Jodie Foster
Hacía mucho que no la veíamos en la gran pantalla. ¿Por que ha estado  tanto tiempo sin trabajar? Necesito proyectos que me emocionen, pero  que a la vez no afecten demasiado a mi vida. Ya sabes, un director  sádico, un rodaje en una cueva perdida en Rumanía... Esta era una  película emocionalmente difícil (del tipo: ¿Dónde está mi hija?¿La han  asesinado?), pero también la iban a filmar a solo siete minutos de mi  casa (risas). Ha trabajado mucho de pequeña y nos sorprende el tono  sexual de muchos de sus personajes infantiles. ¿Como lo recuerda?   Llevaba una vida de niña buena. Iba a una escuela privada. No me ponía  maquillaje. No tomaba drogas, aunque estaba expuesta a todo eso. Mi  madre era muy liberal, muy abierta respecto a las cosas. Salíamos a  tomar un helado, íbamos conduciendo por Hollywood Boulevard y te decía:  Oh, mira, un chaval prostituyéndose (risas). Así que rodar una película  sobre ese tipo de cuestiones era como escribir un libro sobre ellas, no  implicaba que tú fueras de ese modo. El motivo por el que creo que  hicieron bien escogiéndome para esos films es que yo no daba el tipo de  Hilary Duff. Yo era una tía pequeña y dura... así que, en casos como  Bugsy Malone, nieto de Al Capone, si me peinabas y me ponías esos  vestidos, bueno, la cosa cobraba un espíritu muy diferente. Me encanta  esa película. ¿Hay alguna escena en sus películas que le traiga un  recuerdo especial a la memoria?  Oh, sí. Hay un momento dorado en cada  película, alguien de quien estaba enamorada o a quien intentaba  impresionar, un momento particular con un actor... Para una de las  escenas de El hotel New Hampshire (Tony Richardson, 1984), Rob Lowe y yo  tuvimos que pasarnos todo el día desnudos en la cama, y cuando llegó la  hora del almuerzo pedimos que nos lo llevaran allí y nos quedamos  hablando sobre nuestras vidas y escuchando música y riéndonos hasta que  nos quedamos dormidos. Fue un momento muy fraternal. Siempre pienso en  ello cuando veo la película. Y llegaron los oscar.  ¿A partir de  Acusados (Jonathan Kaplan, 1988), Vio el cine de otra manera?  Me di  cuenta de que sí podía conseguir guiones buenos de verdad podría  trabajarlos del mismo modo en que me aproximo a la literatura (entender  el motivo por el que la cámara se mueve de tal o cual forma), y el cine  se volvió una experiencia fascinante. Pero también hice malas películas  después de Acusados. Cada dos o tres años me preguntaba: ¿Qué estoy  haciendo aquí? Pero me encanta hacer cine porque veo la película como si  fuera el director. Casi no importa lo que tenga que hacer en el  estudio. Podría ser el mezclador de sonido.  ¿Fue muy duro el rodaje de  El silencio de los corderos (Jonathan Demme, 1991)? Jonathan venía de  rodar Casada con todos, y al principio me preocupó la posibilidad de que  hiciera otra película camp. Comenté mis dudas con la gente, porque  parecía estar filmando en broma, como aquel plano en que yo entraba en  un ascensor y todo el mundo allí dentro medía dos metros. No me di  cuenta de que Jonathan hace eso al principio de los rodajes para que  todo el mundo esté de buen humor y se vuelque en el trabajo. No pillé  ese tipo de sentido del humor. ¿Como ha vivido los dos oscar que ha  ganado? Para mi fueron grandes conquistas.  Pero es aún más vertiginoso  que eso. Llega un momento en que ya no tienes en cuenta tu  interpretación, ni siquiera la película por la que has ganado. El premio  se convierte en un objeto codicioso y pecaminoso. Como intérprete vives  tantas pequeñas humillaciones que una parte de ti no deja de pensar:  Algún día estaré ahí arriba, en lo alto del podio. Ya verás. Algún día,  cuando sea fuerte y poderosa, te daré una patada en el culo. Después de  Nell parece que se ha volcado más en su vida privada. ¿Esto es así?  Resulta extraño, pero sí, creo que así es. Nunca fui una adicta al  trabajo, pero sí le encontraba un sentido a la vida a través de él. Y  cuando tuve a los niños, fue algo mucho más grande que cualquier otra  cosa que hubiera hecho en la pantalla. Y es fascinante todo lo que  aprendes como madre. El más pequeño detalle de sus vidas es como una  droga que va directa hacia tus sentidos como nada en el mundo, una  conexión total y completa con sus sentimientos. Esa conexión no la  siento ni con mis propias emociones (risas). ¿Cuales son las películas  con las que se quedaría? Taxi Driver, El silencio de los corderos y El  pequeño Tate. No es que me fascine Taxi Driver, pero me siento muy  orgullosa de haber formado parte de ella. El pequeño Tate, la idea de  que incluso a los 7 años, cuando eres precoz en algo, con las  matemáticas o con la pintura, lo importante no es que estés realizando  una obra de arte o que seas muy listo, sino que, cuando lo haces, el  resto del mundo desaparece y tú te quedas con una experiencia  maravillosa que es solo tuya. Y El silencio de los corderos me permitió  por fin interpretar a alguien como yo, alguien cuyo destino es salvar a  esas chicas y reclamar su honor de un modo extraño. ¿Cuales son las  inquietudes que tiene últimamente? Vengo entrando y saliendo de la  crisis de los 40. Sobre todo, me hago preguntas que tienen que ver con  mi carrera. Las cosas se han dado como las planeé, pero... ¿es así cómo  de verdad quería que fueran?¿Y cómo me sentiré de aquí a cinco años? A  esta edad no puedo acceder al 80 por ciento de las películas escritas  para mujeres, así que debo encontrar algo bueno en el 20 por ciento  restante. ¿He cometido errores?¿Debería haber hecho esa película? Mi  madre siempre me decía: Cuando llegues a los 40, tu carrera se habrá  terminado y nunca volverás a actuar. Así que pienso que quizá se acabó. 
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