Tratar de transformar el  metal en oro, como pretendían los antiguos alquimistas, hoy en día  sigue siendo un desafío utópico, y es que, puedes tener la herramientas,  incluso saber paso a paso que debes hacer para que tus clientes se  vayan satisfechos, tener técnicas para mejorar el servicio con todo tipo  de clientes, pero finalmente, si no tienes actitud de servicio, nada de  esto te servirá para nada.
Vivimos en un país donde  el servicio es realmente importante, tenemos todo tipo de personas que a  diario se dedican a prestarnos todo tipo de servicios, desde los más  básicos como limpiar coches, llenar las bolsas en el súper, despachar la  gasolina,  hasta los más evolucionados como pueden ser cientos de  empresas cuyo principal fuente de ingresos se basa en una actividad que  tiene que ver con prestar servicios a alguien que los necesita.  Y  cuando digo básicos, no quiero decir que sean menos importantes, sino  que a veces no nos damos cuenta de la comodidad que nos generan y sólo  porque son sencillos les quitamos importancia. Trabajos estos que en  muchos casos en Europa ya ni existen, aún recuerdo cuando vivía en  España, si querías echar gasolina a tu coche tenías que bajarte tu mismo  y echarla, no había quien por una módica cantidad te lavara tu coche a  domicilio, ni mucho menos quien te ayudara a meter tu comida en bolsas,  ni gente que te ayudara a cargar tus maletas ni nada por el estilo. 
Sin embargo, según  estudios recientes la calidad del servicio que prestan actualmente las  empresas privadas en México no supera el 6.5 en satisfacción al cliente y  es que aunque damos servicio, este no es bueno. 
Inmediatamente, me  empecé a cuestionar que fallaba para que la gente que trabaja en  profesiones donde está implicada la atención al público no atendiera  bien. Al principio pensé que quizá el incentivo económico no era  suficiente para hacer bien este trabajo, pero entonces me di cuenta que  hay gente que gana mucho menos y a pesar de eso dan servicios  impresionantes. Luego, pensé quizá es que el problema estaba en la  percepción temporal del trabajo y por eso no hacían bien su trabajo,  pero después de todo conocí gente que a pesar de que saben que no es el  trabajo de sus vidas lo hacen increíblemente bien. Y finalmente, me di  cuenta, que cuando evaluaba la atención que prestaban los trabajadores  de esta empresa con la estuve colaborando, me di cuenta que después de  todo, la única diferencia entre los que daban un buen servicio y los que  no, no radicaba en si presentaban o no, si solucionaban el problema o  no, si sonreían, saludaban y se despedían del cliente, eso finalmente no  era lo más importante; lo único que los diferenciaba era finalmente, su  actitud de servicio. No quiero decir, con esto que las capacitaciones  para mejorar el servicio a clientes no sean útiles, claro que sirven,  pero se necesita también tener este básico, es cómo el principio activo  de una fórmula, sin el cual la fórmula no funcionaría. 
 Y entonces surge la  pregunta de qué es la actitud de servicio y así la defino yo: la actitud  de servicio no es estar por debajo del otro, como a veces muchos  piensan, la actitud de servicio es el vivo reflejo de muchos otros  valores que brillan en las personas que la tienen, respeto,  responsabilidad, ganas de hacer el bien y de hacer las cosas bien,  generosidad, sabiduría, sencillez, entre muchas otras y  pues como dice  el dicho, con el cual cierro este artículo, quien no vive para servir no  sirve para vivir. ¿Y tú tienes actitud de servicio?
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