martes, 24 de abril de 2012

LA SOLEDAD

Solteros toman más antidepresivos que quienes conviven en pareja


Un estudio realizado por expertos finlandeses advierte que los solteros maduros, que cada vez son más en el mundo, consumen más antidepresivos que quienes conviven en pareja o en familia.

Hasta ahora, la mayoría de las investigaciones sobre los riesgos derivados de la soledad se habían centrado en los adultos mayores. El estudio, cuyos resultados acaba de publicar la revista 'BMC Public Health', en cambio, se enfocó en solteros más jóvenes y advierte que estos individuos tampoco están a salvo.

El equipo de Laura Pulkki-Raback, del Instituto de Salud Ocupacional de Finlandia, evaluó durante siete años a 3.500 personas de entre 30 y 65 años y analizó, entre otras cosas, sus características sociodemográficas junto con hábitos de riesgo como el consumo de alcohol, tabaco o medicación antidepresiva.

Un 14,5 por ciento de ellos vivía en un hogar unipersonal.

Los investigadores analizaron sobre todo estos fármacos porque no sólo se recetan para la depresión, sino también para los trastornos de ansiedad. Por eso, dicen los expertos, pueden ser "un buen marcador de riesgo de la mayoría de patologías mentales".

De hecho, entre el 2000 y el 2008 aumentó el consumo de estas sustancias a un ritmo promedio del 1,5 por ciento anual en toda la muestra, con mayor prevalencia entre las mujeres.

Las conclusiones del estudio apuntan a que el consumo de antidepresivos fue un 80 por ciento mayor entre personas que viven solas que en individuos que comparten hogar con familia, pareja o amigos.

Según explican, en el caso de las mujeres esta sobremedicación está causada, sobre todo, por elementos sociodemográficos, como la falta de ingresos o un bajo nivel de educación.

En los hombres, por el contrario, el alcoholismo y la falta de apoyos sociales (tanto familiares como en el trabajo) son lo que más influye en los trastornos mentales. En comparación con las mujeres, los solteros varones del estudio tenían menos redes sociales de apoyo, vivían más en áreas rurales, tenían un menor nivel ocupacional y fumaban o bebían con más frecuencia.

Sin embargo, los investigadores también reconocen que pueden influir muchos otros factores, como la falta de confianza o las dificultades para afrontar situaciones críticas, problemas económicos u otras enfermedades.

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