Alejandro Chataing: El Arquitecto de la tradición caraqueña
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Sin lugar a dudas, los sectores, los espacios y las construcciones dispuestas en ellos, son parte significante de nuestra vida y de nuestra  cotidianidad. En Venezuela, pasados los dos primeros siglos de la  conquista, y luego un tercero de destrucción masiva de la ciudad “del  cogollo criollista”, las proyecciones de los espacios urbanos se han  manejado desde una visión progresista con tendencia a despreciar  lo antiguo. Una mirada siempre hacia adelante, de espaldas al pasado, ha  dominado la escena de las construcciones sociales en el transcurrir del  tiempo. Es así que la faz citadina de nuestro país ha variado  considerablemente de un siglo a otro construyendo, destruyendo y  volviendo a construir sobre las ruinas de una identificación espacial y  espiritual apenas lograda. Destruidas y olvidadas las referencias  materiales y con ellas también las subjetivas, nuestras incipientes  raíces quedan demasiado débiles como para sujetarse. Y bajo este frágil  contexto, un perenne desarraigo nos amenaza con una suerte de desamor  hacia lo que nos identifica, hacia lo nuestro.
Después de terminar la guerra, lo que  queda no es sólo una paz contenida, sino desolación y total deterioro de  las principales ciudades venezolanas. “Caracas aun mantenía su perfil  chato y aldeano” con una arrolladora burguesía en ascenso. Antonio  Guzmán Blanco llega para llenar el vacío de la destrucción citadina  transformando a Caracas, principalmente, en un espacio renovado, en el  que, la imitación del esplendor parisino está a la orden del día. Nuevas  edificaciones se alzan sobre las viejas dejando emanar un desprecio  hacia el pasado colonial y admiración de lo extranjero. Como lo dice el  sociólogo y urbanista venezolano Silverio González Téllez: “Las  nuevas formas dominantes, esta vez francesas, vuelven a revestir y  adecentar la ciudad desnuda para darle aquel aliento de falsa seguridad  que olvida la culpa de su “inferioridad” (González Téllez, 2005:82).
Muere el grito de igualdad y libertad  que enarbolaba Ezequiel Zamora y con él, la humildad de la identidad  nacional que comienza a difuminarse. Ahora en su lugar, llegaba la  imitación de un estilo impropio y de un lujo que disimulaba la  decadencia europea. La más fiel copia de las edificaciones parisinas  vinieron a apoderarse, una a una, de las esquinas, plazas y antiguos  conventos y monasterios de la Capital, para así estar más cerca de la  “intelectualidad”, el “progreso” y la “civilización”, como era el gusto  de Guzmán Blanco.
De ahí que se encomienda a ilustres  profesionales la construcción de la nueva “Cara de Caracas”, que  implicaba la renovación del viejo estilo de la colonia a costa de  desaparecer toda la tradicional arquitectura aldeana y religiosa que  cubría, generalmente a Venezuela y, específicamente a Caracas. Guzmán  Blanco ordena la demolición de varias edificaciones para construir obras  más modernas y adaptadas a las nuevas corrientes de pensamiento:  Teatros, Arcos, Escuelas de Bellas Artes, Casas Militares, Bancos,  Mercados, Recintos Políticos y deslumbrantes viviendas.
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| Templo Masónico de Caracas (1876), ubicado entre las esquinas de Jesuitas a Maturín, Parroquia Altagracia | 
 Primero fue el arquitecto General Juan Hurtado Manrique (Caracas, 23 de  Enero 1837 - 17 de Julio 1896) -cuyo rango fue obtenido al combatir en  la Guerra Federal entre los años 1859 y 1863-, encargado de llevar a  cabo dichos cambios entre mediados y fines del siglo XIX.  A partir de  1870 inicia sus actividades como arquitecto al servicio del gobierno de  Guzmán Blanco. Proyecta y construye la nueva fachada norte de la  Universidad y, a continuación el del edificio del Museo Nacional, ambos  con un marcado estilo neogótico. Remodela el Palacio de Gobierno, (Casa  Amarilla) y diseña el Templo Masónico. Asimismo realiza las primeras  canalizaciones hidráulicas y dirige la construcción de algunos puentes  de mampostería sobre las quebradas de Catuche y Caroata, proyectados por  él y otros ingenieros. Diseña la Santa Capilla, imitando a la Santa  Capilla de París; también la capilla de El Calvario y la de Nuestra  Señora de Lourdes, esta última modificada más adelante. Durante varios  años estuvo a cargo del proyecto y los trabajos de las fachadas del  mercado de San Jacinto, construido sobre las ruinas del antiguo convento  del mismo nombre (hoy plaza El Venezolano), que mandó a demoler el Ilustre Americano,  como se sabe, a raíz de la rencilla radicalizada con el esfera  religiosa del país: por ejemplo, cuando los decretos de exclaustración  de Guzmán Blanco de 1872 y 1874 se hacen efectivos, o cuando los  decretos de total extinción de las congregaciones religiosas en todo el  país secularizan Caracas. 
Similar sucede con el origen del la  basílica de Santa Teresa, originalmente llamada de San Felipe Neri y  posteriormente de Santa Ana y Santa Teresa (La fachada oeste está  dedicada a Santa Ana y la fachada este a Santa Teresa), según dicen, los  dos nombres de la esposa de Guzmán Blanco, Ana Teresa Ibarra, a quien  en su honor encarga esta obra. Para Leszek Zawisza, en La Crítica de la Arquitectura de Venezuela durante el Siglo XIX, 
“A  pesar de haberla  proyectado por etapas, Hurtado Manrique logró unificar  sus volúmenes y formas en un conjunto armonioso (...).  Estamos evidentemente en presencia de una obra monumental, que tuvo dos  inauguraciones: Una civil y otra religiosa, para la cual era necesaria  la reconciliación de Guzmán Blanco con el obispo [i]. 
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Esta basílica fue erigida sobre la  esquina de San Felipe, en el mismo lugar donde se hallaba el antiguo  Oratorio Arquidiocesano de Caracas San Felipe Neri, un sencillo templo  fundado por el bien recordado Padre Ramón Palacios y Sojo. Esta   construcción fue autorizada por El Cabildo Eclesiástico de Caracas en  el año 1763, y allí funcionó por años la primera escuela de música de  Caracas conocida como la Escuela de Chacao, de la que egresaron  reconocidos músicos de la talle de Lino Gallardo, Juan José Landaeta,  José Antonio Caro, Juan Bautista Olivares, Pedro Nolasco Colón y  Ambrosio Carreño, el primero de la dinastía musical de los Carreño.
Hacia finales de siglo, el joven  ingeniero Alejandro Chataing se une como asistente a Hurtado Manrique.  El hombre que despierta su pasión en la materia. Trabajan juntos en  varios proyectos al tiempo que Chataing va consolidándose como  arquitecto. Esos son los años que comparte intereses con sus colegas,  los arquitectos Rafael Seijas Cook, García Maldonado, Carlos Guinand,  Juan Trivella y Manuel Mujica Millán. Y es también el tiempo en el que  se constituye pionero en la construcción de obras en concreto armado, ya  que realiza la primera construcción del país bajo esta modalidad: El  Estanque del Parque El Calvario.
Guzmán Blanco sale temporalmente de la  escena política y al regresar, durante su segundo mandato (1879 a 1884),  construye el teatro Guzmán Blanco (Hoy Teatro Municipal), El Capitolio y  muchas otras obras. Al caudillo lo suceden varios presidentes, algunos  por períodos muy cortos. Después del segundo período de Joaquín Crespo  como presidente (1892 a 1898), llega al poder el General Cipriano Castro  (1899 a 1908), quien continúa emulando los atrevidos proyectos  urbanísticos del Ilustre Americano: “afrancesar” Caracas era uno de los  objetivos de su programa de gobierno. 
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| Mercado de San Jacinto | 
Manteniendo esta idea, contrata a un  conocido arquitecto de oficio para elaborar algunas obras puntuales. De  oficio porque en esa época no se estudiaba la carrera de Arquitectura,  sino la de Ingeniería en la ambicionada Universidad Central de  Venezuela; y los conocimientos que se lograban obtener de esta  disciplina se adquirían por cuenta propia, bien sea de forma autodidacta  o como aprendiz en cadena. Alejandro Chataing entra, como comentamos  más arriba, en este ámbito. El "gran constructor del régimen de Cipriano  Castro” como se le ha conocido, -aún cuando Guzmán Blanco también le  encarga importantes obras-,  egresa de la Universidad Central de  Venezuela como Doctor en Ciencias Físicas y Matemáticas. Posteriormente  se inicia como Ingeniero en el Ministerio de Obras Públicas dedicándose a  la práctica de la ingeniería y la construcción. Se inclina por el  diseño, los detalles, la estética de las edificaciones. Su agudo sentido  creativo lo introducen en los proyectos de arquitectura acercándose  como alumno al ya reconocido arquitecto de trayectoria, Juan Hurtado  Manrique. Para entonces era un joven de alrededor de 20 años. Había  nacido en Caracas el 24 de febrero de 1873, único varón de Don Luis  Chataing y Doña Margarita Poleo de Chataing, quienes además concibieron  dos hijas, Julia y Luisa.
En 1894, él y Hurtado Manrique ganan el  Primer premio del Concurso para el proyecto de las fachadas del Mercado  Municipal de la Plaza de San Jacinto, en Caracas. Cosa que lo impulsa a  dedicarse de lleno y seriamente en el oficio de arquitectura. Un año más  tarde construyen juntos en las pendientes de El Calvario el Arco de la  Federación, y el 4 de Julio de 1903, el Ministerio de Obras públicas  abre un concurso para presentar los proyectos y presupuestos de la  construcción del edificio sede de la Academia Militar de La Planicie,  cuyo ganador fue el presentado por el ingeniero Alejandro Chataing y el  arquitecto Jesús María Rosales Bosque. Chataing y Rosales Bosque  comienzan la construcción el 4 de Enero de 1904, y el 4 de Abril de  1906, Chataing comunica al Presidente Castro la conclusión de la obra  faltándole solo pequeños detalles, como por ejemplo la pintura. Al  respecto dice el ingeniero Chataing:
"El edificio ha  quedado como hecho de un solo bloque de Granito, pues es una masa de  mampostería y hierro, ha quedado como Debería de quedar, es decir,  desafiando con su solidez las injurias del Tiempo y con la majestad del  pensamiento moralizador que representa, las injurias de las pasiones,  para servir ante la posteridad del solemne testimonio” 
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| PANTEÓN NACIONAL. Reforma 1910-1911 por Ing. Alejandro Chataing | 
Este edificio es decretado el 5 de Julio  de 1910 la Academia Militar de Venezuela; posteriormente pasa a ser  Ministerio de la Defensa el 26 de Marzo de 1950, y finalmente en Museo  Histórico Militar el 15 de Mayo de 1981 hasta la fecha.
Cuatro años después, el ingeniero  Chataing es seleccionado para reformar y realizar obras de ornamentación  del Panteón Nacional, así como la modificación de su fachada y una  reforma completa de la decoración interior del edificio. En un informe  del Ministerio de Obras Públicas, se describen las características de la  obra de esta manera:
"Después de  ejecutar la reparación completa de todas las armaduras y cubierta de los  techos, se procede a modificar la fachada tratando de imprimirle mayor  carácter a su arquitectura, armonizando sus diferentes secciones, y  pintarla con un tono apropiado al destino de la obra y a su situación  con respecto a los edificios vecinos".
En Abril de 1904, el General Castro le  compra una casa al Dr. Julio Torres Cárdenas ubicada en el Paraíso para  ser usada como vivienda presidencial, y le encarga a Alejandro Chataing  su reacondicionamiento en el año 1905. A partir de aquí la rebautizada  como Villa "Zoila" en homenaje a la esposa del Presidente Castro, Doña  Zoila Rosa Martínez. Complaciendo los antojos del presidente, con  participación del pintor Antonio Herrera Toro y del escultor catalán  Miguel Ángel Cabré, comienza Chataing a construir el 23 de junio de  1904, el muy neobarroco Teatro Nacional, que terminaría un año después,  exactamente el 11 de junio de 1905. Asimismo remodela la Escuela de  Artes y Oficios, y diseña la Casa de Baños en El Valle.
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Para el año 1906, proyecta la  construcción de un lazareto -especie de recinto apartado donde se  trataban a los enfermos de Lepra- para la isla de La Providencia (franja  de tierra ubicada en el estrecho del Lago de Maracaibo). A partir de  1939 el lazareto pasó a llamarse “Leprosería Nacional "Isla  de  Providencia". También proyecta el Arco de la Restauración que finalmente  no será construido y refracciona el edificio que pertenecía a las  monjas Carmelitas Descalzas para convertirlo de oficina de la Tesorería a  “Palacio de Hacienda” en la actual esquina de Carmelitas. La  Congregación de las Carmelitas Descalzas fue prácticamente echada a la  calle a raíz del decreto Guzmancista de 1874. Ese año fue reformado el  convento casi en su totalidad, y luego vuelto a reformar en 1906 por el  ingeniero Chataing, convirtiéndose en el Ministerio de Hacienda y  Crédito Público para, finalmente, transformarse en el contemporáneo  Banco Central de Venezuela. Muy parecido a lo que le sucede al antiguo  convento de las monjas de las Concepciones (hoy esquina de Las Monjas),  fundado en 1636. Esta remota construccion desaparece en tiempos de  Guzmán Blanco para construirse el llamado Palacio Federal Legislativo,  la Alta Corte de Casación y los ministerios del Interior e Instrucción  Pública. Al año siguiente se encarga de integrar el Palacio de la  Gobernación con el Cuartel de Policía anexo.
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Entre las obras  arquitectónicas realizadas por Chataing destacan también: la Biblioteca  Nacional (o Museo Bolivariano) en la plaza Bolívar (1910), el Archivo  General de la Nación (1912) y, en colaboración con Luís Muñoz Tébar,  realiza el Arco de Carabobo inaugurado por Juan Vicente Gómez en 1921 y  una de las obras más significativas de la época: la construcción en 1919  de la plaza de toros Nuevo Circo de Caracas.  Asimismo culmina las  iglesias Corazón de Jesús y Siervas del Santísimo Sacramento en Caracas,  más el templo de San Agustín del Sur.
Además de las prolíficas  construcciones religiosas, concibió los cine-teatros Ayacucho, Capitol y  Princesa (el posterior cine Rialto frente a la plaza Bolívar); el First  National City Bank (esquina de Sociedad) y el Banco de Venezuela de la  avenida Universidad. Construyó asimismo la residencia Las Acacias de la  familia Boulton (hoy sede del Comando de la Guardia Nacional), y trazó  el diseño del hotel Miramar en Macuto, el cual le hizo merecedor de un  reconocimiento en 1928, mismo año en el que fue inaugurado  “fastuosamente” dicho Hotel, un día domingo 1 de abril. Ese día, la  crónica de la época divulgó:
“Venezuela  cuenta hoy con un hotel de lujo el primero en la materia y el que abre  caminos de franca enseñanza a todos los instalados en el resto del país.  En lo referente al concepto clásico del confort moderno, el Miramar es  algo extraordinario. En el Miramar nada falta: solidez del edificio,  arquitectura inolvidable por sus exquisitas formas y medidas, mobiliario  en parangón con los últimos casinos ultramarinos, billares', como el  faut 'mezquitas de gran belleza con salones exclusivos al afeite y  servicio de secretaire de damas, piscinas, campo de tenis, cocina a  cargo de los campeones del cordonblue, frigoríficos, cavas, servicio  telefónico, en 80 dormitorios con igual número de baños adyacentes (…).  El Miramar, -continúa la crónica- museo de comodidades, trae a los  venezolanos, cuyos medios de fortuna impide gozar de esparcimientos  elegantes en las playas europeas, las exquisiteces de tal  establecimiento”.
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El director administrativo  del establecimiento, señor Siebenthad, dio por inaugurado el recinto  levantando su copa de champaña para brindar por el Benemérito general  Juan Vicente Gómez, presidente de la República y dueño del hotel.
“Fue  tanta la conmoción, que en los días posteriores hubo que dar puerta  franca para que el público entrara a admirar sus instalaciones,  'quedándose boquiabierto', con la belleza, lujo y el confort  incomparables. Tan grande fue la curiosidad, que al tiempo los huéspedes  pidieron a la gerencia que eliminara la puerta franca para ellos poder  disfrutar de las instalaciones.
Hoy es un viejo de luengas y mohosas barbas que, herido de muerte por el abandono, agoniza frente a su eterno compañero: el mar”
Alejandro Chataing murió prematuramente en Caracas, pocos días después de la apertura del magnánimo Hotel Miramar, el 16 de abril de 1928. Tenía 54 años de edad.
Alejandro Chataing murió prematuramente en Caracas, pocos días después de la apertura del magnánimo Hotel Miramar, el 16 de abril de 1928. Tenía 54 años de edad.








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