Solteros toman más antidepresivos que quienes conviven en pareja
Un estudio realizado por expertos finlandeses advierte que los solteros
maduros, que cada vez son más en el mundo, consumen más antidepresivos
que quienes conviven en pareja o en familia.
Hasta ahora, la mayoría de las investigaciones sobre los riesgos
derivados de la soledad se habían centrado en los adultos mayores. El
estudio, cuyos resultados acaba de publicar la revista 'BMC Public
Health', en cambio, se enfocó en solteros más jóvenes y advierte que
estos individuos tampoco están a salvo.
El equipo de Laura Pulkki-Raback, del Instituto de Salud Ocupacional de
Finlandia, evaluó durante siete años a 3.500 personas de entre 30 y 65
años y analizó, entre otras cosas, sus características sociodemográficas
junto con hábitos de riesgo como el consumo de alcohol, tabaco o
medicación antidepresiva.
Un 14,5 por ciento de ellos vivía en un hogar unipersonal.
Los investigadores analizaron sobre todo estos fármacos porque no sólo
se recetan para la depresión, sino también para los trastornos de
ansiedad. Por eso, dicen los expertos, pueden ser "un buen marcador de
riesgo de la mayoría de patologías mentales".
De hecho, entre el 2000 y el 2008 aumentó el consumo de estas sustancias
a un ritmo promedio del 1,5 por ciento anual en toda la muestra, con
mayor prevalencia entre las mujeres.
Las conclusiones del estudio apuntan a que el consumo de antidepresivos
fue un 80 por ciento mayor entre personas que viven solas que en
individuos que comparten hogar con familia, pareja o amigos.
Según explican, en el caso de las mujeres esta sobremedicación está
causada, sobre todo, por elementos sociodemográficos, como la falta de
ingresos o un bajo nivel de educación.
En los hombres, por el contrario, el alcoholismo y la falta de apoyos
sociales (tanto familiares como en el trabajo) son lo que más influye en
los trastornos mentales. En comparación con las mujeres, los solteros
varones del estudio tenían menos redes sociales de apoyo, vivían más en
áreas rurales, tenían un menor nivel ocupacional y fumaban o bebían con
más frecuencia.
Sin embargo, los investigadores también reconocen que pueden influir
muchos otros factores, como la falta de confianza o las dificultades
para afrontar situaciones críticas, problemas económicos u otras
enfermedades.
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