La cirrosis  hepática es aquella condición en la que el tejido normal y sano del  hígado es reemplazado por un tejido cicatrizal que bloquea el flujo de  sangre a través del órgano e impide que este funcione adecuadamente.  Como concepto general la cirrosis es un proceso largo al que se llega en  la medida que el hígado se expone largo tiempo (años o décadas) al daño  y acumula cicatrices en su tejido (fenómeno también llamado fibrosis  hepática). Cuando las cicatrices son extensas la forma y funcionamiento  del hígado se alteran severamente lo que recibe el nombre de cirrosis. 

 La cirrosis es  una enfermedad grave, aunque el pronóstico individual depende de la fase  de su evolución en la que se realice el diagnóstico. Los enfermos con  cirrosis "compensada" (sin complicaciones graves) tienen una  probabilidad del 50% de seguir vivos a los 10 años, siendo su pronóstico  mucho mejor si no hay várices en el esófago.   Por otra parte, los  enfermos "descompensados" tienen una mortalidad del 70% al cabo de 3  años. Por ello,   todo paciente con cirrosis, o con sospecha de ella,   debe ser evaluado por un médico con experiencia en las enfermedades del  hígado.
 La cirrosis  tiene muchas causas. En general cualquier condición dañina para el  hígado que se mantenga en el tiempo puede causar cirrosis. Las causas  mas frecuentes incluyen el consumo crónico y exagerado de alcohol, el  hígado graso, las hepatitis crónicas por virus B y C, las enfermedades  autoinmunes del hígado, algunas enfermedades hereditarias y otras causas  mas infrecuentes entre las que se incluyen algunas reacciones graves a  los medicamentos recetados, la obstrucción o bloqueo de los conductos  que drenan la bilis desde el hígado, una exposición prolongada a toxinas  ambientales, la infección de parásitos llamada esquistosomiasis y  repetidos ataques de insuficiencia cardiaca. 
Muchas personas  con cirrosis no presentan síntomas al principio de la enfermedad. Sin  embargo, a medida que el tejido cicatrizal reemplaza las células sanas,  la función del hígado comienza a fallar y la persona puede tener los  siguientes síntomas: 
-                              agotamiento
 -                              fatiga
 -                              falta de apetito
 -                              náusea
 -                              debilidad
 -                              pérdida de peso
 -                              dolor abdominal
 -                              vasos sanguíneos en forma de araña (angioma de araña) que se desarrollan en la piel
 
A medida que  avanza la enfermedad, pueden presentarse complicaciones. En algunas  personas, éstas podrían ser los primeros signos de la enfermedad. 
 Para hacer un  diagnóstico de cirrosis el médico se basa en los síntomas, pruebas de  laboratorio, la historia clínica del paciente y su examen físico. Por  ejemplo, durante el examen físico, el médico puede  detectar que el  hígado está más duro o más grande de lo habitual y entonces ordena  análisis de sangre que puedan comprobar la presencia de la enfermedad.
 Además,  generalmente   el médico  solicita que se realice exámenes de imagen,  como una ecografía de abdomen (ecotomografía), una tomografía axial  computarizada (escáner o TAC), o una resonancia magnética (RM). Si es  necesario, el médico puede también decidir realizar una biopsia de  hígado para confirmar el diagnóstico o la causa de la cirrosis.
 Cirrosis Hepática:  Como se explicó, la cirrosis hepática consiste en la destrucción de la  arquitectura normal del hígado, en la que el tejido  sano es reemplazado  por un tejido cicatrizal que forma múltiples nódulos en el órgano (Figura 2) e impide que éste funcione adecuadamente.

FIGURA 2 
 Cuando existe cirrosis se generan problemas de diversa índole (Figura 3),  que a su vez dan origen a situaciones que requieren atención médica  especializada. Uno de los principales problemas es que se bloquea el  normal flujo de sangre a través del órgano, generando una situación de  alza en la presión sanguínea sectorizada, en las venas del abdomen. Esto  se denomina HIPERTENSIÓN PORTAL . Ello puede llevar por una parte a la acumulación de líquido en el abdomen, (lo que se conoce como ASCITIS  , y por otra parte a la dilatación de las venas ubicadas en el interior  del abdomen. El aumento de la presión en dichas venas condiciona la  aparición de venas dilatadas en el esófago (VÁRICES ESOFÁGICAS) o estómago (VÁRICES GASTRICAS). 
La cirrosis  también lleva a la pérdida progresiva de las múltiples tareas que el  hígado realiza, como son la formación de proteínas, tanto estructurales  como de defensa; la regulación de los niveles sanguíneos de variadas  moléculas como por ejemplo la glucosa, insulina, hormonas sexuales,  colesterol o triglicéridos; la formación de la bilis para la digestión  de alimentos; la depuración de bacterias o toxinas, como fármacos o el  alcohol; además del rol de almacenamiento de nutrientes, minerales y  vitaminas. Esta situación se hace evidente sólo cuando el daño del  hígado es severo, apareciendo coloración amarilla de la piel o mucosas (ICTERICIA).  También el paciente puede experimentar alteraciones de conciencia  (perdida de memoria, pérdida de la orientación en el tiempo o el     espacio, pérdida del equilibrio, temblores, o somnolencia) lo que se  llama ENCEFALOPATÍA HEPÁTICA, la que se cree se debe a una     suerte de "intoxicación del cerebro", muchas  veces asociado a síntomas generales como pérdida de peso y/o debilidad.
 Finalmente, la cirrosis es uno de los principales factores de riesgo para el desarrollo de CÁNCER DEL HÍGADO (llamado también HEPATOCARCINOMA). En nuestro país la gran mayoría de los cánceres del hígado se desarrollan en un hígado cirrótico (sobre el 85%).

FIGURA 3 
Los detalles más relevantes de las complicaciones de la Cirrosis son: 
1. La hemorragia digestiva alta por rotura de várices esófago gástricas,  complicación grave que siempre tiene un riesgo elevado de morir  directamente por ella o por complicaciones asociadas. Por ello requiere  siempre de terapia precoz, con endoscopia y fármacos específicos, así  como de ingreso en una unidad de cuidados intensivos. La mortalidad  global por     ella, esta entre   el 15 y 30%, dependiendo de la experiencia del equipo médico, así como  de lo avanzado que esté el daño hepático en el individuo.
2. La acumulación de líquido en el abdomen, conocida como Ascitis,  suele tener una cuantía variable e instalarse lentamente en la mayoría  de los casos. Su aparición es señal de una enfermedad hepática avanzada,  con un pronóstico de vida pobre a 5 años plazo. La ingesta de sal  excesiva así como algunos medicamentos, especialmente anti-inflamatorios      suelen agravarla o desencadenarla. Su tratamiento es con reposo, dieta  pobre en sal, y diuréticos.
 3. El deterioro neurológico conocido como encefalopatía hepática  o coma hepático, caracterizado por un trastorno funcional y reversible  del sistema nervioso. Se produce por la menor capacidad del hígado para  eliminar toxinas con efecto sobre el cerebro;  la más conocida es el  amonio. Pueden desencadenarlo una multitud de situaciones clínicas, las  mas importantes son la hemorragia digestiva, las infecciones, y la  insuficiencia renal, también pueden hacerlo el estreñimiento, las  trasgresiones alimentarias, las pérdidas de líquidos o sales (vómitos  y/o diarrea), y el uso de sedantes o inductores del sueño. Los síntomas  suelen ser muy variados desde leves alteraciones del lenguaje, del  ánimo, de la motricidad fina o del equilibrio, hasta el coma, pasando el  comportamiento francamente inadecuado, la desorientación, el lenguaje  incoherente y la somnolencia. El tratamiento requiere de suspensión  temporal de diuréticos y psicofármacos, acelerar el transito intestinal,  a veces con enemas, mas una dieta baja en carnes, todo ello unido a  fármacos específicos. Según la magnitud de cada caso se podrá tratar en  forma ambulatoria u hospitalizada. 
  ADVERTENCIA; LA DETECCIÓN DE UNA DE ESTAS COMPLICACIONES; ASCITIS,  ENCEFALOPATÍA, HEMORRAGIA DIGESTIVA POR VÁRICES, O DE UN  HEPATOCARCINOMA, CAMBIA Y ENSOMBRECE DRAMATICAMENTE EL PRONOSTICO DE  VIDA DEL PACIENTE, POR LO QUE SIEMPRE DEBE EVALUARSE EN ÉL, LA  FACTIBILIDAD DE EFECTUAR UN TRASPLANTE DE HÍGADO.
LO QUE TODO ENFERMO DEL HIGADO DEBE SABER O NO PUEDE DESCONOCER. 
Hay algunas  complicaciones determinadas por el daño hepático que en si mismas tienen  un alto riesgo de mortalidad, y que pueden ser prevenidas o tratadas a  tiempo, mejorando mucho su pronóstico.
Ellas son la hemorragia digestiva, las infecciones y el desarrollo de un cáncer hepático.
La principal causa de muerte en los cirróticos sigue siendo la hemorragia digestiva por varices esófago gástricas
Esta  complicación se debe a la rotura de las venas dilatadas del esófago o  estómago, la que se manifiesta por vómito de sangre o de color café  negruzco, o deposiciones negras y/o con restos de sangre. Esta  complicación tiene una mortalidad alta especialmente, si no se actúa  rápidamente. Siempre hay que hospitalizar y realizar estudio y  tratamiento para detener el sangrado e impedir que nuevas complicaciones  se agreguen. 
¿Cómo prevenirla?   Esta complicación puede prevenirse si se detectan a tiempo várices  grandes o con señales de riesgo alto de rotura en su pared (manchas  rojas). Ello se hace con un estudio endoscópico del esófago y estómago. 
Por ello  todo paciente enfermo del hígado debe hacerse precozmente este estudio  de endoscopia para evaluar la existencia o no de varices. 
De existir  várices grandes o con signos de riesgo debe iniciarse un tratamiento que  prevenga esta complicación, lo que se puede hacer o con un fármaco que  hay que tomar diariamente, o con un procedimiento endoscopico de sellado  de las várices (ligadura elástica).
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