos nimios pero que son los que marcan la diferencia: la calidad del mejillón, la dureza de la lima en el Kimuchi (si se pretende que se tome junto con la zamurilla es imprescindible que tenga menor resistencia) o en el marinado de la corvina del Tiradito. No obstante, realizadas estas precisiones, el restaurante es una grata sorpresa, un combinado de varios elementos en perfecto equilbrio con final feliz, un restaurante muy aconsejable donde pasar una velada inolvidable.


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