Dentro y fuera del tarro de la basura
Coloco mi creación
Sea vivaz, sea rancia,
Tristeza o animación.
Alegrías y tristezas como las que tuve
Serán revisadas de nuevo
Sintiéndose cuerdo o siendo loco,
Engañado o rechazado.
Roña y caos, deténganse.
En vez de leve confusión
Formen una Gestalt significativa
Al final de mi larga vida.
Esta vez escribiré acerca de mí. O mejor: cada vez que alguien escribe, de algún modo, escribe de sí mismo. Desde luego que uno puede escribir acerca de las llamadas observaciones objetivas o acerca de conceptos y teorías, pero, de todas maneras, el observador es parte de esas mismas observaciones. Selecciona lo que está observando u obedece las exigencias del profesor, en cuyo caso el compromiso puede estar muy disimulado pero no ausente del todo. De nuevo me sorprendí a mí mismo. Pontificando. Siempre diciendo: "Mi opinión es que...".
Me llamo Friedrich Salomon Perls; en inglés: Frederick S. Perls. Por lo general me llaman Fritz o Fritz Perls, a veces Doctor Fritz (al escribir esto me siento un tanto liviano y oficioso), preguntándome también para quién estoy escribiendo esto y, sobre todo, cuán honesto seré. Oh, ya sé: no estoy llamado para escribir confesiones verdaderas, pero me gustaría ser honesto por mi propio bien. ¿Qué puedo perder?
Me estoy convirtiendo en una figura pública. De niño judío de clase media baja a sicoanalista mediocre, hasta el extremo de ser el presunto creador de un método "nuevo" de tratamiento y exponente de una filosofía que efectivamente podría hacer algo en beneficio de la humanidad. ¿Significa esto que soy un "hacedor de bien" o que quiero servir a la humanidad? El hecho de formular la pregunta muestra mis dudas.
Creo que lo que hago, lo hago mi propio bien, por mi interés en resolver problemas y, sobre todo, para satisfacer mi vanidad. Cuando mejor me siento es cuando soy prima donna y puedo farsantearme alardeando de mi destreza para colocarme rápidamente en relación con la esencia de la persona y su predicamento. Sin embargo, debe haber otra faceta en mí. Cada vez que ocurre algo verdadero, me siento muy conmovido, y toda vez que me comprometo profundamente en un encuentro con un paciente, me olvido completamente del auditorio y de su posible admiración y estoy todo ahí.
Puedo hacer eso. Me puedo "olvidar" completamente de mí mismo. Por ejemplo, en 1917 estábamos tendidos y atrincherados cerca de una estación de ferrocarril. Cuando la estación y dos trenes con municiones que estaban ahí fueron bombardeados, atendí a los heridos en medio de las explosiones sin temor ni pensamiento alguno en mi propio pellejo. Ya, lo hice de nuevo. Haciendo alarde. Farsanteándome. Tal vez lo exagero o lo invento. ¿Dónde están los límites de la vida de fantasía? Como dijera Nietzsche: "la Memoria y el Orgullo estaban luchando. La Memoria dijo: 'Fue así' y el Orgullo dijo: '¡No pudo haber sido!', y la Memoria se dio por vencida".
Me siento a la defensiva. El capitán de mi batallón era antisemita. Ya antes me había retenido la cruz de hierro, pero esa vez tuvo que hacer una recomendación y recibí mi cruz. ¿Qué estoy haciendo? ¿Comenzando un juego de autotortura? Farsanteándome de nuevo. ¡Observen lo escrupulosamente honesto que estoy tratando de ser!
En cierta oportunidad, Ernest Jones me calificó de exhibicionista. No maliciosamente. Era gentil y yo le agradaba. Verdad, yo tenía algunas tendencias exhibicionistas –incluso sexuales–, pero mis intereses voyeurísticos fueron siempre mucho mayores. Más aún, no creo que mi necesidad de farsantearme se explique fácilmente llamándola una perversión sexual. Estoy seguro que, a pesar de todo el alarde que hago de mí mismo, no me tengo en muy alta estima.
Mi segundo nombre es Salomón. El sabio rey Salomón declaró: "¡Vanidad, todo es vanidad!". Ni siquiera puedo hacer alarde de que soy particularmente vanidoso.
Estoy seguro, sin embargo, que gran parte de mi farsantería es una sobrecompensación. No tan sólo para compensar mi inseguridad, sino para sobrecompensar, para hipnotizarlos y hacerles creer que yo soy algo real y verdaderamente muy especial. ¡Y no lo duden! Durante muchos años jugamos con mi esposa juegos como estos: "¿No estás impresionada por mí? ¿Puedes acaso superar esto?", hasta que me di cuenta que siempre me azotaba contra un muro y que no podía
ganar. En esa época aún estaba interesado en la muy difundida necedad humana de que triunfar es importante, incluso un requisito.
Todo esto se reduce finalmente al fenómeno de la autoestima, del amor a sí mismo y de la autoimagen. La autoestima, como todos los fenómenos sicológicos, se experimenta como una polaridad. Una autoestima exagerada, el orgullo, la gloria, el sentirse de tres metros de estatura, se opone a lo apocado de sentirse abajo, abyecto, rechazado, pequeño. El héroe se opone al monje.
Aún debo leer la mayoría de los escritos de Freud. Lo que me asombra es el hecho de que, con toda su preocupación por el sexo, no haya visto la relación entre la autoestima y la teoría de la libido. Del mismo modo, Sullivan, que se especializa en el sistema de la autoestima, tampoco
vio la relación. La similitud entre ese sistema con la erección y la detumescencia de los genitales me parece obvia. La erección de la personalidad total que reluce de orgullo contrasta con la postura abyecta de sentirse por los suelos. La quisquillosidad proverbial de la casta solterona. En la vergüenza, la sangre corre hacia la cabeza y depleta a los genitales. En alemán, los genitales se llaman die Schamteile –las partes de la vergüenza.
En términos freudianos, podríamos llamar desplazamiento al comportamiento libidinal del sistema de la autoestima. Al mismo tiempo, podríamos aprovechar para entender algo de lo poco que se sabe acerca de las relaciones sicosomáticas. Es obvio que la erección es una función
primordialmente fisiológica, mientras que la autoestima es asunto de la "mente": a esa función (que aparece falsamente como un lugar donde ocurren cosas) la llamo fantasía o imaginería, crear imágenes.
Esto nos conduce directamente al ámbito de la filosofía existencial. Creo que una clarificación del problema existencial iluminará considerablemente el asunto de vanidad versus existencia auténtica; posiblemente, incluso nos indique un camino para salvar el abismo existente entre nuestro ser biológico y nuestro ser social. Como entes biológicos, somos animales; como seres sociales, representamos roles y realizamos juegos. Como animales, matamos para sobrevivir; como seres sociales, matamos por codicia y venganza, para obtener gloria. Como seres biológicos, llevamos una vida relacionada y cimentada en la naturaleza; como seres sociales, llevamos una existencia "como si" (Vaihinger: Philosophy of "as if "), en la que hay una confusión considerable entre la realidad, la fantasía y el fingir. Para el hombre de hoy, el asunto se reduce a la diferencia (y muy a menudo a la incompatibilidad) entre autoactualización y autoconcepto o actualización de la autoimagen.
En 1926 yo era ayudante del Profesor Kurt Goldstein en el Instituto para Soldados con Lesiones Cerebrales. Puede que hable más adelante sobre él. En este momento sólo quiero mencionar que Goldstein utilizaba el término autoactualización sin que yo lo comprendiera para nada. Veinticinco años después, cuando escuché a Maslow utilizar la misma expresión, aún no la podía captar, pero me parecía una cosa buena, algo así como un expresarse genuinamente uno mismo y, sin embargo, al mismo tiempo, algo que no se puede hacer deliberadamente. De ser así,
resultaría siendo un programa, un concepto.
Me tomó otros años más entender la naturaleza de la autoactualización en términos de la famosa frase de Gertrude Stein: "Una rosa es una rosa". La actualización del autoconcepto ya existía en Freud; por ejemplo, bajo el nombre de yo idealizado. Sin embargo, Freud utilizaba los términos
súper yo y yo idealizado indistintamente, como un malabarista. Son fenómenos absolutamente diferentes. El súper yo es la función moralística, controladora, que únicamente sería denominado un ideal por un ego cien por ciento sumiso. Freud nunca llegó al punto de entender el sí mismo (self). Se quedó en el ego. Incluso, la gente de habla inglesa encontrará otra dificultad para seguir el raciocinio de Freud: en alemán, "ego" es idéntico a "yo". En inglés, "ego" se acerca al significado del sistema de autoestimación. Podemos traducir "Yo quiero reconocimiento" por "Mi ego necesita reconocimiento", pero no así "Yo quiero un pedazo de pan" por "Mi ego necesita un pedazo de pan". A nuestros oídos, esto suena absurdo.
La autoactualización es un término bastante sencillo. Ha sido glorificado y distorsionado por los hippys, los artistas y, desgraciadamente, por muchos sicólogos humanísticos. Ha sido enunciado como un programa y una meta. Esto es resultado de la reificación, la necesidad de hacer una
cosa a partir de un proceso. En este caso, significa deificar y glorificar un lugar, ya que el sí mismo indica únicamente un "donde" de un acontecer, un sí mismo que debe ser contrastado (y que cobra sentido exclusivamente mediante este contraste) con lo otro (otherness).
Al decir "lo hago yo mismo", el yo mismo está actuando como indicador, es decir, nadie más lo está haciendo. En este caso, debe escribirse con minúscula. Una vez que se deifica escribiéndolo con mayúscula, toma el lugar de una parte –y de una parte bien especial–, la del organismo entero. Algo que se asemeja a la anticuada idea de alma o de la esencia filosófica como "causa" del organismo. Los opuestos, en este caso, son potencia y actualización. Un germen
de trigo tiene el potencial de llegar a ser una planta, y la planta de trigo es su actualización.
Ahora bien, autoactualización significa que el germen de trigo se va a actualizar a sí mismo como una planta de trigo y jamás como una planta de avena. Voy a tener que interrumpir aquí. Si este escrito llega a ser publicado alguna vez, probablemente el editor tendrá que sacar lo que sigue o
situarlo en su verdadero contexto.
Uno de mis mayores "problemas" es este afán de farsantearme. El otro "problema" es fumar y envenenarme a mí mismo. Éste puede esperar para más adelante. Cómo es, y cómo se relacionan la frecuente sensación que tengo de aburrimiento con el farsantearme, es lo que espero descubrir
en el transcurso de esta escritura. A menudo en las conversaciones pido aprobación, reconocimiento y admiración. Incluso muchas veces empujo o llevo la conversación a ciertos tópicos no tanto para ser brillante y lucirme, sino para hacer alarde del reconocimiento que yo, o lo que es lo mismo, la Terapia Gestáltica, está recibiendo. El aburrimiento a menudo me incita (¡véase cómo me desentiendo de mi responsabilidad en producir mi aburrimiento!) a ser antipático con las personas o hacer de "pájaro de mal agüero" o a flirtear y a realizar juegos provocativos. Esto va a requerir de mayor discusión y en un contexto diferente. Últimamente he encontrado un escape más constructivo al aburrimiento: sentarme a escribir. Sin la sensación de aburrimiento, seguramente no me sentaría aquí a escribir frases en el papel.
Esto se parece a lo contrario de ciertas investigaciones que hice en un hospital mental donde el aburrimiento era resultado del bloqueo de intereses genuinos. ¿Tendré que llegar ahora a la conclusión de que la autoglorificación es el interés genuino para el cual vivo, de que trabajo y me esclavizo en beneficio de la imagen del Gran Fritz Perls? ¿De que no me actualizo a mí mismo,
sino a un concepto de mí mismo? Esto, súbitamente, me parece tan ejemplar, y también "debeístico". La actualización del autoconcepto como pecado. ¿Me estoy volviendo puritano?
De modo que de vuelta a la "virtud" de la autoactualización y la realidad de la autoactualización.
Veamos qué pasa si llevamos al absurdo los ejemplos de los gérmenes del trigo y la avena.
Es obvio que el potencial del águila se actualizará al surcar el cielo, lanzándose en picada atrapando animales pequeños, y construyendo nidos. Es obvio que el potencial de un elefante se actualizará en su tamaño, su fuerza y su torpeza.
Ningún águila quiere ser un elefante; ningún elefante quiere ser un águila. Ellos se "aceptan" a sí mismos; se aceptan a ellos mismos. No. Ni siquiera se aceptan a sí mismos, ya que esto significaría posible rechazo. Se dan por sentado. No, ni siquiera es esto, ya que implicaría la posibilidad de ser otra cosa. Simplemente son. Son lo que son lo que son. ¡Qué absurdo sería si ellos, como los humanos, tuvieran fantasías, insatisfacciones y autodecepciones! Cuán absurdo sería que el elefante, cansado de caminar por la tierra, quisiera volar, comer conejos y poner huevos. Y que el águila quisiera tener la fuerza y el cuero duro de la bestia. Dejemos esto a los humanos: tratar de ser algo que no se es, tener ideales que no se pueden alcanzar, estar condenados por el perfeccionismo para estar libres de críticas, y así abrir el camino a la tortura mental sin fin.
La brecha entre el potencial que uno tiene y su actualización, por un lado, y la distorsión de esta autenticidad, por el otro, se hace evidente. El "debeísmo" (debe-ismo) mete su horrible cabeza. "Debiéramos" eliminar, desposeer, reprimir, negar muchas fuentes de cosas genuinas y agregar, representar, jugar a, desarrollar roles sin apoyo de nuestro élan vital, de lo que resultan comportamientos falsos en diversos grados. En vez de la plenitud de la persona entera, tenemos la fragmentación, los conflictos, la desesperación no sentida de la mente de cartón.
La homeostasis, el sutil mecanismo del organismo autoregulante y autocontrolante, se reemplaza por una manía controladora sobreimpuesta que socava el valor de supervivencia de la persona y la especie. Los síntomas psicosomáticos, la desesperación, la lasitud y el comportamiento compulsivo reemplazan la joie de vivre.
La brecha más profunda, durante largo tiempo arraigada en nuestra cultura, es la dicotomía mente/cuerpo: la superstición de que hay una separación, y al mismo tiempo una interdependencia, entre estas dos clases diferentes de substancia, la mental y la física. Una serie interminable de filosofías han sido creadas sosteniendo que es la idea, el espíritu o la mente los que causan al cuerpo (por ej., Hegel). En un sentido material, aquellos fenómenos o epifenómenos, como se han dado en llamar, serían el resultado o la superestructura de la materia física (por ej., Marx).
No es ninguno de estos dos casos. Somos organismos, no tenemos un organismo. Somos una unidad integral, pero tenemos la libertad de abstraer muchos aspectos de esta totalidad. Abstraer, no substraer, no despedazar. Podemos abstraer según nuestro interés, ya sea el comportamiento de aquel organismo o su función social o su fisiología o su anatomía o esto o
aquello. Pero tenemos que estar alertas y no caer en la tentación de tomar una abstracción como si fuera "parte" del organismo entero. Ya antes he escrito acerca de la relación del interés y la abstracción, de las apariencias y el surgimiento de guestalts. Podremos tener una combinación de abstracciones; podremos aproximar el conocimiento de una persona o de una cosa; pero nunca
podremos tener el darse cuenta (awareness) total de (hablando en términos
kantianos) das Ding an sich, la cosa en sí.
¿Me estoy poniendo demasiado filosófico? Mal que mal, necesitamos con bastante urgencia una nueva orientación, una nueva perspectiva. La necesidad de orientación es una función del organismo. Tenemos ojos, oídos y todo lo demás, para orientarnos en el mundo, y tenemos los nervios propioceptivos para saber qué está ocurriendo dentro de nuestro pellejo. El filosofar
significa reorientarse uno mismo en el mundo propio de uno. La fe es una filosofía que da por sentado el marco propio de referencia. El filosofar es un ejemplo extremo de nuestros juegos intelectuales. Pertenece esencialmente a la clase de los juegos de "calzar".
Posiblemente haya otros juegos, pero yo veo dos tipos de juegos que dominan muchas de nuestras orientaciones y acciones: los juegos de comparar y los juegos de calzar. Las abstracciones son funciones organísmicas, pero una vez que separamos a las abstracciones de su contexto, las aislamos, las convertimos en símbolos y datos, entonces se convierten en material para juegos. Tomen los juegos de palabras y los crucigramas como ejemplos de cuán lejos podemos llegar a separar las abstracciones de su contexto original. El libro más importante sobre juegos que conozco es El juego de abalorios de Hermann Hesse. Me parece muy sensato ver a Bach jugando con sonidos, formando tramas complicadas con los temas, devotamente involucrado en oraciones extáticas.
No puedo dejarme guiar por el dictum de que el juego es malo y la seriedad es loable. Los scherzos del maestro no son serios; sin embargo, de todos modos es sincero. Los cachorros están jugando. Pero, ¿aprenderían a cazar y a vivir sin tales juegos?
Estoy confuso:
Quiero jugar mi juego de calzar.
Alérgico como soy a las inconsistencias,
Desordenado como soy
En hábitos –mi pieza y mi ropa–,
Necesito del orden en mis pensamientos.
Relacionando trocitos y pedacitos a un todo,
Gestalt y Caos están luchando.
¿Qué otra cosa es entender?
Comencemos con el sexo,
Los muchos juegos que hombre y mujer
Y padres con sus hijos juegan:
Desde un tocar cariñoso, hasta violación y muerte;
Los muchos miles de tipos y matices
Pervertidos o normales;
Las torturas y los juegos delectables
El fin emerge con suficiente claridad:
La meta final es el Orgasmo.
No más control,
El ritmo aumenta.
La naturaleza no pensante tiene su modo:
Un acontecer sin los juegos.
Entregarse al unísono.
Un profundo retraerse del mundo
Y cerrar de una fuerte Gestalt.
Dos etapas están involucradas: esto es claro.
Una es hacer el amor de muchas maneras;
Y fornicar es la otra etapa.
Una es algo con miles de esplendores: sublime y sublimado;
Es un medio mediante el cual, como dice Dewey.
Semejanza con fuerza que explota.
Como animal la ganancia final se muestra.
La ganancia final es una calma feliz.
La "Nada" del Nirvana no se queda más que por un rato.
La Gestalt se cierra y la satisfacción barre
A través de los poros de piel y alma.
Pero la vida continúa. Otra necesidad, otro juego,
Emerge de un vacío fértil.
Un apetito, una tarea, una herida
Aún abierta, bien echada de lado por el sexo
Exige atención, clama por tus oídos.
¡Despierta y actúa!
¡Ya que la vida continúa, un arroyo interminable
De Gestalt incompleta!
La vida continúa, este libro también.
Aunque algunos días no escribo nada.
Mostré las pátinas anteriores a algunos amigos,
Porque estaba contento de qué, de la nada,
Súbitamente escribo al compás,
Sintiendo que trasciendo la seca descripción.
Como un nuevo estilo que viene.
Desde mencionar la música a quedarse en ritmo,
Jugando con palabras, y, sin embargo, al mismo tiempo,
Una imagen que se expresa a sí misma.
Una Gestalt total que se proyecta en el papel.
Tengo que escribir acerca de mí mismo.
Yo soy mi laboratorio.
La privacía de tus vivencias es desconocida para mí,
Excepto por revelaciones.
No hay ningún puente entre hombre y hombre.
Adivino, imagino, empatizo, sea lo que fuera que esto signi-
[fica:
Porque extraños somos y extraños nos quedamos,
Excepto para algunas identidades donde tú y yo
En semejanza nos amalgamamos;
O, mejor aún, donde tú me tocas a mí
Y yo te toco a ti.
Donde lo extraño se siente familiar.
La mayor parte del tiempo estamos jugando juegos
Y damos vueltas y vueltas como satélites
Evitando tocarse, chocar.
Aún estoy jugando autísticamente con ritmos de palabras,
Luchando para volver al tema relevante.
Yo quería discutir.
También quiero aprender
A escribir en verso.
No versos que rimen, sino que rítmicamente
Fluyan hacia abajo:
Arriba y abajo,
Que fluyan como el agua
Ondulando suavemente.
Igualmente prosa, para decir lo que quiere venir
A la mente y al corazón.
Ni ciencia seca,
Ni poesía.
Gestalt que surge de un fondo.
La vida viviéndose ella misma.
No muerte plástica.
Pero las palabras son sociales, ¿acaso no lo son?
Así es que trastabillando hacia abajo desde la vida propia,
Hasta palabras que juegan juegos de computación.
Sin embargo, jugar juegos con reglas severas
Me da apoyo y destreza creciente.
¡No juegos a ganadores que se mofan de derrotas!
¡Esto es demasiado fervoroso, cercano a la muerte!
El júbilo de nuevas maneras descubiertas,
Aprender nuevas maneras de ser,
Inventando lo que antes no era
O arriesgando palabras hasta ahora no pronunciadas.
"Descansa, Fritz.
Has hecho bastante.
Encontraste tu Zen, Tao y verdad.
A otros también, lo hiciste claro.
Crecimiento interminable de contienda honesta.
¿Qué más quieres?
¿Aún no es suficiente?".
No más voracidad, no más. Descanso pacífico.
Que se sienta quieto, no como cubos congelados.
Un descanso que se mueva desde adentro hacia afuera,
Desde afuera hacia adentro, en estilo rítmico.
Un péndulo que es como el tiempo.
Un corazón que late, se contrae y se va.
Contacto-retiro, mundo y yo mismo
En armonía suplemental.
"Ven, predícale a otros lo que quieres.
Quieres decir tú mismo y no el mundo.
Porque los espejos están donde supones;
Tú miras a través de la luz y la oscuridad de la ventana;
Te ves a ti mismo, no nos ves a nosotros.
Proyéctate, deshazte de ti.
Tú mismo empobrecido, recupera lo que es tuyo.
Conviértete en la proyección, juégalo hondo.
El rol de los demás eres tú mismo.
Ven, recupéralo y crece un poco más.
Asimila lo que has desposeído".
"Si tienes odio por ahí,
Esto eres tú mismo, aunque difícil de llevar,
Porque tú eres yo y yo soy tú.
Tú odias en ti lo que desprecias,
Te odias a ti mismo y crees que soy yo.
Las proyecciones son las cosas más malditas:
Te joden y te enceguecen,
Convierten lomas en montañas
Para justificar tu prejuicio.
Despierta a tus sentidos. Velo claramente.
Observa lo que es real, no tus pensamientos".
¿Pero qué es real? ¿Acaso uno lo sabe?
Ahora estoy estancado, eso sí que es seguro.
Aparecen los síntomas del impasse:
Confusión, pánico y lamento.
"Uno" no puede decidir: "esto" no fluye.
Prometo bienes, me defiendo.
Me quiero mover, pero pegado en el barro
No puedo levantar mis botas para avanzar.
Demasiado enamorado con el ritmo-flujo
Para dejar que predique el profesor.
Y separando fenómenos
Que son oscuros y necesitan perspectiva de luz
Para aclarar lo desconocido.
¿Qué es lo que sabemos de los juegos?
¿Cuál es el opuesto?
El rey Lear en escena no tiene reino.
Apenas abandona los telones shakespereanos, la corona de
[papel .
Tal vez es un atorrante borracho
Sin un cobre ni un hogar;
Pero el rey en el proscenio también está solo.
Sin un reino ni un hogar.
Entonces, ¿qué es real?, ¿qué es juego?
Pregúntenle a Pirandello, pregúntenle a Genet.
Ellos conocen la zona del crepúsculo,
Del juego y la verdad.
Puede ser esto,
Puede ser aquello,
Pueden ser ambos juntos.
Porque jugar tiene un doble objetivo:
Felicidad de crecer.
Niega el estancamiento
Que viene de igualdad e implosión.
Los clisés, esquemas que no cambian,
Están seguros y a salvo como la muerte.
El rigor mortis, rigor vitae
Son tan parecidos de muchas maneras,
Como Freud lo ha visto.
Freud también descubrió esta cosa estupenda:
Que el pensar es ensayar, hacer la prueba.
¿Pero para qué estamos ensayando?
¿Una obra de teatro, una acción? ¿Qué función?
Sin ensayar nos arriesgamos,
Somos espontáneos,
Impulsivos,
Listos para actuar sin cuidado
De peligros
Verdaderos o imaginarios.
Sin ensayar saltamos adentro,
Sin probar calor o hielo:
"Al diablo con las consecuencias".
A lo héroe
Con anteojeras para la supervivencia.
Pero la mayoría de nosotros somos distintos.
Temerosos de los riesgos, debemos asegurarnos
Que nada ocurra que perturbe
La segura rutina de nueve a cuatro.
Seguros, pagar cheques, relaciones fijas.
Nos hemos ensayado para roles sociales,
Con aprendizaje universitario y grados,
Comportamiento correcto para el éxito,
Trepando centímetro a centímetro
Por la escalera hasta llegar a la cumbre.
Hacemos el ruido más grande en esta tierra,
Malgastando fuerza con fines sádicos,
Juntando dinero que no necesitamos.
Una úlcera estomacal insinúa el apetito.
Una mueca reemplaza a la risa.
Relaciones mejores que en una amistad colocan
Un esfuerzo en nuestro actuar, recobrando en vano
Nuestra alma en la iglesia dominical
Y en las resoluciones de Año Nuevo.
Y hay otros lados de esto mismo:
El niño bueno es un badulaque rencoroso.
El limpio es compulsivo.
El débil hace un disparo a escondidas.
El solícito se torna en una peste intrusa.
Los sueños de la infancia convertidos en pesadillas
Para amargar nuestra existencia.
¿Qué es lo que hicimos? ¿Qué representación horrible
[siguió
De toda esa promesa regalada?
Doy por cierto que el espermio
Que gana la carrera entre millones de aspirantes,
Puede no ser el elegido.
Es posible que el óvulo elija su pareja.
(La mecánica no se aplica a la vida)
La vida es "un darse cuenta" de sus necesidades,
Son sentimientos que se auto apoyan. Cada célula elige,
Asimila nutrición del plasma.
Utiliza substancia de donde fabricar
La bilis, las hormonas o los pensamientos.
Tiene una mente, conoce su trabajo.
Tiene una conciencia social.
Su propia supervivencia está a tono y sirve
Al organismo total.
No así la egoísta célula cancerosa,
Que quita lo que las demás células
Requieren para su propia vida, una criminal
De micro vida.
Las células saben mucho más
De lo que creemos en nuestro arrogante computar.
El "darse cuenta-sintiendo" (que hemos perdido)
Está aún intacto, si lo dejamos ser.
El óvulo, por lo tanto, puede no aceptar
Al más ambicioso de los pretendientes.
Un matrimonio se perfecciona.
La unicélula comienza a dividirse, a proliferar.
El hombre potencial, autoactualizante como hombre naciente,
Recibe apoyo, sí, todo el apoyo correcto.
En el vientre de la madre.
El alimento, el calor, el oxígeno.
Las piedras para construir están ahí,
Para estructurar planes predeterminados por genes.
Puede nadar, escucha, da pataditas,
Para conseguir espacio vital,
Lebensraum donde movilizar sus músculos.
Un nacimiento doloroso, cambio tremendo:
Ningún refugio, calor u oxígeno.
Ahora tiene que respirar,
Porque la vida es aliento.
(El logos del aliento de la psique se llama sychologica).
La primera necesidad de apoyarse a sí mismo aparece.
Quieres vivir, entonces recobra tu aliento.
("niño azul" se le llama a este impasse,
Que sirve de modelo a muchos más tarde)
Porque la muerte vendrá si no se arriesga
Una respiración que se mantenga a sí misma.
Llora en el dolor, porque el llanto es aliento,
Para sobrellevar tu impasse
Y el crecimiento prosigue. Más auto
Apoyo, más auto apoyo, más auto apoyo
Reemplaza ayuda externa.
El apoyo desde afuera se retira.
Uno aprende a caminar y no es acarreado.
Uno juega con sonidos, luego palabras;
Comunicarse, expresarse a sí mismo.
Uno saquea el refrigerador si no es alimentado,
Uno escoge sus amigos, si el amor retrocede.
Uno gana su pan, forma ideas propias
Y toma su lugar entre sus iguales.
Ahora estás crecido.
Respondiendo a la existencia,
Sin ser una carga para los demás,
Ni un neurótico que exige
Apoyo de fuentes externas.
Yo llamo neurótico a cualquier hombre
Que usa su potencial
Para manejar a otros.
En vez de crecer él mismo,
Toma el control, se pone maniático del poder
Y moviliza a amigos y parientes
Donde él es impotente
Para usar sus propios recursos.
Hace esto porque no puede soportar
Tales tensiones y frustraciones
Que van junto con el crecer.
Y además: arriesgarse es demasiado arriesgado
Y él es demasiado temeroso para un riesgo así.
Él piensa que está perdido sin ayuda,
Se lo traga a uno, lo envuelve, lo usa,
Sin atender a tus requerimientos.
Manejar a otros es un arte
Que él adquiere tempranamente.
Representa algunos roles, bien seleccionados,
Para dominar a otros que creen en él.
Forma un carácter que, impermeable,
Lo hace a uno creer que es genuino
Donde ojos expertos, bien acostumbrados a los trucos,
Descubren únicamente falsedad.
¿Qué juegos juegan nuestros pacientes?
¿Qué roles consideran?
Los más frecuentes son juegos de dependencia:
"No puedo vivir sin ti, querido".
"Eres tan grandioso, tan sabio, tan bueno".
"Tú resuelves mis problemas por un arancel,
O mejor aún, porque yo te gusto".
El juego "ay de mí" es también conocido
Por ser bien efectivo,
Para derretir un corazón que parece alejado
Y cruel y rechazante;
Echa a correr esas lágrimas de fácil fluir,
Mi hermosa gatita engañadora,
Hasta que se corra el maquillaje borroneando
Tu hermosura fotogénica.
El Chantaje es otro juego:
"Ahora te detesto, me voy a matar.
Seré redimido, pero tú tendrás
Una pésima reputación".
La transferencia es un lindo juego
Que puede ser jugado para siempre.
"Lo veo como mi padre, doctorcito,
Cariñoso e inteligente".
¡Lo que él ha hecho y ha dejado de hacer!
Lo que él debiera hacer y no debiera hacer!
Lo que recuerdo u olvido
¿Por qué me acosté con mi madre?
Estoy tendido en tu lindo diván
Durante años, décadas y siglos
(¡Si llegara a vivir tanto!)
Evitando tocarte y conocerte,
De modo que ambos juguemos imperturbados
Con símbolos, introspección y tabú.
Realmente estoy comenzando a divertirme.
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