viernes, 13 de abril de 2012

ACTITUD PARA LA VIDA

La felicidad de las personas mayores depende más de una actitud positiva que del estado físico

El estado de salud deja de ser sinónimo de un envejecimiento óptimo


Una actitud positiva ante la vida proporciona mayor felicidad en la vejez que el estado de salud, según una investigación desarrollada por la Universidad de California en San Diego. El estudio pone de manifiesto que el optimismo y la actitud de “hacer frente” a las cosas son más importantes para conseguir un envejecimiento feliz, que las mediciones tradicionales de salud y bienestar. Una nueva percepción del envejecimiento que pone fin a la creencia de que el buen estado físico es sinónimo de un envejecimiento óptimo. Por Marta Morales.



Swim of Happiness. Sebastien Fabre.
Swim of Happiness. Sebastien Fabre.
La felicidad en la vejez depende más de una actitud positiva que de la salud que se tenga, señala un estudio realizado por el Sam and Rose Stain Institute for Research on Aging (SIRA), perteneciente a la Universidad de California en San Diego. El estudio llama la atención por la inusual consideración de criterios subjetivos para evaluar el estado del envejecimiento.

En esta investigación se examinó a 500 voluntarios de edades comprendidas entre los 60 y 98 años, que vivían independientemente y que habían padecido diversas enfermedades, como el cáncer, fallos cardiacos, diabetes, problemas mentales u otro tipo de disfunciones.

Tal como explica al respecto la revista Medicalnewstoday, a los participantes en el estudio se les pidió que evaluaran su envejecimiento en una escala del 1-10, siendo 10 un grado de buena calidad de vida en la vejez.

La media de esta valoración entre los encuestados fue de 8.4, lo que desvela la actitud positiva dominante respecto a cómo vivían su envejecimiento. Menos del 10% de los entrevistados asociaban la calidad de su envejecimiento con el estado de salud corporal.

Lo más sorprendente de los resultados obtenidos, sin embargo, fue que los voluntarios más optimistas –aquellos que pensaban que estaban envejeciendo bien- no siempre coincidían con los que tenían mejor salud.

Ver con buenos ojos la vida

La investigación, llevada a cabo por el profesor Dilip Jeste, de dicha Universidad, y sus colegas, señala que el optimismo y la actitud de “hacer frente” a las cosas son más importantes para conseguir un envejecimiento exitoso que las mediciones tradicionales de salud y bienestar. Es decir, que el estado físico no es sinónimo de un envejecimiento óptimo. Por el contrario, una buena actitud es casi una garantía de un buen envejecimiento.

Suele considerarse normalmente que una persona “envejece bien” si tiene pocas dolencias o si sigue manteniendo más o menos sus facultades, si bien no existe un consenso en la comunidad médica a la hora de definir con exactitud lo que puede entenderse como un envejecimiento adecuado.

Este estudio demuestra que la percepción que se tiene de uno mismo puede ser incluso más importante que el estado físico, a la hora de considerar que el envejecimiento se está desarrollando adecuadamente. La salud física ha dejado de ser de esta forma el mejor indicador de un envejecimiento adecuado, según este estudio.

Otra conclusión que se desprende de este estudio es que la preocupación de las personas que adentran en edades avanzadas no debe centrarse tanto en el estado de salud como en el cuidado y cultivo de actitudes positivas, ya que estas actitudes pueden ser más importantes que el estado de salud corporal para alcanzar el envejecimiento adecuado.

La investigación también ha demostrado que la gente que pasa algo de tiempo cada día socializándose, leyendo o participando en otras actividades de ocio, tienen un nivel de satisfacción más alto en la vejez.

Los resultados de esta investigación no han sido publicados todavía, pero fueron dados a conocer en la asamblea annual de la American College of Neuropsichopharmalogy, celebrada esta semana en Waikoloa, Hawaii. La ACNP, fundada en 1961, es una organización profesional de más de 700 científicos, entre los que se encuentran tres premios Nobel. Su misión es prevenir enfermedades del sistema nervioso mediante el estudio del cerebro.

Buen estado de salud mental

Dilip V. Jeste, artífice de esta investigación, es profesor de psiquiatría y neurociencia en la Universidad de California. Está especializado en geriatría psiquiátrica y es el editor del American Journal of Geriatric Psychiatry.

Además, Jeste es jefe de la División de Geriatría Psiquiátrica de la mencionada Universidad y participa en numerosas actividades de investigación, preparación y cuidado de pacientes de la tercera edad. En una entrevista publicada el pasado septiembre por Medscape, explica entre otras cosas los mecanismos que permiten un envejecimiento exitoso.

Junto a su colega Gregory Stain en el Sam and Rose Stain Institute for Resarch on Aging (SIRA), también perteneciente a la universidad de California en San Diego, Jeste ha desarrollado otras investigaciones entre las que descaca un estudio sobre la misma temática.

En este estudio participaron 1.000 voluntarios seniors que viven en California, los cuales rellenaron un completo cuestionario acerca de su nutrición, su historial médico, hábitos de ejercicio y, en general, su estilo de vida. Asimismo, muchos de esos participantes facilitaron muestras de sangre para que se pudiera conocer su estado de salud. Los primeros resultados de este estudio señalan también que un mal estado físico no tiene por qué desembocar en un envejecimiento negativo.

A partir de estos resultados, Jeste y se equipo pretenden continuar analizando las causas de las diferentes percepciones sobre el envejecimiento, ya que estudios previos han demostrado que el mantenerse activos y el realizar ejercicio físico habitualmente ayuda también a envejecer en buen estado corporal y mental.

Otra prometedora área de investigación en la que el Jeste y el SIRA pretenden profundizar es la del cerebro, puesto que diversos estudios han adelantado ya que puede que haya neuronas que sí se regeneran, a pesar de la edad.

De esta manera, Jeste pretende descubrir por qué hay personas que, con 80 ó 90 años de edad siguen perfectamente activas, tengan o no achaques, y de qué depende el estar bien la mayor parte de tiempo que podamos de nuestra vida.

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