Este tenaz y valiente guerrero ,último gran  jefe  apache,  simboliza la resistencia india frente al avance del progreso  americano. Durante mucho tiempo fue considerado como un simple salvaje  sanguinario, idealizado después como una especie de profeta indio. Era obstinado  y práctico, despiadado con sus enemigos y amable y leal con sus amigos. El amor  que sentía por su tierra montañosa fue una constante en su vida, junto con su  profunda religiosidad, No consiguió frenar la inexorable conquista de un país donde los  indígenas ya no volverían a tener su lugar. Con Gerónimo desapareció toda  esperanza de cohabitar con «el hombre blanco».
 
Este  gran guerrero apache llamado Goyakla (en lengua apache, "el que bosteza") , nació el 16 de junio de 1823 (otros dicen  1929) y falleció el 17 de  febrero de 1909 en Fort Hill, Oklahoma. Siempre tuvo  una curiosidad  intelectual muy enérgica y un pensamiento muy original. Era obstinado y  práctico, despiadado con sus enemigos y amable y leal con sus amigos. El amor  que sentía por su tierra montañosa fue una constante en su vida, junto con su  profunda religiosidad, y cuando hacía una promesa, juramento y ceremonia  incluidos, que para los blancos eran detalles poéticos, él mantenía su palabra. Gerónimo  pertenecía a la tribu de los chiricahuas, una de las siete grandes tribus  del pueblo apache. Como todos los suyos, llevaba una vida dividida entre la caza  y las batidas realizadas contra los colonos y los mexicanos para hacerse de  armas, alcohol y caballos.
 A los  14 años pasó  por los ritos de iniciación, mediante el cual los jóvenes   se convertían en "el que va a capturar un caballo". Pasados los ritos de  purificación, abandonaban el poblado antes de que el sol calentara la pradera.  Las manadas estaban lejos, caminaban días sin parar y sólo bebían agua en el  río. Cuando divisaban la manada, escogían un potro y se acercaban. Entonces los  caballos echaban a correr en estampida. 
  Pero tras varios intentos alguno se  apartar de la manada, y ya solitario, sigue huyendo algún tiempo, pero la  resistencia del caballo sin comer ni dormir es menor que la del ser humano. Al  tercer día, hambriento, el indio consigue que coma de su mano, se deje  acariciar, y salta varias veces por encima de su lomo, de un lado a otro, sin  montarlo. Así consigue que el caballo lo acepte como jinete. Cuando se inició su  padre falleció.
 Mas  tarde  en el verano de 1858, un día en que los guerreros estaban fuera del  campamento, los mejicanos exterminaron a mujeres y niños. Gerónimo perdió allí a  su mujer y sus hijos. Con una gran necesidad de venganza, este joven no cesó de  perseguir a los mexicanos que habían asesinado a su familia en el verano de  1858. Desde ese trágico hecho, multiplicó las incursiones y los saqueos, el más  conocido de los cuales ocurrió el día de San Jerónimo, en 1859, cuando atacó el  pueblito de Arizpe y dio muerte a muchos de sus habitantes. Aterrados por la  crueldad de los apaches, los pocos sobrevivientes de esta terrible vendetta  rebautizaron al jefe de la banda con el apodo de Gerónimo.
  Cuando la Guerra de Secesión  Americana llegó a su fin, en 1865, los norteamericanos volvieron a  pensar en conquistar los territorios indios, más codiciados aún desde que se  descubrieran yacimientos de oro en Arizona. Al mando de su jefe Cochise,  los chiricahuas se oponían a la ineluctable penetración de los blancos y  fue allí que Jerónimo se distinguió como un gran guerrero.
 
La  crueldad y la mala predisposición de los soldados hizo que maltrataran  inútilmente a los indios, por ejemplo,  Mangas Coloradas, jefe reconocido  por todos los apaches, fue al encuentro de los blancos en son de paz, y no sólo  lo atacaron, sino que lo ataron, azotaron y asesinaron cuando supuestamente  trataba de escapar (1863).  El sentido del honor y el orgullo se alzó en  Cochise y Gerónimo, y ya no negociaron más.  Gerónimo  estuvo íntimamente ligado a Cochise y luego a sus hijos Taza y Naiche,  a quien él siempre respetó.En  realidad, los apaches eran profundamente religiosos y respetaban la vida; muchas  veces los prisioneros sirvieron como moneda de cambio o fueron integrados a su  grupo.
 Escapando  siempre de sus perseguidores, se forjó la reputación saqueador que atacaba convoyes  de mineros y acosaba sin descanso a las tropas lanzadas en su búsqueda. Sin  embargo, en 1854 se resignó a irse a San Carlos, donde no permanecería mas de un  año; huyó de allí en mayo de 1885 para refugiarse en México, donde Crook  no podía perseguirlo.
  Cochise resistió al ejército americano, pero en 1872 tuvo que inclinarse  ante el general George Crook (imagen derecha) y aceptó retirarse a la  reserva de San Carlos con su pueblo. Gerónimo, en cambio, rechazó las  deplorables condiciones de vida que le proponían en el lugar que los  chincahuas bautizaron como “los cuarenta acres del infierno”, y  siguió luchando junto con algunos guerreros en White Mountains.
 
En  Tucson, la capital de Arizona, la conmoción era intensa porque la fama de  Gerónimo era bien conocida y nadie quería anduviese libre. Entonces se impartió  orden de encontrar como fuese al fugitivo o muerto. Miles de soldados  emprendieron una búsqueda despiadada, dejando sin esperanza a las pocas decenas  de guerreros agrupadas en torno a Jerónimo. Entre 1877 y 1886 la frontera entre  los EE.UU. y Méjico fue asolada por dos pequeñas bandas de indios apaches,  liderados por los jefes Victorio y Gerónimo, que mantuvieron en jaque a las  tropas federales durante casi 10 años, hasta que fueron diezmados y el 26 de  marzo de 1886, éste aceptó rendirse ante el general Crook. Washington  decide que algo hay que hacer con esos indios hostiles, y les ofrece un lugar,  una reserva y medios de subsistencia. (imagen izq. Cochise)
 Pero  esa no era vida para los indios acostumbrados al aire libre de la sierra y  Gerónimo nuevamente y por última vez escapó con 24 compañeros, por lo que el  gobierno destituye a Crook y envía al Coronel Miles con cinco mil  soldados, miles de milicianos y cientos de rastreadores que se lanzaron a su  búsqueda durante cinco meses , hasta que el 4 de septiembre de 1886 Gerónimo se  rinde, 16 guerreros, 14 mujeres y 6 niños se rindieron al general Nelson Miles.  Se habían necesitado 5.000 hombres para su captura, 6 generales y una red de  puestos para transmitir los mensajes y falsas promesas.
 
El  teniente Gatewood, un hombre íntegro que conocía la lengua apache,  consiguió hacer abandonar la senda de la guerra a Gerónimo. Gerónimo quería  regresar y tener una tierra para él y su tribu. Miles tenía orden de llevarlos a  Florida. El tratado lo sellaron con una piedra. Duraría hasta que la piedra se  hiciera polvo. Gatewood ni tuvo suerte y el gobierno no aceptó el pacto y  los indios se encaminaron a mas de 25 años de cautiverio, alejados de su tierra  natal. Se deportó a todos los apaches a Florida, donde fueron diezmados por la  fiebre. Los subieron al tren, viajaron hacinados, no soportaban el hedor, ni el  ruido, y empezaron los primeros brotes de tuberculosis. La mortalidad era  exagerada, 5 de cada 6.Solo  en 1894 el gobierno aceptó que se instalaran bajo estricto control en Fort  Hill, pero Gerónimo ya era un hombre anciano y sosegado. 
 El  recuerdo de la matanza de los soldados de Custer en Little Big Hom aún  estaba en la memoria; los nombres de Toro Sentado (imagen arriba),  Caballo Loco, Nube Roja o Cochise seguían aterrando, y más aún el de Jerónimo, que representaba la  cruel resistencia de los indios a los avances de la conquista del Oeste. Esta  vez el gobierno estaba resuelto a actuar con prudencia para evitar a toda costa  la reanudación de la guerra contra los indígenas.  
 Antes de convertir a Jerónimo  en el mártir de todo un pueblo, era preferible ganarse los favores de un viejo  sabio. Sabiendo que desde entonces toda lucha sería en vano, el jefe indio  aceptó de buena gana. Invitado a la Exposición Internacional de Saint Louis, y  luego a Washington, en 1901, con ocasión de los festejos para celebrar la  elección del presidente Theodore Roosevelt, desfiló a la cabeza del  cortejo de indígenas. El anciano apache posó para los fotógrafos y a un  periodista le dictó sus memorias, que se publicarían en 1906 con el titulo  Historia de la vida de Jerónimo. 
  Durante los años de Fort Hill, Gerónimo se convirtió en un bien  comercial, un objeto de exposición para asegurarse el éxito de cualquier  celebración. Era cortés, dueño de sí mismo, alerta y amable, y observaba y  aprendía con fresca curiosidad y mente despierta. Pedía siempre el regreso a su  patria natal. Era un hombre de una pieza, una personalidad sin fisuras a pesar  de haber perdido a toda su familia, hijos, nietos, mujer... 
 En la  vejez, la más persistente de las contaminaciones traídas por los blancos, el  alcohol, lo llevaría a la muerte. El 15 de febrero de 1909 lo hallaron en el  agua, borracho. Cogió una pulmonía. Su fuerte espíritu luchó contra la muerte y  en la noche del 17 de febrero se rindió.
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